Jorge el “Mágico” González está de manteles largos hoy. El mejor jugador salvadoreño de todos los tiempos cumple 60 años de vida.
Santiago Leiva
@DiarioCoLatino
Jorge González ya necesita “Cofal fuerte” para aceitar su maquinaria, pero a sus 60 años aún mantiene ese toque que lo llevó a vestir las camisetas de FAS, de la selección nacional y del Cádiz de España.
“El Mago”, como se le conoció en tierra gaditana, o “El Mágico”, como se le llama en El Salvador, todavía mantiene esa chispa futbolera, además de toda la idiosincrasia y humildad que cosechó desde que simulaba pelotas con botellas de plástico y jugaba con piedras como porterías en el barrio.
Amó la pelota desde niño y la sigue amando aún cuando está presto a ingresar a las filas de los “Adultos Mayores”.
“(De niño) mi preferencia era tal por la pelota que todo giraba alrededor de la pelota y si no la tenía me la imaginaba. Con esto te quiero decir que si no tenía algo redondo, semi redondo u ovalado, jugaba con cajas de cartón, cajas de chocolatinas o con botellas de plástico”, confesó recientemente el exseleccionado.
Jorge fue el último de la dinastía de “Los Pachines” en hacer de la pelota su herramienta de trabajo y también fue el primer y último salvadoreño en ser idolatrado y convertido en leyenda en Cuscatlán y tierras ibéricas.
“Mi mamá no jugó fútbol, pero cuando iba al fútbol se animaba, se alegraba, se alteraba y lo vivía, ya que tuvo siete hijos que jugaron. Cinco en Primera y dos en Segunda. Yo pienso que mi mamá cuando estaba preñada de mí y que mi hermano “Pachín” (el mayor) jugaba, se emocionaba mucho y transmitía al feto la emoción”, bromea Jorge, respecto a cómo adquirió su talento.
Y es que su gen futbolero le puso la pelota y el mundo a sus pies. Sin embargo, “El Mágico”, que jugó para FAS, la selección y el Cádiz, optó por gobernar su propia vida y ver el fútbol como un instrumento para divertirse y divertir a la gente. Jamás lo vio como un negocio.
Jorge González Barillas nació un día como hoy, un 13 de marzo de 1958 y hoy está celebrando seis décadas. 60 años cargados de magia.