José M. Tojeira
En la medida en que vamos avanzando hacia los dos meses y medio de cuarentena merece la pena reflexionar sobre actividades y actitudes de los operadores concretos y directos que enfrentan desde su profesión y trabajo estos largos día de preocupación prioritaria por los daños a la salud y la vida que puede causar la pandemia de COVID-19. Recordarles es una forma de agradecerles su labor. Los médicos y personal de enfermería del sistema público han realizado una labor ejemplar, incluso, sobre todo en los primeros días, sin recursos adecuados para protegerse a sí mismos del contagio. Algo queda todavía de ese poco cuidado que el Ministerio de Salud tiene de quienes nos cuidan. Incluso algunas órdenes del ministerio no parecen legales, dada la tendencia casi automática de los médicos que evalúan a los detenidos a enviarlos a los centros de contención por violar la cuarentena; situación que debería corregirse inmediatamente. Agradecer y felicitar a nuestros médicos y personal de enfermería es un deber ciudadano básico. Cualquier forma de discriminación contra ellos no es más que un atentado suicida contra la salud de todos los salvadoreños.
Un segundo nivel importante del servicio médico lo ha desarrollado el Colegio Médico y algunos de sus miembros. Las aportaciones propias y oficiales del colegio, así como las de especialistas, y en particular infectólogos y epidemiólogos, ha sido positiva, orientadora y provechosa para la ciudadanía. Lamentable ha sido que las instituciones estatales no les hayan prestado la debida atención. La displicencia del Ministro de Salud respecto a las ponderadas y correctas apreciaciones del Colegio Médico solo pueden entenderse desde una administración de la crisis de salud manejada desde el campo de la política y no desde la ciencia y el conocimiento médico. La apertura hacia el Colegio Médico y hacia sus especialistas será indispensable si la nueva ley que se pretende obtener fruto del consenso quiere tener un mayor éxito en el manejo exitoso de la pandemia.
Es interesante también evaluar a la Policía, así como a los miembros de la Fuerza Armada que colaboran bajo las órdenes de la Policía. En los retenes se observan policías, que tratan con respeto a quienes circulan a pesar del cansancio que producen jornadas de más de 48 horas. En general se advierte en ellos un nivel educativo mayor que el de los soldados. En casos particulares, y especialmente en la noche, han cometido abusos, en parte por las órdenes estrictas que reciben y por la falta de protocolos adecuados a la hora de manejar a las personas que supuesta o realmente incumplen la cuarentena domiciliar. Llevar personas a las bartolinas y mantenerlas allí un tiempo ni es justo ni contribuye a proteger a la ciudadanía de la pandemia. Los agentes de la PNC deben ser tratados con respeto y agradecimiento en sus funciones de preservar el orden y las medidas necesarias en la actual situación. Los agentes deben proceder con pleno respeto a los derechos humanos. Las decisiones sobre personas que se puedan tomar ante infracciones de la legislación especial que rige los tiempos de pandemia, no podrán depender de los miembros de la policía sino del sector sanitario, deben ser prontas, racionales y estar sujetas a apelación.
Y finalmente, además de agradecer la generosidad solidaria de muchos salvadoreños que ayudan con canastas alimenticias a familias en crisis, por cierto cada vez más numerosas, debemos apreciar la disponibilidad de gente sencilla que contribuye a que la vida sea un poco más vivible en estos tiempos de pandemia y cuarentena. Cajeras de supermercado, cuidadores de enfermos y ancianos, jóvenes mensajeros que en moto transportan alimentos y medicinas, empleados de farmacias y de bancos, periodistas, transportistas de alimentos se han vuelto indispensables para la vida y la salud. Ya lo eran antes de la pandemia, pero ahora nos damos cuenta de ello con mayor evidencia y claridad. Ojalá desde este descubrimiento crezcamos en respeto hacia los más humildes y sencillos del mundo laboral y aprendamos a respetar sus derechos.