Rolando Alvarenga
@BachiBoxx55
Pocos atletas en este país pueden jactarse de haber practicado con buen suceso el deporte de sus amores durante medio siglo de vida o más.
A este legendario grupo pertenece Luis Alonso Chévez, de 71 años, presidente de la Federación Salvadoreña de Judo durante más de veinte años.
Como judoca fue un exitoso elemento consagrado a la práctica de esta disciplina marcial porque, efectivamente, más que un deporte, el judo es una disciplina integral en toda la extensión de la palabra que inculta principios, valores y fortalece física y mentalmente.
Hoy en día, Chévez sigue siendo un judoca masters quien, con su 7o. Dan, mete miedo a rivales de la nueva generación.
Tras una exitosa trayectoria atlética, incursionó en el mundo de la dirigencia y durante casi veinte años ha ostentado la presidencia federativa, rodeado de un staff de mucho empuje profesional en la conducción del judo.
Es tanto su amor y pasión por el judo que, hasta hace unos tres años atrás, prestaba de su dinero a la Federación para cumplir urgentes compromisos, porque el dinero del INDES nunca llegaba. No obstante, para evitar malos entendidos administrativos financieros, la Corte de Cuentas le envió un memorandum para que ya no lo hiciera y él obedeció.
Sobre su medio siglo de tenaz sobrevivencia en esta disciplina, el experimentado maestro Luis Alonso Chévez expresa que “el judo ha sido un espacio en la vida” que le ha generado muchas satisfacciones, pues ha “sirvido a las pasadas, presentes y futuras generaciones”
Chévez dijo, además, que recuerda ver “tiernito a nuestro tres veces olímpico Juan Carlos Vargas y haber sido uno de los primeros ganadores de la Espiga Dorada en los años ochenta”.
Luis Chévez manifestó que a través del judo ha tenido la oportunidad de haber cultivado una buena cantidad de amistades y viajar a varios países.
Eso sí, el titular del judo admitió que uno de sus golpes más duros lo encajó el año pasado con el fallecimiento de su mano derecha, Jorge Zaldaña, quien se asemeja a un ippón que todavía no logra superar.
En los años más gloriosos del deporte cuscatleco fue considerado, junto a Melecio Rivera (tenis de mesa) y José Guandique (boliche), como uno de los “tres tenores del deporte olímpico salvadoreño”. Él sabe mucho sobre la Carta Olímpica y la Ley General de los Deportes.
Años dorados
En sus años dorados, en la cúspide de su carrera, Alonso Chévez logró boleto para ir a los Juegos Olímpicos Moscú, pero un boicot de los países occidentales a esos juegos esfumaron los sueños de un Chévez que se perfilaba como una amenaza real en los 78 kilos.
Tras su retiro como atleta y en calidad de coach, el titular federativo asistió a los Juegos Olímpicos Seúl 88, Barcelona 92 y Atlanta 96 con el atleta Juan Carlos Vargas. En los de Sydney 2000 estuvo con Miguel Moreno; en Pekín 2008, acompañó a Franklin Cisneros y, en los de Londres 2012, fue asesor de esquina de Carlos Figueroa.
En las estadísticas olímpicas, Luis Chévez clasifica como uno de los pocos salvadoreños con más presencias en la máxima fiesta olímpica.
Con tantas décadas deportivas sobre su espalda y ante la obligada pregunta sobre cuándo piensa colgar el judogui (la bata de competencia), sostiene que no lo ha pensado, porque para él judo “es la vida y, mientras el cuerpo aguante y el deporte necesite de nuestros servicios, seguiremos atrincherados compartiendo y transmitiendo nuestra rica y fructífera experiencia”.
Profesionalmente, Chévez se gana la vida ejerciendo con mucha precisión y cero margen de error la contabilidad y administración. Y, al igual que en el judo, está ranqueado entre los mejores del ramo.