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Por: Iván Escobar
Colaborador
Los tiempos actuales demandan un compromiso desde las iglesias históricas, así como la necesidad de trabajar con la población en la organización, para lograr entender las realidades y desafíos actuales, es la conclusión a la que se llegó en la jornada de Análisis de la Mesa de Iglesias, celebrada este viernes en San Salvador. El padre Juan Vicente Chopin, director de posgrado en Teología de la Universidad Don Bosco, en su ponencia sobre la coyuntura nacional desde la fe, reafirmó esta conclusión en la cual se debe entender el contexto que se vive actualmente, frente a una práctica política que caducó, en la cual las fuerzas políticas sufrieron grandes derrotas electorales, el marcado poder aún en sectores conservadores de derecha, y el aprovechamiento de nuevos actores políticos en toma de decisiones que continúan afectando a la población salvadoreña.
La Mesa de Iglesias es un espacio de debate y estudio que tiene su origen en la Caminata Ecológica desde hace 22 años, la cual ha sido un referente de organización y resistencia frente a procesos de destrucción ambiental, destacó el reverendo luterano, Santiago Rodríguez.
La Mesa está integrada por la Iglesia Luterana Salvadoreña, Iglesia Bautista Emmanuel, la Iglesia Anglicana Episcopal, Movimiento del Comité Monseñor Romero, la orden los franciscanos Justicia, Paz, e Integridad de la Creación (JPIC), asimismo cuentan con el apoyo y acompañamiento de la Escuela Política, y de la Asociación de Arte y Cultura para el Desarrollo Social, que trabajan en el abordaje de la coyuntura nacional, a través de jornadas de reflexión y análisis encaminados a dar elementos para consolidar un proceso de organización popular que permita a los diferentes sectores defender sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales.
Para el encuentro de este viernes 17 de diciembre, asistieron representantes del Valle El Ángel, Mesa del Jiboa, e Iglesia ELIM.
Chopin, como ponente central de la jornada que tuvo lugar en la iglesia Anglicana, concluyó en que es urgente poner en práctica: “la formación, estructuración y la acción, (que) son las tres categorías normales de todo proceso de organización”.
“Cómo el cristiano se desenvuelven frente a una realidad y cómo asume desde un punto de vista ético-humano la responsabilidad de manifestarse testimonialmente como creyente. En la parte de contexto, yo me sumo al punto de vista de Mons. Romero y del Papa Francisco, evidentemente, ellos hablaban de la divinización del mercado e idolatría del dinero, como punto de partida”, puntualizó el religioso.
“Desde el poder en la forma material del dinero… en el ámbito sociocultural, lo que sucede, es que hay un pensamiento débil, modernidad líquida, y era digital…todo ello sub-modernidad, sobre-modernidad que es la saturación de datos…todo eso aplicado a la política se está viviendo, lo que pasa es que los niveles culturales nuestros no permiten hacer la hermenéutica (comprensión) precisa en la masa de la población”, comentó.
Respecto a esta masa de población que solo logra “procesar” los datos que le llegan a través de las nuevas tecnologías, “por medio del celular, hasta ahí llegan, no todos (pero así es). Entonces el pensamiento débil y la modernidad líquida van en el mismo sentido, es algo que no es determinante (en la población)…, es decir, que el presente histórico cultural… se da en todos los ámbitos de la vida, (una persona hoy dice una cosa, y uno o dos días después actúa de otra forma)”, indicó.
En cuanto a la era digital, Chopin manifestó que “nos tiene sugestionado”, el ser humano actúa de forma enfermiza, o actúa solo con el objetivo de obtener el último modelo (celular) “…todo este contexto socio-cultural fue acentuado por la pandemia, es decir, que la pandemia permitió a los que tienen el poder aplicar esto milimétricamente…”, reflexionó.
El caso salvadoreño
“…en el caso salvadoreño noto un deseo de mejora en la población, hay un legítimo deseo de cambio, que en términos concretos y políticos, inició con (Mauricio) Funes (en 2009), fue la primera vez después de la guerra que las personas…las bases de la derecha votaron por la izquierda; ahí se dio un cambio. Incluso, la población votó (una en la siguiente elección) por el prof. Sánchez Cerén, pasando por encima de todas las posibilidades…”, recordó.
En ese sentido, Chopin enfatiza que toda esta expectativa que se generó en la población por encontrar respuestas a sus demandas, se frustró ante la falta de cumplimiento por parte de los funcionarios o fuerzas políticas, es decir, las fuerzas políticas se agotaron y se quedaron en ofrecimientos.
“Eso generó un estado depresivo en la población… y el que sabe de eso, lo convierte en ira, en odio. Eso de que el principal magistrado de este país, el Presidente de la República alimente el odio, es una estrategia…que se alimenta en el estado depresivo de la frustración, es decir, no logramos ser lo que queremos ser…”, opinó.
¿Qué hacer?
El padre Chopin considera que las iglesias, los movimientos sociales y todo aquel sector que quiera responder a estos tiempos, tiene que tener claro los procesos de organización aplicados a las nuevas realidades.
“Yo la estrategia que veo, y es normal en todo proceso de construcción de un sujeto…identificación de los cuadros o el discurso humano dispuesto a hacer esto, no es obligatorio, pero sí requiere de personas dispuestas. La pregunta es quién asume; segundo, formación y concientización de este recurso humano; entre católicos y evangélicos (95%), pero Mons. Romero decía o se preguntaba en un país tan cristiano hay tantos corruptos…hoy tanto asesinato, tanta desaparición y tanta tortura, mucha gente cristiana está viviendo su fe de modo banal, superficial, (no es culpa de ese 5% que no son cristianos); tres, estructura, (se) necesita una forma… en la iglesia católica y cristiana: armar comunidades romeristas inspiradas en el martirio”.
Y remarcó que otro paso a seguir es pasar a la “acción en el tiempo y el espacio”.
Con esta jornada de análisis de la Mesa de Iglesia, se cierra un intenso trabajo de reflexión y análisis que en los últimos meses ha permitido a las iglesias históricas, y sumar nuevos actores, como la iglesia Católica, y otros espacios de organización encaminados a darle al país un movimiento de expresión basado en la fe, y atendiendo las principales necesidades de la población, acompañando al pueblo en sus luchas por la defensa de sus bienes naturales, así como garantizando que el Estado no violente los derechos humanos de la población salvadoreña.
