Álvaro Darío Lara
El pasado miércoles 22 de febrero en las instalaciones de la Casa de la Cultura de Ayutuxtepeque se llevó a cabo la exposición pictórica del joven artista Carlos Rosas denominada “Abstra-Scenica”. El evento fue organizado a iniciativa de dicha institución, bajo la responsabilidad de su director, licenciado César Rogelio Calderón, y contó con la participación de artistas y público invitado.
Las palabras alusivas estuvieron a cargo de la dirección del centro cultural, y la presentación del artista por el Maestro Héctor Hernández quien se refirió al expositor como: “poseedor de un marco teórico” que le ha permitido “una adecuada estructura compositiva”.
La obra de Rosas en el decir de Hernández posee un eje estructurado, un manejo de texturas y una interacción importante entre el espacio, las formas y el color. El Maestro Hernández enfatizó que, al cuadro, a la obra de arte, se accede principalmente por la sensibilidad. Describió también la exposición como “un hermoso proyecto humanístico”.
La parte musical del evento la ejecutaron los jóvenes Diego Miranda (en el teclado) y Óscar Panameño en la guitarra. La poesía fue ofrecida por el Maestro Walter Molina.
Sobre su propia obra el artista nos dice: “Abstra-Scenica busca proyectar rasgos compositivos desde la vía gestual, estudiando para ello múltiples factores implícitos que inciden en su realización, siendo entre ellos el método y proceso de creación y las diversas aplicaciones intelectuales y técnicas del oficio. Como lenguaje predilecto para proyectar su finalidad presenta las figuras de universo con formas orgánicas y curvas y céntricas, pareciendo estas existir en la amplia expansión de su entorno compositivo espacial, evocando con ello diversidad de analogías ilusorias al universo. Con la construcción de dichas representaciones del universo, Abstra-Scenica busca eliminar desde su proceso de creación la concepción romántica de la preexistencia de la obra de arte como tal en la mente del creador, dado que antepone primeramente el creador un proceso analítico de conocimiento, depuración y de observación para la ejecución y materialización de las diferentes etapas de la creación”.
No hay duda que mantener vivos los espacios culturales institucionales, supone un compromiso mayúsculo por parte de sus autoridades, actores artístico-culturales y comunidad. Sin embargo, un ejemplo vivo de esta entrega, donde dicha tríada se conjuga muy efectivamente fue la puesta en escena del trabajo del artista plástico Carlos Rosas. Una obra que data de 2018 y que tiene un carácter itinerante, para lograr llegar cada vez a un público más amplio. Estuvo anteriormente en Casa de la Cultura de San Salvador; en el mes de julio va hacia la Universidad Don Bosco y en agosto llega a la Casa de la Cultura de Apopa.
Experimentando con diversas técnicas tradicionales y con otras modernas, que incluyen lo digital, Carlos Rosas ha venido construyendo un mundo muy particular, muy personal. Apasionado por el poder evocador del color, las superficies y las formas caprichosas del arte. Su propensión a la abstracción es notoria, como su deuda con los grandes maestros: Vasili Kandinski, Arheim Rudolf y Wucius Wong.
Sus dieciséis obras expuestas testimonian su gran afecto al mundo de la ciencia, particularmente a la cosmología. Así, estos cuadros realizados bajo la técnica del acrílico sobre papel, nos evidencian una explosión de color, donde los rojos, los azules, los amarillos, los verdes, nos llevan de paseo por un universo que se nos antoja sanguíneo, descarnado y frutal, donde la sensibilidad de cada quien puede transitar en un viaje prometedor hacia un mundo de respuestas personales. Respuestas que poco tienen que ver con la complicada intelección, ya que se trata de interiorizar sensiblemente esos universos posibles, donde encontramos la eterna continuidad de lo que existe. Una realidad sideral, más allá de todos los afanes terrestres. El único y maravilloso universo interior.
Disfrutando de estos cuadros he pensado en el principio atribuido a Hermes Trismegisto, donde mediante una sabia analogía se establece la comunión entre tierra y cielo, entre humanidad y divinidad: “Como es arriba es abajo”.
Espejos mágicos y misteriosos estas pinturas de Carlos Rosas, salidos del jardín de sus sueños. Laberintos cromáticos que vienen a demostrarnos nuestra naturaleza trascendente.
Felicidades al artista y a la Casa de la Cultura de Ayutuxtepeque por mantener viva la bella llama del arte.
La exposición estará abierta hasta el mes de mayo, y la entrada es completamente gratis.