Por Aldo Gamboa
Washington/AFP
El diplomático uruguayo Luis Almagro asumió el martes la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) con la promesa de acciones concretas para reducir su burocracia interna y tornarla más eficiente en la solución de problemas.
En un discurso de unos 15 minutos, Almagro trazó las líneas fundamentales de su gestión de cinco años, y aseguró que la prioridad será impulsar la transformación de la OEA en una entidad «más eficiente, menos bucrocrática y que contribuya a la resolución de los problemas de nuestro hemisferio».
«Mi administración hará del lema ‘más derechos para más gente’ su motivo de existencia, porque el hemisferio está harto de exclusión, de derechos políticos, económicos o sociales para algunos pero no para todos», dijo el diplomático uruguayo.
Para Almagro, es prioritario «transformar la OEA a las realidades del siglo XXI».
En su discurso, sin mencionar ningún país en particular, Almagro añadió que la OEA «debe tender una mano a aquellos países que atraviesan momentos de crispación y antagonismos que a veces sobrepasan los niveles de civilidad a los que la democracia regional debe aspirar».
La desigualdad y la exclusión, apuntó el nuevo secretario general de la OEA, «sigue siendo una preocupación presente en todos nuestros países, desde Canadá hasta la Patagonia».
Almagro recordó que todos los días «miles de americanos emigran en busca de un mejor futuro», y por eso apuntó que «sus derechos deben ser asegurados».
Darle tiempo a Cuba
Almagro fue elegido Secretario General de la organización continental el pasado 18 de marzo, en una disputa en que fue candidato único para sustituir al chileno José Miguel Insulza, quien ocupó la secretaría general por una década.
El nuevo secretario general de la OEA reservó un segmento especial de su discurso inaugural a Cuba, país que después de medio siglo de ruptura inició un proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Para los países de la región, resta ahora ver como se procesará la reincorporación de Cuba a la OEA, de donde fue expulsada en 1962.
«Trabajaremos para que Cuba pueda integrarse plenamente a la OEA, obviamente tomando en cuenta la necesidad de respetar tiempos y procesos que no están bajo nuestro control», dijo Almagro este martes durante su discurso.
En un rápido contacto con la prensa después de la ceremonia de su investidura, Almagro dijo que la OEA «tiene que enterrar la Guerra Fría con el ingreso de Cuba», proceso que requerirá un esfuerzo «de la OEA, y también un esfuerzo de Cuba».
Recuperar la credibilidad
En todos sus discursos Almagro ha dejado claro que el surgimiento de entidades como la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) han obedecido a necesidades específicas en la región, pero también a espacios que la OEA ha dejado de ocupar, enredada en su propia burocracia.
Sobre ese asunto, este martes expresó que «debemos fortalecer las capacidades de negociación, de mediación y de construcción de consensos en esta OEA que nos alberga a todos los países del hemisferio».
Para la superación de la crisis interna y la conducción de la renovación de la OEA, Almagro cuenta con un capital político personal envidiable: el apoyo de todo el espectro político continental, desde Caracas a Washington.
El ex canciller uruguayo fue electo al cargo de Secretario General con nada menos que 33 votos a favor, sin votos en contra y con una misteriosa abstención que jamás fue revelada.
Otro desafío de Almagro será fortalecer el sistema regional de derechos humanos, que es conducido por la Comisión (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH).