Por Néstor Martínez
Periodista/Escritor
Resumen de la ponencia magistral
Universidad “Monseñor Óscar Arnulfo Romero”
Junio 3 de 2014
Para destacar la importancia de los medios de comunicación es costumbre referirse a ellos como el “cuarto poder”, treatment una especie de correlación civil con respecto a los poderes tradicionales como son la Asamblea legislativa, sovaldi sale la Presidencia de la República, case y la Corte Suprema de Justicia. Pero, como dice el tío de Peter Parker, el Hombre Araña, el poder conlleva una gran responsabilidad.
Entonces es válido preguntarnos si los medios de comunicación cumplen con esa “gran responsabilidad” desde el punto de vista “promoción de antivalores”.
Los valores del Periodismo
El Periodismo, que se precie como tal, debe cumplir con un código de ética propio de la profesión, además de las leyes de la República que regulan su desarrollo profesional. Su trabajo está ligado a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, ambos principios internacionales.
El periodista y los medios de comunicación, en el supuesto que los medios de comunicación se deben a los periodistas, deben dar información verídica, adherirse a la realidad objetiva, tener compromiso social en el sentido de que la comunicación es un bien social, abstenerse de trabajar en contra de sus convicciones lo que significa tener alto nivel de integridad, debe favorecer el acceso al público a la información y promover la participación del público en los medios de comunicación, evitar la difamación, la calumnia, la injuria y la insinuación maliciosa, esto es respetar el derecho de las personas a la vida privada y a la dignidad humana, respeto total de la comunidad nacional, de sus instituciones democráticas y de la moral pública, respeto a los valores universales y la diversidad de las culturas.
Dice el Código de la UNESCO referido al Periodismo que “El verdadero periodista defiende los valores universales del humanismo, en particular la paz, la democracia, los derechos del hombre, el progreso social y la liberación nacional, y respetando el carácter distintivo, el valor y la dignidad de cada cultura, así como el derecho de cada pueblo a escoger libremente y desarrollar sus sistemas políticos, social, económico o cultural. El periodista participa también activamente en las transformaciones sociales orientadas hacia una mejora democrática de la sociedad y contribuye, por el diálogo, a establecer un clima de confianza en las relaciones internacionales, de forma que favorezca en todo la paz y la justicia, la distensión, el desarme y el desarrollo nacional”.
Y que “El compromiso ético por los valores universales del humanismo previene al periodista contra toda forma de apología o de incitación favorable a las guerras de agresión y la carrera armamentística, especialmente con armas nucleares, y a todas las otras formas de violencia, de odio o de discriminación, especialmente el racismo”.
En los párrafos anteriores tenemos, entonces, los valores del Periodista y de los medios de comunicación
Los valores de la sociedad
Aunque algunos valores de la sociedad están en los párrafos precedentes, agrego a ellos la tolerancia, el respeto al derecho ajeno, el patriotismo, la cultura que caracteriza a las sociedades, las diversas religiones o creencias, el derecho a la educación, el respeto a los derechos humanos… en fin a una larga lista plasmada en la Carta de los Derechos Humanos.
Las sociedades tienen su máxima expresión en la llamada “vox populi” u opinión pública, que condiciona la agenda noticiosas o que los medios de comunicación tratan de influir para intereses políticos, publicitarios, progandísticos y económicos, entre otros.
Periodistas y medios de comunicación en la actualidad
Con el panorama anterior planteado ya tenemos elementos para entrar de lleno en el tema que nos pertine.
Si tales principios del Periodismo se aplicaran esta ponencia no tendría razón de ser, pero la realidad es otra y, cumpliendo con el principio de la información verídica, paso a lo siguiente.
En la actualidad el Periodismo está en crisis con respecto a los códigos o valores que debe practicar. Esto se debe a que el periodismo se ha vendido al mejor postor.
Si echamos un vistazo a los medios de comunicación mundial veremos que pertenecen a empresas transnacionales cuyo interés es ajeno a los valores expuestos, ya que se basan en los principios del capitalismo mundial, por cierto en crisis. Esto significa que es mucho más importante la ganancia que los valores humanos, que promueven un sistema de vida basado en el consumismo, la alienación, los antivalores, teniendo como condición para sus fines el control del poder político y económico a costa de lo que sea.
Este esquema se reproduce en el ámbito local o nacional: los medios de comunicación responden a intereses particulares con los mismos ideales que los medios transnacionales y por ello son promotores de antivalores.
A diario leemos, vemos o escuchamos en los medios de comunicación alienados y enajenados, mentiras, tergiversaciones, omisiones, manipulaciones, deformaciones, insultos, incluso incitaciones a la criminalidad, la violencia, la violación a los derechos humanos, impedimentos para que las variadas opiniones se expresen si no es favorable a sus compromisos ideológicos o financieros. Los ejemplos abundan, basta que abran un periódico, sintonicen una radio o un canal televisivo y comparen lo dicho con la realidad que les circunda.
