Guillermo Antonio Guevara Lacayo
Hace cuarenta años aquel último fin de semana de febrero, no fue una excepción, como todos los fines de semana lo había pasado en Sensunte. A la sazón todos los jueves a buena mañana me iba para mi pueblo a atender el bufete de abogados que teníamos con Melvi Rigoberto Orellana frente al parque Luciano Hernández.
Me sentía con cierto cargo de conciencia porque no había ido a solidarizarme con los compañeros de la UNO (Unión Nacional Opositora) que hacía ratos protestaban en la Plaza Libertad por el fraude oficialista en las elecciones presidenciales de ese año 1977.
Tome la decisión ese domingo 27 de ir en la noche a unirme a la protesta en la ciudad de San Salvador. Tipo cuatro de la tarde en el Volkswagen anaranjado pasé a recoger a la Seca a quien fui a dejar temprano de la noche a casa de las Sol que vivían por la 29 calle poniente en la colonia Layco. Fui a aparcar en la Plaza Barrios frente a la Catedral Metropolitana, dirigiéndome a pie hacia el oriente sobre la segunda calle en donde a la altura de Goltre Liebes en la esquina con la 2° avenida un compañero con apenas un revolver 38 requisaba a los que se dirigían hacia el centro de la protesta. Estaban allí entre otros que no puedo recordar el ingeniero Ovidio Hernández Delgado y el doctor José Antonio Morales Erlich al igual que yo miembros del Partido Demócrata Cristiano, algunos militantes de la UDN y unos militares que habían acompañado al coronel Ernesto Claramont Roseville en aquel intento electoral para sacar del poder a la dictadura militar que nos gobernaba. Fórmula nueva con un coronel de candidato apoyado por toda la oposición política nacional.
CAFÉ EN EL PETE´S DONUT
Tipo once la noche me dijo el ingeniero Hernández Delgado, mirando su reloj dicen que a la media noche nos van a venir a sacar, pero todavía hay tiempo de irnos a echar un cafecito al Petés ubicado frente a la Embajada de estados Unidos sobre la 25 avenida Norte. No recuerdo si además pedimos algo de comer, pero echándonos el cafecito estábamos cuando paso con rumbo norte como yendo hacia el cuartel San Carlos un par de camiones con soldados. Vámonos dijo Ovidio estos ya van quizá para la plaza. Regresamos a la Plaza Barrios y luego al monumento de la Plaza Libertad, en donde ya había un alto grado de excitación. Toño Morales señalando una cubetas de agua dijo por si tiran gases lacrimógenos mojan sus pañuelos o un trapo y se tapan la nariz. Alguien recordó hay que uir a la iglesia del Rosario cuando vengan los chafas. Como a la una de la madrugada del lunes 28 de febrero por todos los rumbos cardinales exceptuando la 2º calle hacia el oriente por el edificio de la cafetalera, aparecieron las tanquetas de la Fuerza armada acompañadas por soldados y miembros de los cuerpos de seguridad que en una operación combinada se dirigían hacia la plaza. Con alto sentido patriótico empezamos a cantar el Himno Nacional y encaminarnos sin correr hacia la iglesia que sabíamos abierta expresamente a pesar de la hora.
Un grupo se quedó cantando y otros hacíamos el esfuerzo de entrar las torres de sonido instaladas en unos camioncitos Dina al perímetro del parqueo cerrado del Rosario. Se empezó a oír el traqueteo de las armas automáticas disparando y el sordo ruido de las tanquetas avanzando igualmente sin piedad sobre la multitud indefensa y desarmada. Gritos de dolor, muerte mezclados con órdenes militares.
El tañido de las campanas del Rosario pidiendo al aire Democracia y libertad.
DENTRO DE LA IGLESIA.-
Sabíamos que no debíamos salir ni siquiera a ver el reguero de dolor y muerte en las afueras, con la esperanza de que al salir podríamos de algún modo auxiliados.
Antes de que saliera el sol todavía bajo las sombras empezaron a llover al interior bombas de gas lacrimógenas, llanto y picazón fuerte generalizada en las gargantas de la gente que empezó a empujar hacia la salida en un acto desesperado para respirar, cedieron las puertas, obligándonos a muchos que no queríamos salir a regresar a la calle. Empujando en la marea humana me vi de pronto en el atrio y luego en la calle, la única salida despejada hacia el oriente sobre la calle Delgado caminando hacia el Zurita. En el triángulo de la avenida Independencia abajito de donde estuvo el Chino Pio Díaz, les dirigimos la palabra a los del grupo caminante. Jorge Acosta del UDN y yo tratando de que la gente se apaciguara diciendo que camináramos hasta que amaneciera totalmente talvez ya pasando San Martín. Paso un vehículo como panel enfrente sobre la avenid, lleno creo de policías, sin detenerse pero despacio.
