La realidad de 1991 tiene algunas similitudes con la del 2021 y muchas y enormes diferencias. Los problemas que tienen solución siguen sin resolverse, pues la esencia de la forma en que nos relacionamos los seres humanos no ha cambiado, en cambio la ciencia, la técnica y la tecnología ha avanzado una enormidad. Cualquier comparación es un recurso engañoso, lo que ayer fue, hoy puede ser en versión ampliada, entonces se pierde toda similitud. Lo que ayer nos parecía inconcebible ya ha sido concebido, sea en alguna realidad cotidiana o en alguna fantasía. Hoy somos más, tenemos un mayor acceso a la información, a la vez que estamos expuestos a todo tipo de mentiras y manipulaciones, la brecha entre quienes apenas sobreviven y quienes suman enormes recursos financieros, recursos humanos y poder ha aumentado a niveles de vergüenza.
Esta ambivalencia de avanzar a distinto paso entre lo científico tecnológico y lo moral o lo valórico de los seres humanos, nos mantiene en una constante evasión de la realidad. Asumimos como verdad lo que más se acomoda a como vemos el mundo. Por más que se nos diga hacia dónde nos dirigimos, es más fácil seguir con nuestras acciones cotidianas, sea por no lograr romper la ley del menor esfuerzo, por creer que somos poco ante la descomunal acumulación de desaciertos o porque siempre es un trabajo cuesta arriba salir de nuestra zona de confort. Nada de esto es una crítica, es una constatación.
La Pandemia en que está toda La Tierra inmersa, nos demuestra que toda la civilización con su faramalla de poderes es nada frente a un virus sí este se enfrenta por separado, también demuestra que los sistemas de salud basados en el lucro son responsables de mayores pérdidas de vidas. La demostración más importante es que así, no podemos seguir, se requieren gobiernos que basen su autoridad en soluciones humanas solidarias, que pongan la vida como el factor más importante, se requiere otro tipo de relaciones entre estados y entre las personas. Hacia adelante solo tenemos incertidumbre, pero desde ella comenzamos a construir una certeza: el mundo será otro sí priorizamos la solidaridad y emprendemos la tarea de trabajar por una normalidad de nuevo tipo.
Como Movimiento Proyecto Cultural Sur en treinta años hemos sufrido muchas derrotas y hemos establecido parámetros nuevos que nos han permitido hacer mucho siendo tan pocos. Somos artistas, creadores de cultura, promotores, gestores culturales, voluntades unidas en la diversidad de visiones, de formas de encarar la vida y de artes que practicamos.
Varios han sido los logros en el terreno de las ideas: denominarnos movimiento, nos permite trabajar como un ancho río, con distintos ritmos para una sola visión general; sumar sumándonos, aceptar que a la vez que somos individuos, somos parte activa de los muchos colectivos en los cuales nos movemos; elaborar una definición de cultura, que nos permite ver y vernos en los resultados de un conglomerado mayor y con ello sentir la hierba crecer; darnos la misión de procurar una mejor versión de nosotros mismos, este hecho nos posibilita establecer un marco de trabajo sin egos ni protagonismo otros, que no sean la propia acción y sobre todo nos permite valorarnos, valorando a la otra persona; establecer la meta de trabajar por el desarrollo de todo el potencial creador de cada persona, algo que lograremos solo desde el trabajo por una revolución cultural; propiciar una revolución cultural, que en buen romance no es otra cosa que producir un cambio en la forma de relacionarnos y producir los bienes materiales y espirituales. En un mundo que tiende al caos y la banalidad, somos fuerza moral.
El mundo se acerca al punto de no retorno, se requiere una forma nueva de actuar y es lo que propiciamos, de nada sirven los cambios políticos, sociales, económicos si no logramos cambios culturales. Estos cambios propiciados pueden resumirse en cinco puntos:
1.- La ciencia, la técnica y la tecnología pueden y deben estar al servicio de las personas y no de las grandes compañías.
2.- El cambio climático se puede revertir, solo que eso no será posible bajo una economía de lucro.
3.- Se puede lograr una constitución global, basada en principios solidarios y discutir y aprobar constituciones nacionales acorde a los principios generales.
4.- El agua, la movilización colectiva en la ciudad, la salud, la educación, los servicios de comunicación pueden y deben ser servicios garantizados en forma gratuita.
5.- Se puede y debe limitar las ganancias y establecer salarios mínimos acorde a las necesidades de mantención y goce del ocio de quienes trabajan.
La Tierra es nuestro único hogar común, nos queda la tarea de salvarlo, mejorarlo y legarlo a las generaciones futuras.
Hagamos del trabajo cultural una misión de servicio y comunión entre los seres humanos y de los seres humanos con la naturaleza,
Qué los próximos treinta años sean de trabajo en conciencia, de alcanzar niveles superiores de calidad, de poner en marcha ideas y acciones que nos permitan liberarnos de limitantes para el desarrollo humano en paz y bienestar.
Un 24 de Abril, 2021