Río de Janeiro (Brasil)/Sputnik
El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), a quien las encuestas dan como favorito para el balotaje de este domingo frente al presidente Jair Bolsonaro, ha dado algunas señales de que podría apostar por mediar de forma activa en el conflicto de Ucrania.
En varias entrevistas y declaraciones públicas, Lula ha expresado su frustración por el hecho de que los países de los BRICS (el grupo que reúne a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) no hayan tenido un papel más central en las negociaciones para poner fin a la situación en Ucrania, y llegó a sugerir que con él como presidente, eso sería diferente.
“Si ganamos y la guerra no ha terminado, conversaremos con ellos y les diremos que la guerra no interesa a nadie, sólo a los vendedores de armas, y nosotros queremos vender cultura, libros, comida a la humanidad”, dijo en septiembre el líder del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).
En abril ya había dicho que Brasil sería mejor negociador y que la paz podría alcanzarse en una mesa de bar, lo que provocó malestar en la representación diplomática de Ucrania en Brasil. “¿A quién le interesa esta guerra? Esta guerra, por todo lo que comprendo, leo y escucho aquí en Brasil, se resolvería en una mesa bebiendo cerveza; si no a la primera, a la segunda, si no, a la tercera, si no fuera posible a la tercera seguiría hasta que se acabaran las botellas para un acuerdo de paz”, afirmó.
CAPACIDAD NEGOCIADORA
Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC) Paulo Sérgio Wrobel, estas declaraciones hay que tomarlas con cautela, recordando que Lula ya usó el ejemplo de las “cervezas” cuando llegó a la presidencia en 2003 al referirse al eterno conflicto entre Israel y Palestina: “Es un rasgo de su personalidad. Lula se autoatribuye un poder de convencimiento y negociación que en realidad nunca tuvo”, afirmó en declaraciones a la Agencia Sputnik.
Wrobel, por ejemplo, resta importancia al acuerdo nuclear que Brasil y Turquía negociaron con Irán en 2010 cuando Lula era presidente. “No tuvo ninguna repercusión, nadie lo tomó en serio”, lamentó.
En su opinión, la situación ahora se agrava porque el líder de la izquierda si llega al Gobierno no lo hará con la misma fuerza y vigor que en sus primeros mandatos, ni con el mismo prestigio internacional, en parte debido a su paso por prisión.
Si Lula en solitario quizá no pueda ser el protagonista de un movimiento de negociación en Ucrania, ¿podría hacerlo junto a algunos colegas de los BRICS? El grupo languidece desde hace años, pero el círculo diplomático que rodea a Lula, encabezado por su excanciller Celso Amorim, promete volverlo a poner en su lista de prioridades.
Para Wrobel, es poco probable que Brasil, India o Sudáfrica puedan ejercer de negociadores en el seno de los BRICS, precisamente porque en el grupo está Rusia. Considera que el poder de influencia de Lula se limitará a Latinoamérica, donde sí podría liderar una nueva alianza de gobiernos progresistas.
CONTRA LAS SANCIONES
Tanto Lula como Bolsonaro se han mostrado contrarios a las sanciones internacionales aplicadas contra Rusia, y en la Organización de las Naciones Unidas, Brasil se ha esforzado en mantenerse neutral respecto a lo que ocurre en Ucrania, pero Wrobel recuerda que un eventual gobierno del PT quizá estaría algo cercano a Rusia que a Ucrania políticamente.
“Lula ha sido bastante crítico con Ucrania y con Zelenski y bastante más simpático con el presidente Putin; creo que un gobierno de Lula podría dar un pequeño giro pro-Rusia. Dependerá un poco de quién asuma la Cancillería”, afirmó el profesor.
El balotaje en Brasil se celebrará el 30 de octubre, y aunque Lula es favorito los sondeos apuntan una ventaja muy ajustada, por lo que todos los escenarios están abiertos y Bolsonaro aún mantiene opciones de dar la sorpresa y ser reelegido presidente.