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MANEJO INAPROPIADO DEL LENGUAJE Y SU EFECTO EN LA TRANSMISIÓN DE MENSAJES

Luis Arnoldo Colato Hernández

Educador

El manejo adecuado o no del lenguaje incide directamente en la debida interpretación del mensaje del que es portador, por lo que su uso adecuado es fundamental para así lograrlo.

Por otro lado, en los últimos decenios hemos apreciado mudos cómo el lenguaje es interesadamente erosionado, con un uso indiscriminado de vocablos degenerados producto de una mezcolanza de jergas, con significados varios y superficiales, que la mercadotecnia distorsiona del modo más abyecto.

Así, por ejemplo, el concierto de un popular cantante caribeño el país el fin de semana pasado, exponente de un género musical que no requiere ninguna habilidad real, y menos maestría ninguna, se manifiesta en una sucesión de sonidos ininteligibles que solo estimulan los sentidos primarios, provocando entre los asistentes, un verdadero frenesí de emociones propia de la suma y derroche de los mismos.

Tras ello existe un interés político.

El deterioro intencionado de la lengua se corresponde con el interés de restar a los pueblos sus habilidades, su capacidad de revisar el pasado objetivamente o su compromiso para con un futuro sustentable, lo que se limita ostensiblemente cuando los ciudadanos son incapaces de comunicarse entre sí, reduciéndose a transmitir apenas lo fundamental, con argot ininteligible so excusa de incluir a las mayorías, que, excluidos como son, también son los que perpetúan electoralmente las condiciones de desigualdad que los esclaviza.  Y es que las mayorías son en realidad el lumpen, de donde el mercado discográfico se nutre eligiendo lo más discordante para así y mediante esa vía incidir en un mercado que explota prejuicios y bajezas, donde la ridiculización, la hipersexualidad, la superficialidad y el acceso a un estilo de vida materialmente envidiable, sin educación, es posible para el logro de esa pasividad política que asegure la permanencia de las condiciones de desigualdad y exclusión responsables precisamente de las ambiciones que se estimulan entre quienes no aspiran más que a satisfacer sus apetitos sensuales.

Podemos apreciar cómo esta subcultura nos domina observando a nuestros estimados padres y madres de la patria, quienes son incapaces de desplegar ninguna iniciativa propia, supeditándose desde el proceso eleccionario con el consabido “estoy para ayudar a mi presi”, evidenciando así el amargo complejo de inferioridad que los tipifica.

O su incapacidad de expresarse coherentemente, como es el caso del diputado que cuestionado sobre los efectos y daños que supone el expolio de la mina de oro a cielo abierto en Guatemala para nuestro país, solo pudo dimanar bromeando inconexamente; o peor aún, utilizando la lengua correctamente como lo hiciera el vicepresidente, con el bulo del artículo escondido, para, mintiendo, engañar y manipular al soberano.

Es decir; acá no es el problema la dinámica propia de la lengua o el evento como tal, pues no suponen un obstáculo al desarrollo de los pueblos, pero sí la intencionada manipulación del idioma para manipular el lenguaje, y por esa vía, negarnos el desarrollo y la prosperidad que merecemos, por lo que fomentar su denigración como invertir menos en educación, son dos caras de la misma moneda: la desigualdad.

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