Julio Martínez, investigador
Sobre los Historiantes en El Salvador
La danza-teatro de moros y cristianos es conocida en toda América, a veces con nombres distintos y otras, con variantes muy parecidas. Los moros, la historia, la historia de la conquista, la danza de la historia y otros nombres están referidos a una sola tradición, a la que conocemos en El Salvador con el nombre de Los Historiantes, y que es sin duda, la tradición danzaría popular de mayor vitalidad hasta hoy. Su origen se remonta al año 711 (Segura Gonzalez, 2011), momento histórico para la península ibérica (no España) que marca el inicio de una avalancha musulmana para la instalación de Al Andaluz, el nombre que los musulmanes dieron al territorio conquistado. Su ocupación duro casi ochocientos años, hasta el momento último de la reconquista, la toma de Granada y la salida del Rey Boadbil, Muchos musulmanes se “convirtieron” al cristianismo para quedarse en España (Expósito Martín, 2011).
Percepción de la llegada de la llegada de Los Historiantes a nuestra cultura
La manera como se establecen Los historiantes como una tradición en la cultura popular no es suficientemente clara para quien no lo estudie con mediana profundidad, incluso entre personas con formación académica hay ciertas dudas sobre el origen de la danza y parlamentos o textos. En adelante se usará parlamentos para referirse a los guiones del dialogo del teatro de moros y cristianos o historiantes.
Aun cuando se utiliza de manera ambigua los conceptos de danza y baile, haremos distinciones: La danza es un arte que a través de movimientos tiene un significado simbólico. El baile es entretenimiento, y aun cuando igualmente utiliza movimientos, estos son al gusto y criterio del bailador. El baile también puede ser simbólico, a veces sin, a veces con intención.
Uno los antiguos miembros del grupo de Historiantes de Cuisnahuat, acerca de la llegada de la tradición de los historiantes solo pudo decir que:
“La danza llegó de Teotepeque, después a Ishuatán, y hasta después a Cuisnahuat, más antes no sé. No, no sé quién hizo la historia, lo que le puedo decir es que ya no viven” (Moisés, 2016)
No es extraño que suceda esto, pues han existido varias sistematizaciones, unas más profundas que otras, y su difusión queda entre un grupo de académicos o intelectuales. Los más antiguos abordajes acerca de los historiantes, quizá sean los de María de Baratta (Baratta, 1951) , (no he encontrado estudios más antiguos) y tangencialmente también los aborda Dagoberto Marroquín en el caso particular de la Monografía de Panchimalco, dedicándoles un par de párrafos apenas, creyendo yo, que no consideró de importancia esa tradición.
En efecto, Marroquín (1974) considera los elementos culturales de Los historiantes como de un valor secundario, fundamentalmente porque en su idea, el hecho de que las historias tuvieran anacronismo, y que además se incluyeran elementos propios de la cultura de los pueblos originarios, los hacía de menos valor en contrario de considerarlos enriquecidos y estudiar las razones que promovieron dicho enriquecimiento:
“Los anacronismos de estos relatos son notables. Nuestro famoso y popular bandido Partideño aparece colocado como Rey Moro, así como los emperadores aztecas y sus ayudantes… también interludios de recitación en los cuales los danzantes vociferan a través de las máscaras los mal aprendidos versos de los libretos en forma tal que es imposible captar el sentido de la recitación…” (Marroquín, 1980)
Reviste importancia que se pueda desarrollar un estudio acerca de cómo los parlamentos, los personajes, el sentido de las historias han evolucionado a lo largo del tiempo, una tarea muy difícil considerando la ubicación de las fuentes.
