Oscar A. Fernández O.
Trasladémonos momentáneamente, prostate ayudados por nuestra máquina del tiempo imaginaria, sales al siglo XVIII, stuff a Norteamérica en plena guerra de secesión y revivamos aquellos shows del género teatral y circense que dieron en llamarse vodevil (del término francés voix de ville). Estos espectáculos itinerantes como los circos y los dime museums, eran populares entre la población por representar una gran novedad al exhibir actos sorprendentes, animales exóticos, objetos extraños y personas con capacidades únicas o con anomalías físicas.
Pues bien, no sé si mi imaginación es demasiado alcanzativa, pero tengo esta sensación de deja vú, como si lo hubiese vivido, de estar entrando a una de esas carpas tan comunes en aquel tiempo, para aliviar el tedio que inundaba aquellas vastas llanuras casi inhabitadas.
Desde hace algún tiempo, los canales de televisión, propiedad de grandes magnates de la “comunicación” (sic!), reconvertidos en verdaderos aparatos de propaganda, contra propaganda e intoxicación informativa, han desatado una ofensiva contra el FMLN y el Gobierno actual, que antes por razones obvias, no existía (hoy, por ejemplo, es indigno y despreciable, denunciar y buscar a los inveterados corruptos que nos han saqueado desde siempre… diciendo que esto es persecución política… ¡antes solo se callaba!)
Pues bien, haciendo uso del llamado “poder mediático” estos canales subsidiarios de gigantes empresas extranjeras, que se han visto involucradas hasta en actos ilegales y que siempre están, extrañamente presentes, dónde hay fraudes electorales, golpes de estado, desestabilizaciones, etcétera, han recurrido a esta especie de freak show, explotando la morbosidad de la gente, para llamar la atención y captar audiencia, que tristemente, termina creyendo en que esta superchería es verdaderamente genial.
Como sacados de una máquina del tiempo, estos fenómenos políticos, llamados “analistas” (como si eso fuera un título) nos sobrecogen todas las mañanitas (cuando tomamos nuestro desayuno, como para que nos dé agruras) hablando cualquier bobería, sin importar que sea incoherente, con tal de que hable mal de esta gestión de gobierno y del FMLN, desgranando epítetos hasta inventados (como la izquierda burguesa) y otra serie de pifias, que no obedecen ni de cerca a la ciencia política, ni a su compendio empírico, ni mucho menos a su contenido teórico-científico.
Entre estos personajes del freak show en boga, figuran resentidos «pretentious and pseudo intelectual jargon» como suele decirse en inglés, que su más caro anhelo fue haber sido líderes de la izquierda orgánica y no pudieron; especuladores que un día se llamaron “revolucionarios” (de nuevo sic!) y lo único que querían era salir en la foto (además nunca se la jugaron aquí en el país); tránsfugas que cambiaron de genitales… perdón, de ideología, como cambiarse las medias; enanos intelectuales tan presumidos que creen que son gigantes; bohemios que pontifican como en una rueda de bebedores; fascistas insomnes (casi sociópatas) cuya verborrea ultraderechista sólo es comparable con su indigencia intelectual; petulantes condescendientes, que se ofrecen al mejor postor… en fin un verdadero vodevil. Para completar el show, cada vez que hay elecciones, sacan de sus polvorientos sarcófagos a verdaderos personajes de espanto, para que nos “ilustren” con sus sobrenaturales análisis acerca de la democracia y las fuerzas políticas.
La mayoría de estos personajes, para su “análisis” utilizan discursos, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantil, buscando obtener una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico, como la de un niño, nos advierte N. Chosmky.
Por su parte, el prodigio del transfuguismo de los otrora “izquierdistas” y la aparición fantasmal de verdaderos energúmenos fascistas en el palenque político, es una manifestación que nos la podemos explicar desde el hecho de que cada día, la lucha de clases se dibuja más claramente en esta sociedad de desigualdad casi absoluta: de un lado la oligarquía burguesa, su partido fascista y los coleópteros que revolotean a su alrededor, que a pie juntillas se han convencido de que “….quizás el capitalismo pueda llegar a ser más humano…” (Sic!) Del otro lado los explotados y marginados que siempre pagan “el pato”.
Ad portas de concretar nuestra segunda y definitiva victoria sobre los ultraderechistas oligarcas, el FMLN debe enfrentarse a este fenómeno de los tránsfugas, que en generosa alianza con las derechas, perjuran contra la primera y única fuerza política, capaz de realizar los cambios históricos que den al pueblo su digno lugar en la historia.
¿Tenemos desde la izquierda alguna cuota de responsabilidad en todo esto? Sin duda que sí. La izquierda consecuente, la de principios incorruptibles, la que sigue siendo en su esencia, popular, debe fortalecerse y articularse a los movimientos sociales en una propuesta de democracia de base, asamblearia, radical y de desarrollo de una vanguardia sólida. Entre otras, es la única garantía de no burocratizarse. Supone abandonar la concepción de que los sindicatos y los movimientos sociales sean simples votos o correas de transmisión del partido. Supone integrar la democracia electoral actual, a este proceso de consolidación junto al pueblo.
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