Por: Rolando Alvarenga
Con base a los buenos resultados que los llevaron a terminar como campeones y sub campeones del Apertura 2016, de la Liga Mayor de Baloncesto, las cúpulas de Brujos de Izalco y Santa Tecla han sido injustas al destituir a los entrenadores Pablo Gavidia y Roberto Carillo. Ambos despidos traen al primer plano el popular refrán que dice: “mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
Y, a mi juicio, son injustas porque fue gracias al trabajo tenaz, técnico, estratégico y psicológico de ambos entrenadores que, hechiceros y tecleños, llegaron hasta donde llegaron en un torneo de mucha exigencia física y competitiva.
Al ver las estadísticas es fácil asegurar que, con otros técnicos, Brujos y Tecla hubieran llegado a ser los mejores quintetos del Apertura 2016. De acuerdo a los números de la fase regular y fase final, Brujos ganó 31 juegos y perdió siete; mientras que Santa Tecla se apuntó 33 victorias y cayó en cuatro oportunidades.
Cifras más que suficientes para confirmar la capacidad profesional de Gavidia y Carrillo y que no fueron producto de la casualidad, mas bien, cosecha de un experimentado trabajo.Gavidia sacó de las cenizas a un equipo por el cual nadie daba nada al inicio del certamen, lo convirtió la revelación y sensación del Apertura. Y no solo eso, coronó una temporada de ensueño ganando el título de campeón del Apertura 2016, gracias a la buena fusión que logró entre los tres norteamericanos (Davis, Tavarion y Eliot) y los jugadores salvadoreños.
Carrillo, por su parte, solo perdió dos de 30 partidos en la fase regular y, lamentablemente, cayó ante los Brujos de Izalco en el segundo y tercer juego de la final del Apertura 2016. Pero, punto y aparte de eso, profesionalmente aportó desde la banca toda su sabiduría y, en su alma ganadora, hubiera querido saltar a la duela para cumplir al pie de la letra las instrucciones. Aunque parezca estúpido el argumento, él no juega y adentro de la cancha ya no es su responsabilidad.
Expuesto lo anterior, no hay duda de que en cualquier baloncesto del mundo el sobresaliente trabajo de Gavidia y Carrillo tiene el suficiente peso para una renovación automática. Basta con conservar la base de los equipos y un par de refuerzos para volver a intentar la proeza, pero aquí, en este país donde cualquier injusticia deportiva ocurre: ¡no! Aquí pesa más la mezquindad y la ignorancia dirigencial en materia deportiva que la apuesta por apoyar un trabajo serio y profesional.
En apego a la verdad, y curándose en salud, los técnicos destituidos dieron su versión a Diario Co Latino y es una pena que las cúpulas no hayan tenido los pantalones para darles un espaldarazo. A Gavidia lo serruchó su misma gente y a Carrillo lo dejaron sin opciones. Lástima por estos dos equipos que ahora deberán contratar a dos técnicos mejores que los que despidieron para volver a terminar primero y segundo. Bien decía mi abuelita: “mal paga el diablo a quien bien le sirve”.