FRANCIS FANCI
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Hace algunos años un querido amigo, shop drugstore payaso de profesión, ingenuo feligrés de cierta secta cristiana, me preguntó preocupado: ¿Cree usted que yo me “salve”? Consideré prudente no confundir su sencilla y crédula mente con argumentaciones filosóficas acerca de lo que pienso de la “salvación” que preconizan estas sectas y preferí contestarle desde su propia visión y le respondí así: cuando usted muera y llame a las puertas del cielo (?) San Pedro solo le preguntará: ¿Quién eres? Y usted de contestará ¡un payaso! E inmediatamente el portero divino le abrirá sonriente, le hará pasar adelante y anunciará con alegría ¡un payaso! ¿Sabe por qué? agregué; porque usted vino al mundo para hacer reír a los niños, a los padres y abuelos, y hacer reír es una misión sagrada y noble, pues muchos dejan marcado su paso por el mundo con un sendero de lágrimas, de dolor infringido, de causal de angustias.
Mi amigo, que casualmente lucía su colorido maquillaje sonrió y suspiró aliviado; le gustó lo que le dije, y es que lo que dije es cierto, pues desconsiderando el mito del Santo patrono de los porteros (pero no de los de futbol), el payaso es en el mundo las cosquillas que todos necesitamos para aliviarnos de la tensión cotidiana.
Así como se dice, que Jesús llamado el Cristo, echó sobre sí los pecados de los hombres, el payaso echa sobre sí las ridiculeces, las torpezas, las tonterías, los traspiés de los hombres.
Su ofrenda incluye, mojarse hasta empaparse, recibir tortazos, embadurnarse, caerse, rodar por el piso y todo por hacernos reír.
El tonto, el clown, el mimo, el toni, el bobo, el augusto; diferentes nombres para los héroes de la batalla contra la tristeza. Una baraja no está completa sin el joker, el comodín de la corte.
Los grandes de la historia, Lou Jacobs, el primero en usar la narizota roja, Red Skelton, E. Kelly, el creador del payaso vagabundo, los Cairioli, con un museo dedicado a su memoria en Francia, Jean Philippe Cairioli, a quién estreché su mano y quien inspiró mi personaje Papilín, los rusos Oleg Popov y Nicolayev, los famosos Gaby Fofó y Miliky, el chileno Chicharra, decano de los payasos de América con quien tuve el honor de compartir la pista en Panamá, ¡inolvidables! Y, los olvidados, los salvadoreños: Chocolate, Cucharita Chirajito, Prontito, Pilín, Andresito el Tímido y otros más que tuvieron el infortunio de haber nacido en un país ingrato y olvidadizo.
LA RISA ES VIDA.
FRANCIS FANCI. –Centro de Estudios e Investigaciones Filosóficas.