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Mamá Paz y su montón de hijos

Nelson López

Mamá Paz se fue, site pero quedó mucha gente que la seguirá recordando hasta el final, advice porque siempre fue una mujer llena, viagra no solamente de alegría y bromas, sino que también de generosidad y amor, porque jamás faltó una tortilla en su casa para quien llegara con hambre.

Mamá Paz, como le decíamos todos los que la conocíamos y que disfrutamos de su generosidad, nunca mostró un rostro amargo para quien la veía, sino que siempre le brillaba una sonrisa que a uno lo hacia sentirse amado y fortalecido, ¡claro! después… venía la tortilla, el conqué y el café.

Mamá Paz comenzó con el amor de madre mucho antes de que tuviera el montón de hijos, ella entendía que a sus abuelas debía atenderlas con amor de madre, hasta que se fueron, luego a sus hermanos menores tenía que darles amor de madre y siguió practicando con sus hijas e hijos, con su mamá Victoria (mamá Toya) que se le fue de 92 años, y otra vez, con sus hermanos y hermanas mientras avanzaban a paso lento hacia la ancianidad, casi a todos les dio cristiana sepultura.

Mamá Paz siguió su rápido andar en ese amor más de madre que de abuela o bisabuela con sus nietos y bisnietos y así se le fueron haciendo el montón de hijos… todos le decíamos mamá Paz, hasta los yernos y las nueras, y le sentíamos ese amor que se requiere en algún momento de la vida y ahí estaba apapachándonos cuando sabía que necesitábamos la dosis.

Mamá Paz, nació, vivió, dio su amor y se quedó en Santa Isabel de Ishuatán, un pequeño pueblo costero de Sonsonate, ahí donde se cultiva el bálsamo que a borbollones da su savia para aliviar la vida. Todos los que la conocíamos en algún momento de nuestra vida nos pareció que por sus raíces tenía un poder balsámico.

Mamá Paz tuvo desde su vientre hasta el último momento a Angela, Teresa, Eulalio, Dionisio, Alonso, Lucas, Ernesto y Elizabeth, y con ellos por añadidura a Nelson, Salvador, Marta, Cecilia, Evelyn, Morelia y Orlando, que de ahí desprendieron la tercera generación y la cuarta, con nietos y bisnietos que también lloraron.

Mamá Paz nunca estuvo sola, además del gran familión, en el último día, llegaron todos los sacerdotes que la conocieron, la mayoría, amigos del padre Dionisio, su hijo. Ahí concelebraron, en la parroquia abarrotada de Santa Isabel Ishuatán,  la misa de cuerpo presente, oficiándola el obispo de Sonsonate Monseñor Constantino Barrera, quien también compartió ese amor de madre y esa alegría desbordante con que nos atendió a todos mamá Paz.

Mamá Paz fue de esas miles de mujeres que siempre oyeron a través de la frecuencia YSAX a nuestro pastor y mártir Monseñor Oscar Arnulfo Romero, para ella era su guía espiritual, y fue la mujer más feliz de la tierra cuando su hijo Dionisio de Jesús Ramírez, fue ordenado sacerdote diocesano y que pasó a formar parte del clero salvadoreño.

Mamá Paz se fue y todos lloramos elevando una plegaria para el descanso de su alma en la eternidad y para que Dios la recibiera en su seno.

Mamá Paz también tu amor es infinito… hasta pronto.

           

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