Redacción Nacionales
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Este sexto viernes de Cuaresma conocido como “Vienes de Dolores” la feligresía católica lo dedica a conmemorar los dolores y sufrimientos de la Virgen María cuando acompañó a su hijo Jesús camino al Calvario.
El Viernes de Dolores se conmemora antes del Domingo de Ramos. En muchas parroquias se conserva la tradición que la imagen bajo la advocación de la “Virgen de los Dolores” o “Dolorosa”, acompañe a Jesús Nazareno en la procesión del viacrucis y durante los días de la Semana Santa.
Durante el Viernes de Dolores los católicos meditan y reflexionan los siete dolores de María, como una forma de unirse al dolor que ella padeció al ver a su hijo con la cruz y posteriormente ser clavado y morir por la salvación de la humanidad.
Durante siglos los católicos han profundizado en los dolores que experimentó la Virgen a lo largo de su vida; de manera especial, en aquellos vividos en los días previos al sacrificio de su Hijo y posteriores a su muerte, a la espera de la Resurrección. El Viernes de Dolores contribuye enormemente a la consolidación de la devoción a la “Virgen Dolorosa”, devoción mariana de gran popularidad en el mundo.
El viernes anterior a la Semana, en muchos lugares se ha destinado a la meditación y celebración de esos misterios de la vida de María.
La devoción a la Virgen Dolorosa invita a la contemplación de los siete dolores de María. La Madre de Dios prometió, a través de Santa Brígida de Suecia, que concedería siete gracias a aquellos que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías “mientras meditan en sus lágrimas y dolores”.