Pasamos por el reloj de flores y La Constancia, por la Lotería de Cartones, el Don Bosco y la terminal de oriente.
SIN SALIDA.-
Pasada la terminal a ambos lados del Boulevard del Ejercito hay unos taludes que no son fáciles de escalar, a la altura de la calle que viene de la Colonia Quiñonez estaba un gran número de uniformados con gorros navarone, lo cual no presagiaba nada bueno y cuando tratamos de volver atrás otro contingente ya se había apostado frente a la terminal.
Éramos alrededor de 80 o talvez más, el oficial al mando grito se van a empezar a ir en grupos de cinco. Hicieron un tunelito como diez agentes de cada lado: pasá hijueta, patada, trompón, culatazo planazo con el corvo, de por medio, pasá para arriba. Se fue el primer grupo en medio de la llovizna de golpes e improperios, el segundo, el tercero………… se escucharon disparos por el redondel frente a la terminal. Yo seguía en el siguiente grupo: patadas, trompones, planazos …..y el grito que apenas distinguí, me zumbaban los oídos de un planazo , ese que no se vaya es de los dirigentes. Me esposaron, a empellones llegue a un volswagen viejo que al alba no se distinguía si era blanco o beige, en donde en el asiento de atrás había otro esposado que por su barba al principio creí que era David Trejo pero no. Empujado atrás se sube otro a la par del conductor, el carro empieza a caminar hacia el poniente. Lloraba de impotencia y cólera, no por el dolor de los golpes, se voltea el acompañante me cruza la cara de un puñetazo diciendo con sarcasmo .conque bravito. A la altura del Don Bosco un hombre patojeando. Conque no te has ido para tu casa dos disparos y al suelo.
Cruzamos a la derecha hacia la 24 por la Tiendona. Vamos para la guardia pensé. Cruzamos hacia la garita frente a la maestranza apaga y enciende las luces el cacharro: donde ponemos estos hijos de puta? Hay vean donde esto está lleno hasta la mierda.
PARA EL HOYO.-
Marginados. Los marginados oficialmente no existían, no había ni entrada ni salida.-
Nos llevaron a una especie de torre de vigilancia, debajo después de algunos travesaños de una escalera hecha con rieles de ferrocarril se encontraba otro prisionero. Joven con talle de obrero. Todos callados mi compañero del V.W y yo, nos acomodamos en el suelo al amanecer de aquel 28 de agosto de 1977.-
Cuando aclaro un poco con la luz solar, siempre en penumbras reconocí al democristiano profesor Rafael García quien al correr de los años seria luego director de la Escuela Dolores Larreynaga de Quezaltepeque.-
Música marcial en los altoparlantes de la de Hacienda. De a poco empezamos a sentir el dolor de los golpes de la madrugada, sentados en el suelo encementado.
En el transcurso de la mañana todos defecamos y empezamos a sentir la realidad de nuestra situación. En una ventana tapiada, de la cual quedaba únicamente un pequeño agujero, estaba un recipiente de un cuarto de aceite de motor sin tapadera, lleno de agua con cucas y arañas; me disponía a botar el agua cuando no la bote, nos puede salvar la vida, solo hay que sacarle los animales dijo el obrero.-
Al día siguiente cuando empezó a apretar la sed dimos gracias a Dios, quien a través de nuestro amigo que resulto ser de Ahuachapán nos enseñó que un pedazo de tela mojado en los labios la mitigaba.
El primer día paso en relativa calma, a partir del segundo empezaron a llegar a la entrada arriba uno que otro a chejear el G3 gritando ya los vamos a matar hijos de puta. En una de esas cuando ya nos habíamos recuperado un poco: Rafael dije ahora gritemos el pueblo unido jamás será vencido …..caaallate Toño nos van a matar de verdad estos cabrones.-
A los tres días durmiendo en el suelo ya no hay lado para acostarse pues el cuerpo duele parejo pero el cansancio al final nos vencía.
