Rafael Cabrera Calderon
La historia de las naciones nos presenta mitos y realidades que forman parte de las sociedades, todos llamados a desarrollar la convivencia de los seres, procurar una existencia digna y de respeto y así es como emergen HOMBRES QUE NO SE VENDEN – HOMBRES HONRADOS SANOS E ÍNTEGROS hasta el fondo de su corazón. HOMBRES DE CONCIENCIA FIJA E INMUTABLE – HOMBRES QUE DEFIENDEN LA RAZÓN aunque los cielos caigan y la tierra tiemble – HOMBRES QUE DIGAN LA VERDAD SIN TEMOR AL MIEDO, que no flaquean ni vacilan, esos son atributos del gran líder LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA, ahora víctima de un sistema corrompido, de una sociedad excluyente en la que impera solamente la mala fe, ausentes del amor a Dios.
DON ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL- PREMIO NOBEL DE LA PAZ 1980, se expresó así de Lula da Silva como bien ustedes saben, la paz no es solo la ausencia de la guerra, ni evitar la muerte de una o muchas personas, la paz es también dotar de esperanza de futuro a los pueblos, en especial a los sectores más vulnerables víctimas de la “Cultura del descarte” de la que nos habla el PAPA FRANCISCO.
La paz es incluir y proteger a quienes este sistema económico condena a la muerte y a múltiples violencias. Según el último informe de 2017 de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura, el hambre afecta a más de 815 millones de personas en el mundo. Se trata de un flagelo y un crimen que sufren los pueblos sometidos a la pobreza y marginalidad, a los que se les roba la vida y la esperanza por generaciones.
Es por esta razón que si un gobierno nacional se convierte en un ejemplo mundial que lucha contra la pobreza y la desigualdad, contra la violencia estructural que nos aqueja como humanidad, merece un reconocimiento por su aporte a la paz en la humanidad, Lula da Silva tuvo como uno de sus ejes fundamentales de gobierno comprometerse con los pobres e implementar políticas públicas para superar el hambre y la pobreza.
En enero de 2003 en su discurso de asunción de la Presidencia de la República dijo: “vamos a crear las condiciones, que todas las personas en nuestro país puedan comer decentemente tres veces al día, todos los días sin necesidad de donaciones de nadie. BRASIL YA NO PUEDE CONTINUAR CONVIVIENDO CON TANTA DESIGUALDAD”. Necesitamos vencer al hambre, la miseria, la exclusión social.
Nuestra guerra no es matar a nadie; es para salvar vidas y en efecto los programas “Hambre Cero” y “Bolsa Familiar” sacaron de la pobreza extrema a más de 30 millones de personas, convirtiendo a Brasil en un modelo exitoso mundialmente reconocido por Organismos Internacionales como la FAO y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
En la administración Lula da Silva hubo una reducción de la tasa de desempleo cercana al 50% y una creación de 15 millones de nuevos puestos de trabajo, de acuerdo al Ministerio de Trabajo, lo cual señala que las políticas sociales del Presidente del Partido de los Trabajadores dejó un Brasil con menos desigualdad social.
La implementación de programas de educación y salud elevaron el índice de desarrollo humano y una expectativa de vida escolar suficiente. El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva fue una construcción democrática y participativa con medios no violentos que elevó el nivel de vida de la población y dio esperanza a los más necesitados. El mundo reconoce que hubo un antes y un después en la historia desigual de Brasil luego de las dos presidenciales de Lula da Silva.
Por estos motivos, en el mismo sentido de esperanza que transmitió Martin Luther King, somos muchos los que creemos que el líder brasileño Lula no merece ser víctima de un sistema de opresión y muerte, mas por el contrario, merece el galardón como un NOBEL DE LA PAZ y que todo el pueblo de Brasil lo reelija como su nuevo presidente.