EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA.
Por Eduardo Badía Serra,
Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.
Hay que decir “sí” a todo aquello
que nos ha sido prohibido.
Friedrich Nietzsche.
¡Mire qué cosas! ¡Ahora, nuestros educadores piden a gritos que se enseñen valores en la escuela! ¿Y quién les ha dicho a nuestros pedagogos que los valores se “enseñan”? Los valores no son parte del reino de la ética sino del de la moral, y la moral es concreta, no se piensa sino que se vive, es vivencia pura. El hombre que odia está siempre hablando del amor; y aquél que pretende hablar con la verdad, muy a menudo miente.
¡Hablemos de Nietzsche!
Este gran filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, 1844-1900, hombre atormentado, genio mayúsculo del conocimiento, uno de los llamados “tres maestros de la sospecha”, junto con Marx y Freud, hizo una severa crítica a la moral, pero no a toda moral sino a la moral oficial. Fuertemente influenciado por el pesimismo de Schopenhauer, enfoca el tema de la moral en tres de sus numerosas obras: Así hablaba Zaratustra, Aurora, y Genealogía de la Moral. Nietzsche pugnaba por provocar una gran voluntad creadora de valores porque la moral prevaleciente los imposibilita, y en el mejor de los casos, sólo condiciona su práctica. Hay que invertir los valores, hay que transvalorar los valores, hay que hacer una crítica a la moral, hay que rechazar la “moral del rebaño”. Así hablaba este hombre, filósofo, poeta, filólogo, tremendo erudito signado toda su vida por la enfermedad y el abandono. Nietzsche insistió menudamente en la necesidad de desvincularse de los valores morales, adoptando su justo inverso, ese que la moral execra y busca estigmatizar en el fondo de todas sus valoraciones. Es, la de Nietzsche, una crítica a la moral prevaleciente. Hay que decir “sí” a todo aquello que nos ha sido prohibido, despreciado, maldecido; hay que provocar el “hombre genio”, el “hombre superior”, el famoso “superhombre” nietzschiano, para que, así, aparezcan los “señores de la tierra” y se destruya la “moral del rebaño”. Todo esto, a nosotros, los salvadoreños, que continuamente estamos siempre pensando en la moral del amor y de la amistad, todo este remolino que plantea este alemán sospechoso no dejará de confundirnos. ¿Qué es eso de la “moral del rebaño”? ¿Qué es eso de buscar que aparezcan los “señores de la tierra”? ¿En dónde estamos?
Nietzsche hablaba de la existencia de tres tipos de moral: La ya citada “moral del rebaño”, que es, para él, la “moral del primer nivel”, la moral prevaleciente, no otra cosa que un sistema de valores, una moral que “crea valores”. Pero cuidado con esto: ¿Qué es esto de “crear valores” para un rebaño? ¿Cómo la moral puede crear valores? Nietzsche pedía transvalorar esos valores creados por esa “moral del rebaño”, y pasar al segundo tipo de moral, la “moral producto de esa inversión de los valores del rebaño”, una moral, decía él, de segundo nivel, que es la inmoralidad prevaleciente, no un sistema de valores como el anterior sino un sistema de condiciones para crear valores. Nietzsche pida pasar de los valores a los antivalores, busca hacer del hombre moral actual, un hombre inmoral. Y finalmente, buscaba Nietzsche culminar con el aparecimiento de la “moral de los señores de la tierra”, que era, para él, la moral de las nuevas leyes, el tercer tipo de moral.
¿Qué les parece a ustedes, muy estimados lectores, si enseñamos en la escuela estas ideas de Nietzsche, y pedimos a los maestros que digan a sus alumnos que dejen de ser morales y que se vuelvan inmorales? Y les agregamos que consideren un sistema de valores para los hombres débiles y otro diferente para los hombres fuertes. Y además, que sostengan que debe rechazarse a los hombres carentes de voluntad, y que los hombres fuertes, los hombres plenos, deben imponer a los débiles los valores plenos de voluntad creadora que estos no tienen ni pueden tener. ¿Qué tipo de hombre pretendía formar este alemán medio loco y medio sabio? ¿En dónde quedan aquí la fraternidad, la solidaridad, el amor al prójimo cualquiera que este sea? ¿Es la moral de Nietzsche una moral de estructura o una moral de contenido? ¿Es su moral, una moral concreta? ¿Busca la moral nietzschiana el “deber ser” o el “ser”? ¿Es una moral que actúa como producto de la presión, o de la coacción, o de la preacción? ¿Es una moral abierta o es una moral cerrada?
No condenemos anticipadamente a Nietzsche. Antes bien, de nuevo, preguntémonos: ¿Cabe, o es posible, su moral, en un tipo de sociedad con estructuras preconvencionales, o convencionales, o postconvencionales? ¿Cabe, la moral de Nietzsche, en una sociedad conservadora, o en una sociedad emergente, o en una sociedad tradicional, o en una sociedad moderna, o en una sociedad postmoderna? ¿Cabe la moral de Nietzsche en una sociedad del conocimiento o en una sociedad de la información? ¿Cabe, la moral de Nietzsche, en El Salvador de hoy?
Los valores son un aquí y ahora, son para cada cual y para cada entonces en cada lugar. No puede, el hombre concreto, ese “hombre de carne y hueso” del que hablaba Unamuno, asumir unos valores que no se corresponden con su realidad concreta, porque aunque lo haga no los podrá vivir, y si no los vive no los podrá vivenciar, y si no los puede vivenciar, no valdrán, porque le serán indiferentes, y si algo necesita necesariamente un valor es ser “no-indiferente”, es decir, suscitar, para así afectar, y para así, generar respuestas.
Esa es la realidad: Los valores no se enseñan, sólo se descubren, sólo se muestran, porque están ahí, en el accionar concreto del hombre en sus sociedades. Otra cosa es que haya necesidad de disponer de una adecuada teoría axiológica para sistematizarlos en un conjunto organizado de ideas; pero esto último es sólo una consecuencia de lo anterior. Si no se da la práctica de los valores, no habrá teoría.