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En el marco de los 25 años de la Firma de los Acuerdos de Paz se desarrolla el foro Transformación Política en Centroamérica: retos para profundizar la democracia. Participan Donald Méndez, de Nicaragua; Sara García y Leonel Herrera, de El Salvador. Foto Diario Co Latino

Los jóvenes centroamericanos continúan buscando la paz social

@RosmeriAlfaro

Para la juventud centroamericana, es claro que el fin de la guerra no implicó la paz social. Para ellos, las negociaciones de paz en El Salvador, Guatemala y Nicaragua son un referente importante, pero son negociaciones que se dieron en conflictos estancados sin vencedores y un diálogo fungido por la fuerza de las armas.

La violencia estructural es uno de los factores que preocupa a las juventudes. En este sentido, según Donald Méndez, del Instituto de Estudios Estratégicos y de Políticas Públicas de Nicaragua, la guerra no implicó la conquista de la paz, “aún existen en las sociedades factores causales que llevaron en décadas pasadas al conflicto armado”.

“La violencia estructural y multidimensional es el mayor factor generador de violencia de la región, es la base donde se sienta la vulnerabilidad que caracteriza la vida de la mayoría de juventudes de Centroamérica”, dijo el Méndez en el panel conversatorio: Transformación Política en Centroamérica: retos para profundizar la democracia, realizado en el marco de conmemoración del 25 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador.

Para el panelista, la naturaleza del contexto actual de violencia es muy diferente, pero existen continuidades históricas, estructuras sociales, políticas y económicas que no fueron alteradas por los conflictos armados ni luego de la firma de los acuerdos de paz.

“Las juventudes son el producto de su medio y del tiempo que les ha correspondido vivir, una sociedad violenta”, dijo.

El primer factor de violencia tiene que ver con el crimen organizado, las maras y las fuerzas de seguridad y justicia.

Testimonios de jóvenes centroamericanos, señaló, muestran que la criminalidad organizada estimula las actividades subsidiarias violentas. Las pandillas o las maras se presentan como un grupo de referencia donde los jóvenes se sienten aceptados y prevalece la lealtad, la estima afectiva, la identidad sumada a la satisfacción de necesidades básicas. Se estima que en la región centroamericana hay alrededor de 70 mil pandilleros.

Otro de los factores es el abuso de la policía o autoridades judiciales. Un estudio sobre seguridad pública en Centroamérica y México refleja que el 47% de los entrevistados consideran que la policía en la región está involucrada en la violencia.

Otra de las dimensiones de la violencia tiene que ver con la violencia de género e intrafamiliar.

“Las formas de violencia o abandono de los padres no solo contribuyen a desarrollo de conductas antisociales sino también a la baja autoestima y desesperanza que limitan la posibilidad de los hijos e hijas a internalizar pautas de control lo que se traduce en la incapacidad de dejar los sentimientos agresivos”, indicó Méndez.

Uno de los riesgos de una situación familiar violenta es que los jóvenes llegan a considerar que es una situación normal aceptándola y creyendo que es algo que les pasa a todos.

Otro de los panelista fue la salvadoreña, Sara García de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local, para quien una democracia que discrimina y es excluyente solo perpetua las situaciones de injusticia de inequidad y precariedad.

“La paz posibilitó construir democracia. ¿Pero por qué las mujeres tenemos que enfrentar muchas barreras para acceder a la justicia y a un derecho básico?”, se cuestionó.

“Tener democracia implica asumir todas las dificultades que enfrentan las mujeres. Luchar desde la interseccionalidad, unir nuestras voces contras esa violencia machista y patriarcal que está caracterizando el país”, enfatizó García.

Ambos panelistas coincidieron en que la inequidad es otro de los factores que preocupa a las juventudes.

“Nos han convencido de que el que vivamos en sociedades tan segregadas es natural. Es importante que los jóvenes no hagan las cosas como lo hicimos la generación anterior, así no va a ver cambios. Debe haber compromiso”, aseguró Méndez.

La posibilidad de sociedades distintas, dijo, pasa porque la juventud diga: no voy a predicar, pero en mi vida personal voy a dar el ejemplo y lo voy a hacer de manera distinta.

  

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