Pensaba que de matarnos seria por la noche, empezaba la angustia después que pasaba pitando el tren tipo seis de la tarde. Una noche si pasamos en vela pues temprano nos enseñaron unos costales. Ustedes andan diciendo que vamos a tirar muertos al Lago del Cerrón, en estos los vamos a meter hoy en la noche. Y dejaron sin candado la puerta metálica de salida.-
Hambre no sentía, solo por ratitos. Bastaba con saberse con vida todavía y mientras hay vida hay esperanza.-
El tipo de música en los parlantes fue cambiando de tono y ya a fines de semana no era marcial si no más suave.
Nuestro amigo obrero nos aconsejó si dan algo de comer coman poquito dos o tres mordidas bien masticadas y ya.-
AFILIACIÓN.-
Si sos un grandísimo pendejo…….
El primer sábado de marzo nos llegaron a sacar del hoyo y en una especie de oficina: un interrogador y un escribiente en una Underwood vieja. Nombre Guillermo Antonio Guevara Lacayo- Alias? No tengo- como no vas a tener si todos ustedes comunistas tiene uno- No soy comunista y tampoco tengo- Profesión u oficio: Abogado.- Como decís, si sos un grandísimo pendejo en lugar de dedicarte a hacer pisto andas en pendejadas. No mi sargento-el escribiente- los pendejos somos nosotros, estos viejos hijos de puta al haber cambio de gobierno caen en buenos puestos y nosotros aquí vamos a seguir jodiendo gente.- Cállate recluta insolente y seguí escribiendo.
Al final del interrogatorio unos yoyos(Tortillas con casamiento en medio) recordá- dos o tres mordiditas y ya. Termina la dieta de una semana, unas cuantas libras menos.
LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
Luego de nuestro ingreso oficial a la Policía de Hacienda, gracias Señor. Al fin existimos nuevamente para el mundo.- Veía cerca la Libertad.
A estas alturas ya mis padres pensaban en hacerme el novenario.
Mi tía la Madre Adela Guevara de las Oblatas del Divino Amor, había convencido a Monseñor Romero de ir a preguntar si estaba en la benemérita Guardia Nacional, Hospitales, Cuerpos de Socorro, Policia Nacional y nada.-
Mi padre un chispazo- voy a ir a donde el coronel Luis Roberto Flores amigo y militar pundonoroso. Toñito si el cipote vive te averiguo donde está o si no donde está enterrado.
Un día de tantos llego un policía soy de San Isidro del llano de la hacienda para ser exacto, conozco a su papá, haga un papelito diciendo que está preso cerca de la Tiendona sin mencionar la P.H; consígame por vida suya un papelito y un lápiz, llévelo por favor a la 20 avenida norte 1941- ahí vivían mis hijos mayores con su madre Daysi Puente.-
EL BAÑO.-
El segundo viernes de marzo a los doce días atardeciendo nos llevaron a los baños de agentes a que nos diéramos una bañadita. Aquí hay una gillete si te querés rasurar sin más.- Hum!! Después amanezco degollado. Y solo fue. Pedazos de jabón por aquí y allá, baño al final, la misma ropa chuca pero se siente mejor.
Nos pusieron en celdas, adiós hoyo. Creí que al siguiente día saldríamos.-
Fin de semana en celda, luz, sol, agua, yoyos no más putiadas. Lunes nos pasaron a la Policía Nacional, ahí se compraba comida o cualquier cosa me apeteció algo fresco conseguí tomates y rábanos- una delicia al paladar.
El martes llevaron a unos que venían de la Guardia Nacional y alcance a ver al Doctor Ricardo Leiva que había sido nuestro candidato del PDC a alcalde de Suchitoto, con el aguatero le mande a preguntar que si quería alguna cosa- para gustos los colores – por favor consígame un jabón de olor- un Palmolive de motel un peso.-
Finalmente creo miércoles ante el juez especial de Policía: Dr. Oscar Santamaría (nos conocimos de la Facultad y de la Asamblea pues fue oficial mayor) lo siento Toñito te tengo que poner la multa- de que me acusan: de poner estas tablas con clavo-miguelitos- y atacar a un policía- conque- con este cuchillo-(de cocina y mojoso).
Mis papas pagaron la multa, nos abrazamos lloroso y fuimos a la iglesia de Monserrat donde estaba el padre Raúl Angulo.
Gracias Diosito.
Por regresarme con vida.
En Enero de 1980 cuando me juramentaba como Fiscal General de la República me acorde de lo dicho por el escribiente de la policía de Hacienda….
Debe estar conectado para enviar un comentario.