Licda. C. Marchelly Funes
Metodóloga y Comunicadora
@marchellyf
No me queda duda de que hoy más que nunca El Salvador nos necesita unidos, jalando para un mismo lado, fortaleciendo la función pública.
El Presidente de la República, Nayib Bukele, no solo está sentando precedentes en su forma de dirigir las riendas del Ejecutivo, lo que para unos es innovador; mientras que para otros (los más conservadores), es una payasada, una inmadurez y una charlatanería barata; lo que estos últimos no quieren aceptar es que los tiempos están cambiando y con ello las formas de gobernar también.
Lo he repetido en varias ocasiones —por este mismo medio y por Facebook Live— la unidad es urgente, pero no de manera demagógica, sino llevada a la práctica, ya que es la única vía para enfrentar los desafíos de país, en materia de seguridad, economía, educación, salud, migración, medio ambiente, equidad e igualdad sustantiva, entre otros temas urgentes.
Necesitamos repensar una agenda constructiva de cara al futuro, porque este gobierno esta empezado y no puede ni debe dejarse solo, todos los sectores vivos de la sociedad deben trabajar en pro del país y de su gente.
Creo firmemente que el gobierno central debe trabajar de la mano de los gobiernos locales, sociedad civil, iglesias, empresarios, medios y todos los sectores que sumen. Esta unidad no ha sido posible porque han imperado los temas ideológicos, las visiones polarizadas y electoreras, las cuales deberían separarse del quehacer público. De igual manera, vale la pena recordar a todos, incluso a quienes no eligieron al Presidente Bukele, que los desafíos del país son demasiados serios, como para que sigan fomentando el divisionismo ideológico. También es necesario reconocer que la institucionalidad del país está debilitada, que impera vigorizarla en todos los sentidos, hay que trabajar en la credibilidad del quehacer gubernamental como prioridad ineludible, la población ha sido engañada por décadas y se encuentra desconfiada e incrédula.
Este gobierno, además de dar resultados en el corto plazo debe pensar en soluciones estructurales, de esas que transformen la calidad de vida de la gente. En lo personal, percibo que una gran mayoría de salvadoreños, clase media y baja, se encuentra con grandes expectativas con el gobierno de Bukele, sin embargo, debe ganarse la confianza de todos los salvadoreños, incluso la de sus detractores, bajo una lógica romántica, pero no al estilo San Valentín, que una vez pasado el 14 de febrero se acaba, sino para lograr revertir la polarización existente en el país.
Es vital que el gobierno se haga presente en la cotidianidad de los salvadoreños, a través de múltiples mecanismos que vayan desde la promoción de planes, proyectos, estrategias y acciones en sectores históricamente olvidados, hasta las mejoras en la calidad de servicios gubernamentales y en cómo estos impactan la vida de cada salvadoreño.
Necesitamos políticas de Estado que promuevan el desarrollo económico, social y cultural de los salvadoreños sin importar su color ideológico; y se debe aspirar a que el ciudadano promedio viva dignamente en su país y se olvide de emigrar a otros países, en busca de mejorar su economía familiar.
En este sentido, retomo un fragmento de las palabras expresadas por el Presidente de El Salvador durante la toma de posesión: “Tenemos que unirnos y asumir, cada uno nuestra esperanza, sí; pero también tenemos que asumir, cada uno de nosotros, nuestra responsabilidad. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad individual y la sumatoria de todas esas responsabilidades individuales se vuelven una responsabilidad colectiva, una responsabilidad colectiva que va a sacar a nuestro país adelante.
No dudo que el Presidente hará hasta lo imposible por mejorar la seguridad, la educación, la salud, la economía, el crecimiento y desarrollo del país de manera amigable y sustentable con el ambiente y con cada habitante. Nosotros tenemos un papel no de espectadores sino de actores, un país no se transforma de la noche a la mañana, pero si la brújula de todos apunta a un mejor El Salvador, haremos lo que nos corresponda (respetando las ordenanzas municipales, las leyes y normas de convivencia, denunciando y comprobando las prácticas corruptas; no se vale hacernos del ojo pacho), por amor a este país que nos ha visto nacer y crecer, sino lo logramos estaremos condenados a ser el trofeo político de esos que han logrado insertar la idea de que El Salvador no tiene rumbo, que es más de lo mismo, que hay que volver a nacer para transformar el país…