Por supuesto, hay diversas intensidades, según el grado de compromiso que tenga el medio de comunicación. Por ejemplo, no es lo mismo El Diario de Hoy que La Prensa Gráfica o Diario El Mundo en la promoción de los antivalores, que TCS o las radioemisoras cuyos dueños son políticos activos o inactivos, o grupos afines a la oligarquía cuya pérdida del poder político en las últimas dos elecciones es evidente.
Eso no descarta que muchas veces tengan coincidencias públicas de su pensamiento político e ideológico. Por ejemplo, en el caso de las primeras planas que recién publicaron los periódicos El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica y Diario El Mundo con respecto al supuesto auge de la criminalidad.
Los medios de comunicación ideologizados no responden a su compromiso ético con la población, y por tanto sus periodistas, antes que profesionales que igual respondan a sus códigos deontológicos, deben responder a los intereses de los propietarios.
Ambos, medios y periodistas, escudan su evidente antiprofesionalismo en una torcida interpretación de la libertad de expresión o de la libertad de prensa. Los periodistas antes de pensar con el cerebro, piensan con el estómago.
Parecerá risible o nada trascendente, pero deberían de observar cómo El Diario de Hoy esquiva las alusiones a Monseñor Óscar Arnulfo Romero: Al rebautizado bulevar “Monseñor Romero”, dicho periódico, cuando se refiere a él, le llama “el exbulevar Diego de Olguín”, ya no digamos la referencia al aeropuerto Monseñor Romero. Esta es una muestra clara y simple de lo expuesto.
No será de extrañarse entonces que la promoción de antivalores de los ya tradicionales medios de comunicación hartamente conocidos por su inclinación ideológica, tenga auge en los próximos cinco años de gobierno del FMLN, partido no afín sus pensamientos y compromisos. Leyendo los titulares recientes no es equivocada esta apreciación.
Con el avance en Latinoamérica de gobiernos progresistas, muy alejados de los tradicionales poderes militares u oligárquicos, los medios de comunicación de la región, comprometidos con la ideología derrotada, juegan un papel muy similar al de los medios salvadoreños.
La prensa internacional a través de las agencias de prensa y noticieros internacionales también deforman la comunicación: a muchos gobiernos no afines a los tradicionales estilos de democracia o que no se someten a los caprichos “democráticos” imperialistas de los Estados Unidos o de la Unión Europea los califican de “regímenes”, les achacan sin escrúpulos éticos las masacres, la tiranía, el caos social financiero y político.
En el caso de Venezuela la prensa mundial comprometida con los “ideales” de los Estados Unidos califica de “protestas estudiantiles” la violencia terrorista que promueve la derecha contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro; a los terroristas en Siria le llama “rebeldes”; a las “protestas” que derribaron gobiernos legítimos en Medio Oriente les llamó “primaveras árabes” para ocultar con tan lindo nombre el grave retroceso en todos los ámbitos de la vida en esas naciones, y el apoderamiento de las transnacionales de sus recursos naturales, como el petróleo.
Las llamadas redes sociales tampoco son fiables. Por ellas se difunden y reproducen los antivalores de los medios de comunicación.
¿Qué debemos, entonces, leer, escuchar o ver?
Hay en la actualidad muchos medios llamados “alternativos” que difunden las noticias con otro punto de vista, sin embargo, muchos de ellos tampoco son ajenos a sus compromisos ideológicos.
La propuesta sería, entonces, la de exigir al Periodismo el cumplimiento de la ética planteada al inicio, de no dejarse sorprender por las noticias o informes que ponen en primera plana, de castigar a los medios de comunicación que no se apegan a los valores del periodismo o de la población.
La población no debe dejar que la engañen, manipulen, embrutezcan. Debe ser más crítica, en cuanto es la receptora de los antivalores, comparar con la realidad que le circunda el tema que están tratando de introducirle y, estoy seguro, se sorprenderá de que la vida no es como se la quieren pintar los medios de comunicación, que estos son parciales, que no reflejan el todo sino una parte (y comunicada con intenciones perversas), que en ningún momento reflejan el pensamiento de la población o, como dicen, del pueblo o la sociedad.
La población debe buscar fuentes alternativas y cotejar la información. Escoger aquella que le ofrezca elementos que le ayuden a formarse su propio criterio y no la que le manipula, le miente o le deje confundido. Debe comparar la información con los valores que practica o le han inculcado los maestros y sus padres.
Hay que tomar en cuenta que mucha promoción de los antivalores no son explicitas, sino que los medios de comunicación la disfrazan de manera muy hábil, recurriendo a los temores, la religiosidad, las necesidades más sentidas, la pobreza, las frustraciones colectivas o personales, etcétera.
Es urgente una cruzada contra la práctica de los medios de comunicación de promover antivalores. Mientras que los periodistas deben exigir o luchar por el respeto a su capacidad profesional, a que los propietarios le cumplan sus derechos y obligaciones como comunicadores.
No de otra manera tendremos una sociedad “debidamente informada”.