Mauricio Funes
Expresidente De La República De El Salvador
Entre los candidatos de @arenaoficial encontramos muchos “disque” humanistas que creen que la vocación de servicio público es cuestión de caridades o de sobras.
Y no es de extrañar cuando responden a un partido político que por décadas ha sido insensible a los problemas sociales y redujo, pharm cuando controló el Ejecutivo, medicine las políticas sociales a mero asistencialismo o a rebalses de vaso que nunca llegaron.
Recuerdo que uno de los más importantes financistas de este partido, site quién dicho sea de paso preside una importante empresa regional que por años declaró pérdidas para evitar pagar impuestos, me comentó una vez que su entrega a las causas sociales lo hacía precisamente el día de su cumpleaños, que lo destinaba a “pintar” casas de pobres.
Su filantropía se reducía a destinar la mañana y tarde de su natalicio, ya que la noche no podía menos que conmemorarlo con un suntuoso agasajo, a mejorar la fachada de la casa de una familia pobre, probablemente seleccionada al azar.
Planteadas así las cosas, si en el mejor de los casos viene pintando casas desde hace algunos años, al término de su vida útil habría mejorado la apariencia de una docena de moradas humildes.
Con esta concepción de la responsabilidad social es lógico entender el rechazo visceral que mantiene la fuerza política a la que financia frente a las políticas sociales y las ayudas estatales.
Aquí se aplica aquella expresión acertada del Presidente Mújica, quién dijo que para aquellos que no conocen el hambre y la miseria, las políticas sociales no son más que despilfarro gubernamental.
Por eso no es de extrañar que por años los tanques de pensamiento de la derecha oligárquica hayan insistido en privatizar los servicios públicos y eliminar por completo los subsidios, además de sugerir recortes sustanciales en el gasto social gubernamental. Si no fuera por la intensa lucha de las organizaciones sociales en el pasado, el agua y la salud ya estarían privatizadas.
Uno de los programas, tanto del anterior gobierno como del actual, que más críticas ha enfrentado de parte de estos sectores es justamente la entrega de paquetes escolares a estudiantes de escasos recursos en todo el país.
Hace unos días el principal editorialista de El Diario de Hoy sostuvo, incluso, que la entrega del vaso de leche carecía de sentido, puesto que este programa no ayudaba a mejorar la calidad de la educación en el país.
En su buen entender, los recursos del gobierno deberían destinarse mejor a proporcionar libros de textos a los estudiantes que permitieran cultivar su inteligencia.
Esta propuesta pasa por alto el hecho que mientras no mejoremos la alimentación de nuestros niños y niñas, las posibilidades de su aprendizaje continuarán seriamente limitadas por los altos niveles de desnutrición de buena parte de éstos. Bien dice el pueblo que con la panza vacía no se puede ni pensar.
Aunque también revela, sin decirlo, el resentimiento provocado por haber perdido el millonario negocio de la impresión de estos libros de texto, que en el pasado los gobiernos de ARENA entregaban a la editorial de su grupo familiar.
Cuando el subsidio al gas no pasaba de ser un redondo negocio para unos cuantos funcionarios que recibían una tajada de parte de las empresas gaseras favorecidas con la ayuda, además de fomentar el contrabando de tambos de gas hacia países vecinos, su eliminación o cambio se volvía una necesidad impostergable.
Ahora que los beneficiarios de esta ayuda gubernamental son 1 millón 200 mil hogares de escasos recursos, lo que constituye más del 75% de los hogares salvadoreños, su reducción no deja de ser una insensatez y una evidente insensibilidad de quiénes proponen e insisten en esta medida.
Me causa risa escuchar que uno de estos candidatos, que se presenta como “unpoliticomenos”, sostenga que “muchos de los candidatos de ARENA estamos rescatando la importancia de lo social en las nuevas soluciones”.
A qué nuevas soluciones se refiere si la práctica habitual de la bancada arenera ha sido, justamente, la de bloquear el financiamiento hacia la continuidad y profundización de los programas sociales?
Semejante cinismo es similar al del empresario que se ufana de pintar una casa de pobres el día de su cumpleaños, mientras maquilló por años la contabilidad de su empresa para evitar cancelar los impuestos que debería pagar.