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Manglares, zonas de biodiversidad fundamental para la supervivencia humana

Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino

“Nosotros queremos que se fijen y aprendan nuestros hijos y nietos,  que digan -recuerdo las organizaciones donde mi papa anduvo trabajando- y todo estas cosas que aprendimos de las mangleras, porque son importantes porque resguardan mucho oxígeno para el mar, la tierra y nosotros, porque sin ellas, esto no existiría”, manifestó, con mucho convencimiento Otto Melgar, de la comunidad y cantón Metalío, del municipio de Acajutla, Sonsonate.

Los manglares o bosques salados son ecosistemas que se forman en las costas y estuarios, una  tierra pantanosa que por estar en terreno inundables permite  un intercambio de  agua salada y dulce, cuya condición salobre genera las condiciones necesarias para las zonas de cría, en donde muchas especies marinas se reproducen.

Estos manglares también son lugares  de refugio y de paso, para  muchas aves migratorias en su viaje al Sur del continente o viceversa.

El cambio de uso del suelo y la deforestación de los bosques salados ha sido determinante en el ciclo de vida de estos ecosistemas, generado por la salinidad del agua dulce, menos reproducción de especies y escasos medios de vida para las comunidades que viven en sus entornos.

En un afan de salvar estos los bosques salados o manglares, hubo recientemente recolección y siembra de semillas de mangle en la zona de la playa de Metalío. Esta actividad estuvo a cargo del Comité de Protección de Flora y Fauna del Cantón Metalío (ASPROFEMA), que forma parte de las iniciativas de restauración de los ecosistemas con la siembra de 12 mil 500 candelillas de mangle rojo.

“Estamos recuperando las mangleras, porque  están deterioradas y terminadas por los pastizales. Es por esto que estamos reforestando para que nuestros hijos y nietos vean de qué se trata todo esto que hacemos por recuperarlo,  porque nosotros dentro unos años ya no podremos seguir”, afirmó Otto Melgar.

Este tipo de jornadas de recuperación de manglares los realiza la UNES, junto a las comunidades de  Metalío, Monzón, Costa Azul, Arenera  1 y 2,  así como Boulevar Metalío, en donde se trabaja en conjunto con el Programa de Aprovechamiento Sostenible (PLAS), que se concretiza con la  gente que da su tiempo en la recolección y reforestación de estas áreas del bosque salado a fin de recuperar estos espacios de terrenos semi inundados.

“Ambas partes salen beneficiadas”, explicó Marcela Díaz, bióloga de la Unidad Ecológica de El Salvador (UNES), ya que al recuperar un manglar equivale a contar con una diversidad de especies, y la gente puede subsistir de esos recursos respetando las capacidades de esta zona de vida.

La bióloga de la UNES agregó que trabajan en esta iniciativa junto a las comunidades en zonas costeras de Ahuachapán y Sonsonate, específicamente en los municipios de San Francisco Menéndez y Cara Sucia, mientras  en Sonsonate  en el municipio de Metalío, con la  comunidad de pescadores a 11 kilómetros de municipio de Acajutla, Sonsonate.

Díaz agregó que con el conocimiento con que cuentan los comunitarios sobre la importancia de  los bosques salados o manglares  en el medio ambiente nacional les permite impulsar este tipo de iniciativas que les permite empoderarse sobre el desarrollo del ciclo de vida de estas zonas especiales y el respeto por la biodiversidad local.

“Sabemos que estos bosques salados o manglares se constituyen en un barrera natural frente a fenómenos climáticos, también filtran el agua, el oxígeno y son hábitat para  muchas especies de las cuales las comunidades dependen para su supervivencia. Como  los cangrejos, punches, conchas, peces y camarones”, explicó.

“Estos manglares con el tiempo han ido perdiendo terreno, por la introducción y avance de la ganadería, que los utilizan de pastizales, corrales y  también las construcciones que afecta directamente la cobertura que tiene la barrera del mangle.

Por esto estamos impulsando las acciones de recolección de semillas y reforestación para poder recuperar el terreno que se ha perdido y que las comunidades no se queden sin un sustento”, sostuvo Díaz.

“Si les preguntan a ellos (a los comunitarios) individualmente sabrá que hay convicción por reforestar”, pues las comunidades están conscientes que al recuperar este ecosistema van a lograr el equilibrio natural de este recurso  y aprender a convivir con él, para su subsistencia. “Muchos de ellos afirman que quieren dejar un mejor planeta a sus hijos y nietos, otros quieren que conozcan el ciclo de vida de los punches, conchas, los peces, Porque todo este proceso de reforestación es totalmente natural, es  un ciclo de vida que va a depender de la inundación que obtenga estos suelos”, manifestó Díaz.

La bióloga lleva un control junto a la comunidad sobre el crecimiento de las candelillas, así como el PH (potencial de hidrógeno), la salinidad del agua  y temperaturas.

Según Díaz “andan en parámetros normales”, y que junto a las últimas lluvias ha permitido mejorar la condición de los suelos del manglar al oxigenarse más el agua que observan más clara para dar paso a la vida de muchas especies de ecosistema.

La semilla del mangle es una especie de bastón mediano que le llaman amarillo verdoso, o  “candelilla” , aunque su nombre científico es “propágulo”, una planta que es capaz de originar vegetativamente  a otro individuo.  O sea, la producción de una planta a partir de una célula o parte de una planta madre por esto llamadas “vivíparas”.

Para Teresita de Jesús García, de la comunidad Playa Metalío, el ritmo de la siembra del propágulo del mangle rojo es más eficiente porque han aprendido como seleccionar y preparar las candelillas que serán sembradas en el área destinada.

“Esto lo aprendimos con unos ingenieros de la UNES, desde cómo seleccionar la semilla del mangle”, dijo García.

Antes realizaban las siembras sin verificar si estaba bien el tronco del propágulo.

“Sólo la tomábamos y a la siembra”, ahora, los comunitarios saben que tienen que seleccionarla, verificar  que esté sano el punto verde, y  si tiene raíz deben quitarla para  sembrar la candelilla y que la nueva raíz quede fija en el lugar destinado, y evitar que se malogre.

Y agrega que “el tener un mangle sano  en el estero vamos a tener vida, y vida saludable porque el oxígeno que da el bosque de mangle nos sirve para muchas cosas, para nuestra supervivencia y de las especies”.

Le estamos apostando a reforestar el manglar para que no se nos termine y para dejarle un legado a nuestros nietos, indicó García.

Debido a esto es que en estas comunidades están reforestando con mangle rojo, con  árboles de madre sal que es el istanten o sicahüite -como se conoce- y también  mangle blanco, istaten, el botoncillo y mangle rojo , entre otros.

La sobre explotación del medio ambiente por el hombre demuestra una insensibilidad por la vida frente al lucro y ganancias que les pueden generar sus megas  industrias extractora, añade Teresita García acotó que es una insensibilidad por la vida frente al lucro.

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