Hay casos en los que el teatro no cuenta con parlamentos, o al menos existe la idea que no hay tales parlamentos, como bien lo mencionan en Cuisnahuat:
“El equipo (grupo) que está ahora solo tiene movimientos, ni hablan ni conocen la historia” (Moisés, 2016)
La danza parece tener un mayor arraigo cultural que los parlamentos, textos o historia. Quizá por ello, es que hay algunos casos en los que el origen extranjero de la historia es difuso, y en otros ni siquiera se sabe:
“Son de lejos, de Francia, de España, ahí lo dice, hasta de Finlandia, solo que hay unos que entienden la historia y otros que no entienden nada” (Ramón, 2016)
En este nivel de comprensión de las historias, la danza y el teatro parece existir una versión ingenua de la inserción de la historia. No pasa a todos por igual; desde la perspectiva de algunos se atribuye una intencionalidad ideológica en la enseñanza de los historiantes:
“Las historias nacen de los cristianos en su lucha contra los moros, ellos tenían sus propios dioses como Mahoma, así que la historia la trajeron los frailes y los españoles” (Vasquez, 2016)
Como se nota, existe la certeza que detrás de la historia hay un afán de influir en el pensamiento de los pueblos originarios y, además, de mostrar que el Dios cristiano es más poderoso que los “otros dioses” de los musulmanes.
La religión de acuerdo a esta explicación se auxilió de los moros y cristianos para introducirse en la ideología y la cultura de los indígenas. Sin embargo, Cortez y Larraz en 1776 expresa:
“Asimismo ha notado, que unos bailes que usan los indios en sus fiestas y llaman historias de moros, se atreven con notable desacato a danzarlos dentro de las propias iglesias, a que concurra mucho número de gente de ambos sexos y de todas las edades y que lo más que ha conseguido es, que salen a hacer dichas danzas en el cementerio…” (Cortez y Larraz, 2000)
Cortez y Larraz español como es, parece desconocer la danza o “baile” como lo llama, de los historiantes, o en su descripción, “historias de moros”, a los que considera en cierta forma irreverentes. La región de nacimiento del cura, Zaragoza, es alejada de la zona con mayor incidencia de los historiantes en España como indicado por Santelman (2002), lo que podría explicar el hecho de que él asume una postura de no saber sobre la historia u origen de la danza-batalla.
Los relatos de Los historiantes, generalmente abordan el tema de la supremacía de los cristianos, basados en la expulsión de los moros del territorio español. ¿Por qué, pues, no mostrar la victoria de los cristianos y así mostrar el poder del dios para el que se estaba evangelizando?, eso daría sentido a la postura de instrumentalizar a los historiantes para ideologizar al indígena:
“Así para que dejaran de creer (en sus propias historias), la religión católica pensó y enseñó los historiantes (a los originarios)” (Vasquez, 2016)
No es extraño, los procesos de dominación de los pueblos, implican también lograr el sometimiento ideológico, así vemos hoy día eventos en los que, a través de la música, el consumismo, la moda, se ejercen las dominaciones, el ejercicio del poder no tiene por qué ser violento físicamente, la violencia puede llegar de maneras sutiles.
También existen hoy día conflictos en los que los dominantes se encargan de borrar los elementos culturales identitarios de los vencidos, como en el caso de Sarajevo y la destrucción de la biblioteca por parte de los serbios en 1992.
Referencias
Baratta, M. d. (1951). Cuzcatlán típico. San Salvador, El Salvador: Publicaciones del Ministerio de Cultura.
Cortez y Larraz, P. (2000). Descripción geografico moral de la diocesis de Goathemala. San Salvador, El Salvador: Dirección de Publicaciones.
Expósito Martín, F. J. (2011). RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN DEL SUR PENINSULAR EN EL SICLO XIII. Temas de educación, 1-7.
Marroquín, A. (1980). Panchimalco: investigación sociologica. San Salvador, El Salvador: Dirección de publicaciones, Ministerio de educación.
Moisés, L. (10 de octubre de 2016). Cuisnahuat. (J. Martínez, Entrevistador)
Ramón, T. (11 de octubre de 2016). Izalco. (j. martinez, Entrevistador)
Segura Gonzalez, W. (2011). El comienzo de la conquista musulmana en España. Al Qantir Monografías y documentos sobre la historia de Tarifa (págs. 92-135). Cadiz, España: Al Quantir.
Vasquez, M. (12 de octubre de 2016). Santo Domingo de Guzman. (j. martínez, Entrevistador)