Madrid/dpa
Luis Enrique, physician Rafa Benítez y Diego Simeone serán los entrenadores de los tres equipos grandes en la próxima edición de la Liga española de fútbol, una apuesta decidida de sus respectivos clubes por llenar el banquillo de identificación con los colores.
Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid abrirán el torneo español el próximo fin de semana con técnicos que conocen muy bien qué quiere su afición y cuáles son las particularidades de sus respectivos clubes, un valor añadido dentro de un mundo, como es el fútbol, tan difuso en cuestiones de identidades.
Luis Enrique despejó al finalizar la pasada temporada las enormes dudas sobre su continuidad. Y lo hizo de una manera ruidosa: ampliando su contrato hasta 2017. Fue la consecuencia de su espectacular “triplete” -Liga de Campeones, Liga española y Copa del rey-, al que cabe sumar ahora la Supercopa de Europa. Sujeto a críticas durante sus primeros meses de banquillo, a partir de enero revirtió los reproches para configurar un equipo reconocible y lleno de éxito. Conoce muy dónde está, qué es el famoso “entorno” del Barcelona, un club sujeto a convulsiones incluso en los mejores días.
“Entiendo las críticas, que no estén de acuerdo con mi decisión, pero hago mi trabajo”, aseguró en una reciente rueda de prensa.
Ahora su reto está en intentar dar continuidad a un equipo, a un proyecto que regresó a la excelencia la pasada temporada. Sí, Luis Enrique demostró que en el Barcelona hay vida después de Josep Guardiola. Y de qué manera.
Por su parte, el Real Madrid buscó para la nueva temporada un técnico formado en la casa, el primero que iniciará la Liga española desde 2002, cuando Vicente del Bosque cumplió su último año en el Real Madrid antes de ser despedido tres días después de conquistar el título nacional.
Desde entonces, el presidente blanco, Florentino Pérez, lo fue probando todo y ahora encomienda a Benítez la dura misión de volver a ganar tras una temporada sin títulos importantes.
Su identificación con la casa quedó clara desde el primer momento. Protagonizó una escena inusual en un entrenador al derramar unas lágrimas cuando fue presentado como nuevo técnico blanco. Cumplía así un sueño de toda la vida.
Benítez, gran amigo de Del Bosque, tiene a su disposición un gran plantel que, sin embargo, parece difícil de gestionar por la abundancia de jugadores ofensivos y egos gigantescos.
Al tiempo, el técnico español tendrá que gestionar otro departamento anexo al club: la afición. Benítez, acusado de ser un entrenador defensivo, deberá satisfacer la exigencia de la hinchada de ver victorias y un fútbol atractivo.
“El equipo tiene que jugar lo mejor posible para poder ganar y una idea clara de lo que quiere hacer independientemente del sistema. Hay que atacar, marcar goles y si es posible jugar bien”, declaró en su presentación.
Mientras, el Atlético de Madrid sigue confiando en Simeone. Cómo no hacerlo, pues el argentino llevó al equipo rojiblanco a ganar la Liga española en 2014 para romper así la amplia hegemonía mantenida por Barcelona y Real Madrid en la última década.
Más que ningún otro jugador, Simeone es la gran estrella mediática del Atlético de Madrid. Ahora mismo, nadie parece más imprescindible en el club que su entrenador, quien ejerce su liderazgo en todas las facetas de la entidad: deportiva, gestora, social y comunicativa.
El nuevo proyecto del Atlético de Madrid es quizá el más ambicioso de los últimos años y delanteros como Jackson Martínez, Luciano Vietto o el consagrado Antoine Griezmann añaden dinamita a un equipo ya consolidado atrás con hombres como Jan Oblak, Diego Godín o Koke.
Ahora sólo es cuestión de tiempo ver si está en condiciones de volver a disputar el título ante los dos gigantes del fútbol español.