Santiago Leiva
@DiarioCoLatino
Antes de la tanda de penaltis, seek Henry Hernández acarició y besó la pelota, sickness intentó, con una cruz de saliva, deshacer el embrujo, pero no pudo con el hechizo. Menudo hechizo: tres penaltis fallados y el adiós a un tetracampeonato que habría puesto a los cementeros en lo más alto de la historia del fútbol salvadoreño.
Demasiadas desventuras para un Isidro Metapán que almacenó la pólvora para festejar en su ciudad y pretendió hacer fiesta en la grama del Cuscatlán a luz de estrellitas y chispas de fulminantes.
Los fallos de Héctor Ramos, Víctor Merino Dubón y Medardo Guevara, desde la mancha penal, no fueron más que la prueba fehaciente de que los caleros llegaron al duelo con la mirilla torcida.
De paso, el fútbol también se ensañó en revelar, una y otra vez con opciones de gol, que Héctor Ramos y Romeo Parkes son de nacionalidad caribeña. En las piernas de esta dupla de “morenos” se esfumaron las mejores ocasiones para que los cementeros llegaran al título.
Múltiples ocasiones tuvo Ramos para escribir el punto final de la historia, y una y otra vez falló para darle alas a Santa Tecla, al que también le sobran galones y que, a la postre, termina agenciándose un título bien trabajado.
La gran virtud de los tecleños para alzar la corona no estuvo en la tranquilidad que mostraron al momento de cobrar los penaltis, sino a la disposición táctica y serenidad con las que se pararon sobre el césped del Cuscatlán.
Bajo el dibujo del 4-4-2, Santa Tecla llegó al duelo final como si se tratara de un partido más por el campeonato. Osvaldo “Pichi” Escudero ordenó a sus hombres asfixiar la salida y la estrategia cogió por sorpresa a los cementeros que esperaban, inicialmente, un partido más conservador.
De ahí que, con los tecleños “mordiendo” en todos los sectores de la cancha, Metapán, acongojado por el dispositivo del rival, se vio superado y no le quedó más remedio que replegarse y defender los embates.
No obstante, con el balón en su poder, los tecleños bombardeaban por todos los francos, dejando entre ver que la zaga jaguar tenía costuras. Irvin Herrera se generó la primera gran ocasión de la tarde. El delantero cogió una pelota, se la quitó a Henry, pero se quedó con poco ángulo y disparó desviado.
En la jugada siguiente, probó Bryan Tamacas, pero su disparo salió raso a las manos del portero calero. El gol, sin embargo, ya paseaba el área metapaneca, cabalgaba en los botines de William Maldonado, un jugador fino al que le sobra puntería y tiza para dibujar goles.
El “10” tecleño recibió un balón en los linderos del área, amagó y, luego, con un remate suave y colocado, dejó tendido sobre la lona a Henry Hernández. El cronómetro marcaba 21 minutos y, para entonces, Derby Carrillo, el guardameta tecleño, había sido un espectador de butaca.
Con el gol tecleño, sin embargo, cambiaron los carretes de la película y se vio un paisaje diferente. Marvin Moterrosa tocó la corneta y se convirtió en un ventilador por el costado izquierdo. Ahí llegaron los problemas para Santa Tecla que pasó momentos de apuros y que mantuvo la ventaja gracias a los fallos de Ramos y del mismo Monterrosa que se engolosinó con el balón en más de alguna vez.
Empero, nada se le puede reprochar a Monterrosa porque fue el jugador que le dio carrete a los cementeros y, de largo, el mejor en la cancha. Su fútbol no tuvo premio porque, esta vez, le faltó un aleado. Le faltó el Ramos del campeonato, ese artillero que usa la potencia física como forro para pelear cuerpo a cuerpo y fusilar a los arqueros.
VENCER O MORIR
Al regreso de las duchas, para el segundo acto, Santa Tecla hizo su primer gran intento por liquidar la batalla. Marlon Cornejo se galopó por la banda, entró al área y remató de zurda. El balón, para fortuna de Henry Hernández y la hinchada cementera, se estrelló en el poste.
Pasado el susto, Metapán volvió a conseguir la manija del encuentro, gobernaba la pelota con alguna tranquilidad y los tecleños, con Diego Chavarría y Gerson Mayen, montaban barricadas para hacer el camino intransitable y evitar el empate.
Obligado por la circunstancia, el “Zarco” movió pieza. Sacó a Narciso Orellana y le dio hilo a Merino Dubón para que controlara el tráfico de la pelota. En adelante, los jaguares gozaron de chances claros. Ramos perdió un mano a mano ante Derby y luego Parkes, al mejor estilo caribeño, remató a las nubes.
Avanzaba el tiempo y con él también se esfumaba el tetracampeonato. Entró el delantero Medardo Guevara por Cristian Sánchez y, en seguida, Ricardo Ulloa por el zaguero Jonathan Barrios. Cuatro arietes para buscar el gol que llegó 60 segundos más tarde.
Monterrosa y Parkes combinaron de memoria y balón para Ulloa que definió con tiro raso y colocado. El tanto inyectó adrenalina a los jugadores que se volcaron con intención de finiquitar el duelo pero no pudieron evitar el alargue.
Mermados en lo físico, los 30 minutos extras se jugaron con un aire desértico, con empeño, pero con poca intensidad. Monterrosa jugó en un solo pie y, al final, pactaron que lo mejor era disputarse el título desde el penalti.
Aquí se sacó la lotería Santa Tecla, porque los jaguares llegaron con mal de ojo y no lograron ver dónde estaba la portería. Así falló Ramos, Merino Dubón y Guevara. Solo Odir Flores dio en el blanco.
Por Santa Tecla anotaron Mayén, Cornejo y Juan Barahona. Ricardinho y Chavarría fallaron.
El gran héroe de la tarde, aunque haya otros nombres que destacar, fue Barahona, quien hizo el tanto que vale un título, el primero con el que Santa Tecla se mete a la historia del fútbol salvadoreño.
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