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Los movimientos populares en la lucha anti-colonial y anti-imperialista

João Pedro Stedile, Brasil
Tomado de Agenda Latinoamericana

Las últimas tres décadas han estado marcadas por la hegemonía del capital financiero y de las grandes empresas transnacionales que han globalizado la dominación del capital sobre la economía y sobre los trabajadores de todo el mundo. Esta es la fase actual del capitalismo. Sin embargo, al mismo tiempo que el capital ha pasado a dominar la economía y el modo de vida en todo el planeta, en los últimos diez años ha estallado una grave crisis de este modo de producción, que se manifiesta en forma de contradicciones insalvables, consecuencia de su forma concentradora y excluyente, de un sistema que sólo se basa en el beneficio y no en la vida y el bienestar de las personas.

Aunque los bancos y las grandes empresas sigan acumulando, concentrando y centralizando el poder económico, la forma capitalista de organizar la sociedad ya no resuelve ni siquiera las necesidades básicas de la población. Y los niveles de desigualdad social, la ampliación del hambre, la falta de agua potable para miles de millones de seres humanos, el desem-pleo, la falta de vivienda y de una vida digna para la inmensa mayoría de la población se han acelerado en todo el mundo.

Peor aún, el capitalismo en su afán de sobrevivir ante la crisis, en lugar de ayudar a resolver los problemas de la población, ha apelado, como falsa solución, al fomento de la industria bélica y las guerras regionales, para aumentar el mercado de armas, como está ocurriendo en Siria, Yemen, Sudán y sobre todo, en Ucrania, donde el pueblo ucraniano está pagando con vidas, la voluntad de la industria bélica norteamericana. Es decir, el capitalismo propaga la muerte de personas como forma de seguir apropiándose de la riqueza. Y a los que denuncian este sistema, los persiguen, los encarcelan y hasta los asesinan.

Para nosotros en América Latina, el capital se ha volcado a la apropiación privada e inescrupulosa de los bienes de la naturaleza, que deberían ser bienes comunes, como los bosques, los minerales, el agua, la biodiversidad, la madera, el petróleo, etc., provocando todo tipo de crímenes ambientales.

¿Qué hacer ante semejante tragedia?

Esta es la pregunta histórica para nuestra generación. Tenemos muchos desafíos por delante. Me atrevo a describirlos brevemente, recogiendo las reflexiones que se vienen produciendo en el seno de los movimientos populares de todo el mundo.

Necesitamos urgentemente retomar el trabajo de organización de base de la clase obrera. Retomar la formación política de nuestros militantes, ampliando y reproduciendo muchas más escuelas de formación. Motivar, especialmente a través de formas culturales como la música, el teatro, la pintura, etc., a la juventud para que participe en la vida política de la sociedad. Poner energía en la necesidad de utilizar todos los medios posibles de comunicación de masas, como la radio, la TV, los periódicos y las redes sociales, para dar la batalla por las ideas, por nuestros valores y por una sociedad igualitaria y justa.

Y organizar las luchas de masas. Sólo el pueblo organizado y luchador podrá hacer frente a esta verdadera tragedia civilizatoria que nos impone el capitalismo en medio de su crisis sin fin. Estos son nuestros retos fundamentales, como clase obrera, como izquierda. Estos desafíos son universales, sólo podremos enfrentarlos si nos articulamos a nivel internacional, para interactuar en el intercambio de experiencias y formar fuerzas populares a nivel internacional. El capital ha internacionalizado la dominación en su forma neocolonial e imperialista. ¡No habrá salida en un solo país!

Como podemos ver en los procesos electorales, el pueblo elige nuevos gobiernos progresistas, pero esto es insuficiente para enfrentar la perversa estructura de dominación del capital sobre las formas del estado burgués y las inocultables estructuras de los poderes judicial y legislativo. Basta ver las articulaciones internacionales para utilizar el método del “Lawfare” para perseguir y controlar a los dirigentes.

El capital lleva a cabo una verdadera masacre mediática con sus medios de comunicación para manipular los corazones y las mentes. Esto hace que los pobres, los trabajadores, a pesar de ser explotados, oprimidos y vivir mal, piensen como los dominantes y defiendan las falsas soluciones del neoliberalismo, el individualismo, el emprendedurismo y la tercerización laboral, sin ningún derecho social.

