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Los mató la mentira y la obsesión propagandística

Por Leonel Herrera*

Al comisionado Mauricio Arriaza Chicas y demás fallecidos en el accidente aéreo del pasado 8 de septiembre los mató la mentira y la obsesión propagandística que caracteriza al régimen de Nayib Bukele y sus hermanos.

Sí. Todo apunta a que el apresurado traslado de Arriaza Chicas y demás jefes policiales en helicóptero, desde La Unión hacia San Salvador, respondía a la urgencia de llegar a tiempo a la conferencia de prensa montada por la Fiscalía oficialista para presentar como “trofeo publicitario” a Manuel Coto Barrientos, el ex gerente de COSAVI detenido en Honduras.

La sorpresiva captura de Coto Barrientos por la policía hondureña desnudó la mentira de la supuesta detención en Panamá y planteó a la Fiscalía y al gobierno salvadoreño la urgencia de aplacar la oleada de críticas ciudadanas en redes sociales.

Y para eso se montó el fallido operativo comunicacional que terminó con la caída del helicóptero UH1H de la Fuerza Armada y la muerte instantánea de sus nueve tripulantes, entre éstos el director general de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Arriaza Chicas; el subdirector de Áreas Especializadas, Douglas García Funes; el subdirector de Investigaciones, Pompilio Romero Torres; el jefe de comunicaciones de gabinete de Seguridad Pública, David Cruz; y Manuel Coto Barrientos, acusado de defraudar por 35 millones de dólares a los ahorrantes de COSAVI.

Desde la perspectiva comunicacional es válido señalar que, más allá de las teorías conspirativas (que sugieren un posible atentado o autoatentado), la mentira y la obsesión propagandística fue lo que dejó al bukelismo sin su “trofeo publicitario” y sin la cúpula policial clave en la implementación del régimen de excepción.

¿Qué más pérdidas o qué otras consecuencias tendrá este régimen empeñado en hacer propaganda para mantener a toda costa la popularidad del presidente inconstitucional y para evitar el deterioro de la imagen de su gobierno fuertemente golpeada por escándalos de corrupción, despilfarro de fondos públicos y violaciones de derechos humanos?

Hasta hace poco el costo de la obsesión propagandística del bukelato eran los cientos de millones dólares de fondos públicos desperdiciados en el funcionamiento de su gigantesco aparataje comunicacional, los altos niveles de desinformación, el adormecimiento de amplios sectores de la población, el espionaje y la persecución contra la prensa crítica; pero ahora ya costó también la vida de altos personeros del mismo gobierno que la padece.

¿Cambiará esta actitud gubernamental? Lastimosamente no, porque la esencia de las autocracias desinformativas como la que preside Bukele es la propaganda basada en la desinformación y la posverdad. De hecho, el gobernante de facto no tuvo ningún escrúpulo para convertir los actos fúnebres de los jefes policiales en sendos actos propagandísticos.

Y como para confirmar la continuidad de su obsesión propagandística, en la conmemoración de la independencia el pasado 15 de septiembre, Bukele hizo un espectacular derroche publicitario sobre alfombras rojas y frente a una formación de miles de soldados, que hace recordar escenificaciones del líder de la Alemania nazi, Adolf Hitler.

Así que la mentira y la propaganda continuarán, hasta que la verdad y la realidad finalmente se impongan.

*Periodista y activista social.

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