Los reyes del humor

Álvaro Darío Lara,

Escritor

 

Con mi buen amigo, el payaso “Clavito”, hemos continuado la divertida rememoración del mundo de la comicidad. Ahora le corresponde a lo que hemos recibido del México lindo y querido, ya sea vía circense (El fabuloso circo “Atayde Hermanos” y el no menos maravilloso, circo “Fuentes Gasca”) o vía cinematográfica.

Recuerdo, cómo mi hermano Meme, me solía introducir bajo las carpas de los circos instalados, a inicios de los años setenta, en la entonces polvorienta explanada, donde antiguamente estuvo situada la Penitenciaria de San Salvador.

Siendo él un adolescente y yo un pequeñín, lograba mediante un empujoncito, que yo apareciera entre el aserrín y las virutas de la popular “galería”. Ésa era la manera óptima de ahorrarnos unos centavos y aumentar las golosinas.

Entonces hacían su ingreso, los payasos, y su balde de agua (en realidad, confeti), estremeciendo al público. Los acróbatas y sus saltos mortales, el tira fuego, el lanzador de espadas, los magos, la mujer más gorda del mundo, los enanos, la mujer barbuda; y la costumbre de la época, de exhibir a los animales: los perritos ciclistas, los números de la familia chimpancé, los elefantes danzarines, los saltarines ponys, los tigres de bengala y sus domadores…Tenía que pasar mucho tiempo aún, para que lográramos tomar conciencia sobre el sufrimiento que escondían estas proezas.

Del circo mexicano, nacieron los grandes cómicos, “Cantinflas” (Mario Moreno), “Mantequilla” (Fernando Soto) o “Resortes” (Adalberto Martínez). Personajes de esas películas de antaño  que nos continúan divirtiendo. Cintas que también nos revelaron al gran Germán Valdés, el incomparable Tin Tan, insuperable en el film “El bello durmiente” de 1952, en el papel de Triquitrán, junto a Lilia del Valle como “Jade”, Marcelo Chávez como “Tico Tico” y Wolf Rubinskis, como  el Dr. Heinrich Wolf; y la dimensión histriónica y tan espontánea del inmortal Pedro Infante en “Escuela de Vagabundos” (1954), donde  el compositor Alberto Medina (Infante )es confundido con un mendigo por la dulce y demente señora, doña Emilia de Valverde (Blanca de Castejón) que tiene por costumbre proteger a cuanto desgraciado toca a su puerta; así, convierte a “Alberto” en chófer de la familia. Su esposo, don Miguel Valverde, es el genial Óscar Pulido; y sus hijas, Susana y Laura, son interpretadas por Miroslava Stern y por Annabelle Gutiérrez. El mayordomo, es magistralmente encarnado por el actor chileno, Eduardo Alcaraz; y el poderoso banquero, el Sr. Vértiz, de particularísima risa, es nada menos que el cubano, Óscar Ortiz de Pinedo. Sin duda un reparto de lujo.

Otros grandes, de la época de oro, fueron Joaquín Pardavé (“Don Susanito Peñafiel y Somellera”, en la cinta de 1943, “México de mis recuerdos”), la maravillosa “Vitola” (Fanny Kaufman), “Capulina” (Gaspar Henaine), “Viruta” (Marco Antonio Campos), “Chaflán” (Carlos López),“Chachita”(Evita Muñoz), “El piporro” (Eulalio González), “Clavillazo” (J. Antonio Hipólito Espino Mora), “El loco Valdés” (Manuel Valdés) y el inolvidable don Ramón (Ramón Valdés). ¡Bendita sea entonces, la risa, fuente salud y de bienestar infinito!

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