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Monseñor Romero es una inspiración y ayuda en la vida de cada uno, es un ejemplo, a tener un modo de comportamiento que sea consecuente con la palabra de Dios, así lo expresó el padre Vicente Chopin, durante la eucaristía dominical celebrada en la cripta de Catedral Metropolitana.
“Hemos venido a fortalecernos con el hombre y santo salvadoreño, Monseñor Romero que cuida del jardín de El Salvador, de las personas que dan mejores frutos, él es nuestra inspiración, porque los mártires son los que sostienen a la Iglesia”, afirmó el religioso.
Asimismo, se refirió al pasaje bíblico que narra cómo los viñaderos asesinan al hijo del dueño. Es de hacerse la pregunta quiénes son los viñaderos asesinos de este país, porque en su momento Monseñor Romero lo expresó, al decir que son la clase dirigente, la oligarquía y los grupos de poder.
Para Chopin es extraño que en el país hay personas quienes aún no conocen la tumba de Monseñor Romero y sus despojos, que son un tesoro para su pueblo, porque lo que se encuentra en el mausoleo no es un muerto, es una víctima de “viñaderos asesinos” de este país.
A la vez, se refirió que hay una constante en la historia del cristianismo a la hora de analizar el martirio, ya que desde Juan el Bautista, Jesús, hasta Monseñor Romero fueron asesinados por las clases dirigentes, todo por predicar la verdad y la justicia.
“Dios ha enviado y nos sigue enviando personas correctas como monseñor Romero, el justo asesinado por la oligarquía del país, junto con algunos obispos afines a las clases dirigentes. Pero Dios y el pueblo lo resucitó, nosotros somos testigos y por eso estamos aquí para que su memoria no quede votada, no solo venimos a admirar al Beato, sino a constituirnos en ejército, en una comunidad militante que pretende mantener la memoria de los mártires y no doblegarse de frente a los poderes establecidos”, aseguró Chopin.
Monseñor Romero es considerado el principal mártir salvadoreño, se caracterizó por denunciar las violaciones de los derechos humanos perpetradas por el Ejército y los grupos paramilitares en los años previos a la guerra.
El pueblo encontró en el beato, el guía espiritual, el hombre de la verdad, el hombre defensor de los pobres que estaba siempre con su sufrimiento. Romero es considerado por muchos una especie de “ancla” que estaba deteniendo una guerra civil en el país, ya que posterior a su asesinato se desató con más violencia las agresiones a campesinos y grupos vulnerables.
Romero en sus predicaciones reclamaba una sociedad justa, respetuosa de todos sus ciudadanos, dado que solo así, según la Biblia, puede haber paz, pero con un importante acento en los derechos de los pobres y oprimidos, como lo hizo Jesús y en la línea de una Iglesia pobre y para los pobres.
Atacado, despreciado y menospreciado por la clase dirigente del país, por su compromiso con los pobres, aislado por buena parte de la jerarquía de la Iglesia Católica de entonces, Monseñor Romero llegó a la gloria de los altares en mayo de 2015, por ser un defensor de la justicia social.
Romero fue reconocido mártir por su papel social, por su afán de justicia, por la defensa de los pobres y olvidados.