Luis Armando González
En estas líneas no apunto nada nuevo, salvo el planteamiento ordenado de las ideas: en dos entrevistas recientes –una en el espacio “Agenda Ciudadana”, de Canal 10, del jueves del 16 de agosto, y otra en Radio Nacional, el lunes 13 de agosto— abordé los puntos que ahora presento de manera escrita. Muchos posicionamientos y argumentos críticos que se escuchan en torno al caso Saca son coincidentes con los míos, de tal suerte que estas líneas también son un resumen de ellos.
Comienzo apuntando tres tesis que tienen todos los visos de ser falsas, y que ARENA y sus aliados mediáticos están tratando de convertir en “verdades” de manera desesperada (siguiendo la fórmula nazi –que se atribuye a Joseph Goebbels- de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad).
Primera tesis: que Elías Antonio Saca no tiene nada que ver con el partido, cuando en realidad Saca es una creación de ARENA: el partido lo convirtió en quien llegó a ser como dirigente político y presidente de la República. Su expulsión posterior no borra su trayectoria como un arenero ferviente.
Segunda tesis: que los manejos turbios que realizó Saca con recursos públicos nunca antes se habían dado –es decir, que la corrupción en el gobierno fue un invento suyo—, cuando hay evidencias contundentes de que él hizo uso de mecanismos de corrupción que, cuando menos, se remontan a la gestión de Alfredo Cristiani (lo cual quiere decir que esos mecanismos funcionaron con Armando Calderón Sol y Francisco Flores).
Tercera tesis: que la red de corrupción de Saca se agota en él como foco de todo –apenas rodeado de cómplices cercanos, que se limitaron a servir a sus propósitos—, cuando hay suficientes razones y pruebas para sostener que, junto a Saca, la red de corrupción tejida desde su gobierno tiene otros hilos que son claves para entender la magnitud y gravedad de lo sucedido.
¿Cuáles son los hilos –y nudos— de los que no se debe prescindir para tener una visión completa de la corrupción en el gobierno de Saca (y por qué no también de los otros gobiernos de ARENA)?
En primer lugar, el partido ARENA y su dirigencia, tanto en el caso Flores como, más abiertamente, en el caso Saca, se ha hecho público que este partido recibió, ilícitamente, dinero público por parte de estos dos expresidentes. Voceros de ARENA, partidarios y no partidarios, se están esforzando por convencer a la población de que Saca, cual dictador, impuso sus deseos e intereses en el partido, sin que el COENA pudiera hacer nada al respecto.
Se trata de un argumento sumamente difícil de aceptar, porque eso supondría creer que los miembros del COENA –la crema de la crema de las finanzas y la política, según el imaginario arenero— fueron unos monigotes de Saca.
Ahora bien, suponiendo que lo hayan sido, eso no los exime de su responsabilidad institucional en las actividades, lícitas o ilícitas, realizadas en nombre y desde el partido.
Hay cosas que son más posibles que otras, así que entre: a) la posibilidad de que Saca mangoneara al COENA y la que b) este fuera anuente con las actuaciones de aquel, es la segunda la que tiene más visos de realidad.
En segundo lugar, instituciones, empresas y bancos que recibieron, movieron y guardaron el dinero movido desde el gobierno de Saca, durante su gestión y después de que dejara el cargo. Aquí hay un agujero negro que, hasta ahora –y en lo que concierne al sistema financiero—, ha sido inmune a cualquier tipo de investigación judicial.
Sin la complicidad de bancos y empresas (de medios en su mayoría) la red de corrupción no hubiera funcionado; y en el caso de los bancos, es importante determinar los montos que recibieron, su uso, los intereses devengados (con la respectiva rentabilidad) y las leyes que se violaron.
Asimismo, entre su salida del gobierno (2009) y su detención (2016), Saca siguió activo en el uso y reparto de dinero, lo cual abre una vía de investigación hacia el movimiento UNIDAD y los partidos que lo integraron (GANA, PCN y PDC), al igual que hacia otras iniciativas de inversión en las que, una y otra vez, sale a relucir Herbert Saca, primo del expresidente.
Por último, instituciones no partidarias (fundaciones, por ejemplo) y personas independientes que recibieron recursos significativos que no se justifiquen con una obra o un servicio determinado.
Con Saca siempre circuló el rumor de que era alguien generoso con quienes le servían, y que su generosidad no conocía límites. De ser cierto esto, es probable que Saca se haya extralimitado, otorgando prebendas y regalías que fueron más allá de lo aceptable, como pago de un favor o por amistad. Este un tercer hilo de la corrupción que no conviene pasar desapercibido, pues la compra de lealtades, intelectuales, periodísticas, etc., quizás redondee una cifra nada despreciable del erario público.
Esto último me lleva a prevenir contra los peligros de una “cacería de brujas” que podría encontrar en este último rubro un terreno fértil. No se debe asumir que todas las personas (instituciones o empresas) que tuvieron un vínculo contractual con el gobierno de Saca fueron parte de la red de corrupción y que, por tanto, actuaron de forma ilícita.
Seguramente, un muy buen número de ellas se ganaron su dinero honestamente, recibiendo lo que correspondía por una obra o un servicio realizado. No se las puede acusar solo por haber tenido tratos con un gobierno desacreditado; no hay que olvidar que, después de todo, el de Saca fue un gobierno legítimo, con el cual se podían celebrar contratos.
La Fiscalía General de la República tiene la responsabilidad de indagar, con la mayor premura, sobre esos hilos de la red de corrupción del gobierno de Saca, separando la paja del trigo. En su testimonio, el expresidente ya dio pistas claras de hacia dónde mirar en la investigación que se impone, guste o no: hacia el partido ARENA, hacia bancos y empresas mediáticas y, por último, hacia otros destinatarios. Solo así el caso Saca estará concluido, y se podrá (y deberá) pasar al siguiente caso en la lista de espera: el caso Flores.