Por eso, frente a la internacionalización del capital y de la burguesía, es más necesario que nunca internacionalizar las articulaciones de la clase trabajadora, de los pueblos, en sus más diversas formas organizativas de movimientos populares, partidos, redes sociales, movimientos ambientalistas, intelectuales, artísticos, religiosos, feministas y de la juventud.

Nuestro movimiento, el MST (Movimiento Sem Te-rra), cumple ahora 40 años. Felizmente, nacimos con vocación internacionalista, ya que, bendecidos por la teología de la liberación, nos basamos en las lecciones históricas de los movimientos campesinos y de la clase trabajadora en general, para defender desde el principio el internacionalismo como una necesidad para acumular fuerzas, para proyectar el sueño de una sociedad igualitaria, no sólo en Brasil y en América Latina, sino en todo el mundo.

Por eso participamos activamente de varios procesos internacionalistas, como la campaña de resistencia popular contra el ufanismo colonizador que conmemoró los 500 años de dominación de las Américas. En la campaña contra el pago de la deuda externa, cuyo origen nunca fue explicado. Luego nos involucramos en la campaña contra el ALCA, que era la recolonización de América Latina para los intereses del capital norteamericano.

Ayudamos a construir el FORO SOCIAL MUNDIAL, que en su momento jugó un papel importante en la lucha contra la hegemonía del neoliberalismo. Ayu-damos a construir la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Campesinas-CLOC, que luego dio origen a la internacional VIA CAMPESINA, junto a los movimientos campesinos de Europa, Asia y África. Participamos en la construcción y coordinación del ENCUENTRO MUNDIAL DE LOS MOVIMIENTOS POPULARES CON EL PAPA FRANCISCO, iniciativa del propio Papa, quien ante los desafíos contemporáneos pro-puso un puente directo de diálogo entre su papado y los movimientos populares. Y ya hemos celebrado varios encuentros de reflexión.

Después nos sumamos al esfuerzo de construir la articulación de movimientos populares del ALBA, que reúne a todos los movimientos populares de las Américas, y desde entonces venimos construyendo una asamblea internacional de los pueblos. Hay también otras articulaciones internacionalistas, que reúnen sectores sociales específicos de la clase trabajadora, como la Marcha Mundial de las Mujeres, la articulación de la población afrodescendiente en todo el mundo, para reflexionar sobre la diáspora, que sufrió el colonialismo y el imperialismo en ÁFRICA. Hay arti-culaciones por la paz, contra las guerras y las bases militares.

Todas estas articulaciones no pueden ser sólo una sigla, un evento. Como dije antes, necesitan tener como objetivo principal unir las experiencias de lucha de cada pueblo, de cada movimiento y organización, para construir soluciones colectivas e internacionalis-tas en un intercambio de ideas y experiencias, en la solución de los desafíos apuntados arriba. ¡Estamos ante verdaderos dilemas de la humanidad!

Además del aumento de los problemas sociales y de la desigualdad, el capital está atacando a la naturaleza, provocando crímenes ambientales, genocidio de los pueblos originarios y cambios climáticos, que están afectando la vida en nuestro planeta. Además de las diversas formas de vida vegetal y animal que están desapareciendo, los seres humanos corren el riesgo de no sobrevivir, debido a la locura del capitalismo. La Tierra como planeta madre, como nos enseña Leonardo Boff, seguirá su trayectoria en el universo, pero la civilización humana corre el riesgo de no existir.

 

Espero que todos los movimientos populares de Brasil, de las Américas y del mundo entero, despierten, se levanten, organicen urgentemente a nuestro pueblo trabajador, especialmente a la juventud y a las mujeres, para poner una barrera a la locura perversa del capital. Soy optimista, creo que podremos derrotar al capital y a su sistema, y finalmente tener formas organizativas de sociedades igualitarias, donde todos tengan los mismos derechos y oportunidades, para vivir en armonía con la naturaleza, y tener una vida digna para todos.

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