Nueva York/Washington/Londres
Catherine Triomphe/Maggy Donaldson
Manifestaciones gigantes en Nueva York, Washington, Los Ángeles, Chicago y el regreso a las calles de los gorros rosas: la «Marcha de las mujeres», que desafió a Donald Trump un año atrás, conoció su segunda edición, alentada por el movimiento #Metoo y las elecciones de noviembre próximo.
Si bien no se conocían cifras oficiales de participación, se estimaba en varios centenares de miles las personas que manifestaron este sábado en más de 200 ciudades de Estados Unidos.
En Los Ángeles, segunda ciudad del país y bastión demócrata -al igual que Nueva York y Chicago-, los organizadores reivindicaban más de 400.000 participantes.
Mientras los manifestantes denunciaban las políticas del gobierno, el presidente Donald Trump intentó voltear las cosas a su favor: en un tuit llamó a salir a la calle a «celebrar los históricos logros y los éxitos económicos sin precedentes de estos 12 últimos meses».
«!La tasa de desempleo femenino es la más baja en 18 años!», proclamó.
En Nueva York, una multitud colorida e integrada en su enorme mayoría por mujeres comenzó desde la mañana a invadir una avenida que rodea el sector oeste del Central Park hasta el Trump International Hotel, uno de los hoteles del imperio inmobiliario del presidente.
Tras una serie de discursos -a cargo de las organizadoras de la marcha pero también de celebridades como la actriz Whoopi Goldberg- el cortejo debía tomar la Sexta avenida y luego dispersarse.
«¿Por dónde comenzar? Hay demasiadas cosas que están mal y no puedo elegir», dijo LeighAnn Ferrara, una madre de 35 años interrogada acerca de qué la había llevado a trasladarse desde el norte del estado de Nueva York junto a dos vecinas para manifestar.
En Las Vegas la Marcha de las Mujeres, fue reeditada bajo el lema «El poder a las urnas», bajo el cual se pretende elevar el número de votantes registrados e involucrar a más mujeres en las elecciones de medio término, cuando se renovará un tercio del senado de los Estados Unidos y la totalidad de la Cámara de Representantes.
Asimismo, las congregadas exigirán respeto a la diversidad racial, religiosa y sexual, de acuerdo con reportes de medios locales.
La iniciativa surgió hace una década a mano de la activista Tarana Burke con el objetivo de apoyar a las mujeres de color víctimas de violencia sexual.
Sin embargo, el movimiento ha obtenido mayor relieve en los últimos meses cuando emergieron en la sociedad norteamericana numerosas denuncias de conducta impropia contra líderes políticos y figuras del espectáculo.
Los señalamientos han llegado hasta el propio presidente Trump quien desde su etapa como candidato presidencial ha sido acusado por más de una decena de mujeres de conducta sexual inapropiada.
«Un formidable impulso»
«Estamos realmente mal, hay una erosión de la democracia», dijo su amiga Althea Fusco, de 67 años, que volvió a colocarse el gorro rosa que ella misma había tejido para participar en la primera marcha de las mujeres, realizada hace un año en Washington, al día siguiente de la investidura de Donald Trump.
Conocidos como «pussy hats», esos gorros de lana rosa con orejas se volvieron una sensación durante la primera «Marcha de las Mujeres» como protesta a los alardes sexistas de Trump -recogidos durante una grabación- de que era capaz de «agarrar por el coño» a las mujeres que deseaba con impunidad.
Los carteles llevados por los manifestantes y los discursos reflejaban la multiplicidad de los motivos de protesta: desde la defensa de los derechos de los inmigrantes hasta el reclamo de una mayor igualdad de género, pasando por las acusaciones de incompetencia formuladas contra el presidente Trump.
Muchos estaban referidos al movimiento anti acoso #Metoo, que ha hecho tambalear a decenas de personalidades masculinas.
