Dr. Víctor M. Valle
En días recientes, buy noticias sobre niños centroamericanos han dado la vuelta al mundo. El rostro de un niño costarricense en llanto, tadalafil emocionado por un gol de triunfo para su equipo en el mundial de futbol y la foto de un niño de guatemalteco, shop a quien el famoso Messi le soslayó un saludo, han sido noticia de amplia circulación. A pesar del llanto de uno y de la desilusión del otro, por no ser saludado por un famoso, ambos niños tienen la felicidad de estar con sus padres en el mundial de Brasil.
Otros niños centroamericanos la están pasando, realmente, peor. Son los que, según las noticias internacionales, llegan indocumentados a Estados Unidos y son deportados. Políticos, diplomáticos y activistas sociales han puesto el grito en el cielo por la magnitud del fenómeno.
Estos niños condensan muchos fracasos de nuestras sociedades y de nuestros estados. Los niños y adolescentes se van porque hay violencia y falta de oportunidades o porque desean reunirse con sus padres que los antecedieron, o porque sus padres quieren evitar que sean parte o víctimas de las “maras”. Para eso, corren muchos riesgos y sus familias hacen gastos cuantiosos para satisfacer la cruel demanda de “coyotes” y corruptos agentes de los estados. Y lo trágico es que, muchas veces, a pesar de todo, los niños no llegan a su destino por muerte o deportación. Entre los muchos niños centroamericanos que han viajado en las condiciones dichas, según ha trascendido, de acuerdo a lo declarado por la embajadora de Estados Unidos en El Salvador, la emigración de niños salvadoreños indocumentados, hacia los Estados Unidos, casi se ha triplicado en los últimos tres años.
Entre octubre del 2013 y mayo del 2014, casi diez mil niños y adolescentes salvadoreños, menores de 17 años, ingresaron ilegalmente a territorio estadounidense. Estos son los niños que están llenando los refugios fronterizos de Estados Unidos y México y que serán deportados, para agregar una estación más al doloroso viacrucis de su vida.
La situación de estos niños centroamericanos ha hecho crisis. Las más altas dirigencias políticas han manifestado preocupación por el problema e interés por resolverlo. Un ejemplo es la reunión que el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, sostuvo en Guatemala con los presidentes de El Salvador, Guatemala, el viernes 20 de junio en curso.
Se espera que, como resultado de esta reunión, se emprendan acciones concretas y urgentes para determinar la naturaleza y origen del problema y abordar en serio las causas profundas que originan estas emigraciones de niños y adolescentes como son las violencias y las faltas de oportunidades.
El viaje de niños solos, por vías ilegales, para llegar a los Estados Unidos no es nuevo. La película “Voces Inocentes” narra las peripecias del guionista, el salvadoreño Oscar Torres, -ahora un destacado cineasta en Estados Unidos y México- en su natal Cuscatancingo y a mediados de los años 1980, quien, siendo un adolescente, fue enviado por su madre al norte para que se librara de los reclutamientos propios de la guerra. Y eso pasó en 1986.
Otro caso de la vida real aparece en el libro “Enrique`s Journey”, de la escritora y académica Sonia Nazario. Es la historia de un niño hondureño que, en los años 1990, viaja ilegalmente a Estados Unidos y vive una peligrosa odisea para reunirse con su madre que lo había dejado once años antes.
Y esa historia de viejas raíces, ahora se repite y ha llegado a puntos críticos. Ojalá estemos a las puertas de abordar creativa y eficazmente los desequilibrios sociales y económicos que dan origen a estos indeseables fenómenos, como es el de la emigración forzada e ilegal de nuestros niños.