«Quiero que Trump sepa que somos una fuerza poderosa y que vamos a cambiar esto», dijo Heather Arndt, una artista de 44 años que manifestaba en Los Ángeles.
«He vivido durante décadas de problemas de acoso sexual y está mejorando, pero no está para nada cerca de donde necesita estar», dijo Vitessa DelPrete, una teniente coronel retirada que desfiló ataviada con un traje de Mujer Maravilla junto a su hija de 14 años.
«La marcha del año pasado ya había superado las expectativas (…) A medida que se acercan las elecciones de mitad de mandato creo que vamos tomando un formidable impulso», agregó.
En noviembre próximo se celebran en Estados Unidos comicios de mitad de mandato en los cuales los demócratas aspiran a recuperar la mayoría en el Congreso.
«El objetivo del día es sensibilizar a centenares de miles de electores a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos», señaló Marion Novack, de 71 años, que llamaba a los participantes de la marcha neoyorquina a inscribirse de inmediato en los registros electorales.
Dianne Vega, de 57 años, no dudaba en mostrar su satisfacción por el cierre parcial de la administración estadounidense producto de la falta de entendimiento entre republicanos y demócratas.
«Como los republicanos lo establecieron cuando gobernaba Barack Obama: el presidente es el único culpable, Trump es el único culpable» de esta situación de crisis, aseguró.
También en ciudades europeas
Centenares de personas protestaron en varias capitales europeas el domingo en defensa de los derechos de las mujeres y oponiéndose al presidente estadounidense, Donald Trump, un año después de su llegada a la Casa Blanca.
En Londres, centenares de personas se concentraron frente a la residencia de la primera ministra, Theresa May, en Downing Street, para expresar su hartazgo con el acoso sexual, la violencia y la discriminación sufridos por las mujeres.
«Estoy aquí para decir que ya basta de violencia contra las mujeres y las niñas de todo el mundo», declaró a la AFP Kiyleigh, de 29 años, que participaba en esta «Marcha de las Mujeres». «Trabajo con mujeres que sufren violencia doméstica, abusos sexuales por parte de hombres y no quiero seguir viendo eso», añadió.
«¡Ya basta, ya basta!», coreaba la multitud en medio del frío y la lluvia.
«No es no. El acoso sexual no es aceptable», dijo a la AFP Liberty Folker, de 27 años, quien acudió junto a su perro Gwen. Su pancarta rezaba: «Hasta este perro sabe lo que quiere decir ‘no'».
Algunos participantes portaban también pancartas hostiles a Donald Trump. El presidente estadounidense anunció recientemente que no acudiría a la inauguración de la nueva embajada en Londres, donde podría ser recibido con manifestaciones en su contra.
En Berlín, los manifestantes -entre los que había alemanes e inmigrantes estadounidenses- se dieron cita en la puerta de Brandeburgo, cerca de la embajada de Estados Unidos, con carteles en inglés llamando a «resistir» y a «levantarse, unirse y luchar».
Los organizadores pidieron a los estadounidenses que vivan en el extranjero que se inscriban para poder votar por correo en las elecciones de mitad de mandato, que tienen lugar en noviembre.
Un centenar de personas acudieron a la plaza de Trocadero, frente a la Torre Eiffel de París, a protestar con una banderola en la que se leía «¡Más feministas!». Junto a ellas, algunos activistas portaban pancartas reclamando la destitución del inquilino de la Casa Blanca.
En Madrid, unas 200 personas se concentraron en una céntrica plaza coreando consignas en inglés y español, como «Yo también soy feminista»; y con carteles en ambos idiomas en los que se leía: «Ni odio, ni racismo, ni Trump» y «La revolución será feminista o no será».
«Estamos todas unidas para encontrar el camino hacia la igualdad y defender nuestros derechos», dijo Cristina Rodríguez-Carretera, profesora de universidad en Savannah (Georgia, Estados Unidos) nacida en España. «Nos sentimos agredidas» por la «constante misoginia» de Trump, añadió.