Por: Oscar Martínez
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En vísperas de acontecimientos históricos: 56 años del asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, realizado el 26 de julio de 1963; 40 años de la muerte de nuestro fundador del PRTC Federico Castillo, y de la primera revolución victoriosa del Frente Sandinista de Liberación Nacional FSLN en Nicaragua, logrado el 19 de julio de 1979; 44 años de la masacre de estudiantes del 30 de julio de 1975 y a 114 años del cumpleaños de vida del comunista Miguel Mármol que nació el 4 de julio de 1905, fusilado y resucitado a la edad de 27 años en la insurrección de 1932; por ellos, por ustedes y por nosotros debemos de desencadenar el rompimiento del silencio para desenterrar los significados de los piñones y la estrella de nuestra historia de los pueblos de Martí, Sandino y Farabundo como un homenaje a los que asaltamos la tierra de oligárquicas y militares para darle sentido a nuestra vidas y hacer verbo las palabras del Che: “podrán morir las personas, pero jamás sus ideas”.
Permítanme hacer un breve recorrido del periodo de la mitad de la década de los setenta, plasmado ya en la opinión pública en donde se manifiesta que mujeres y hombres visionarios de la unidad centroamericana se agruparon en el PRTC en los años de 1975-1976, para la construcción del socialismo en Centroamérica.
Cuando la realidad de Nicaragua y El Salvador negaba una de nuestras teorías: “Las revoluciones simultaneas” transitamos a los movimientos de PRTCs, que deberían responder a situaciones particulares y concretas e históricas de cada uno de los países centroamericanos.
Esa decisión permitió al PRTC de El Salvador integrarse a la vanguardia histórica del FMLN, un 5 de diciembre de 1980: año de la unidad de la izquierda.
Iniciando a los pocos días la ofensiva final de 1981, que se convierte en una guerra que finaliza 12 años después con la firma de los Acuerdos de Paz entre el FMLN con el GOES, un 16 de enero de 1992.
En ese proceso de lucha muchos ofrendaron sus vidas; otros fueron desaparecidos, capturados, torturados, encarcelados y muchos quedaron lisiados en ese afán de hacer realidad nuestros ideales centroamericanistas que sintetizábamos con la consigna: “Combatir Hasta Vencer por Centroamérica la Liberación y el Socialismo”.
Día a día participamos en operaciones militares, comunicaciones, propaganda, misiones políticas, de solidaridad y diplomáticas que aportaron a los momentos estratégicos para el PRTC, como lo fueron los meses de mucho análisis y debate ideológico que dio pasó a la constitución del PRTC-El Salvador.
Meses previos a la integración de la alianza estratégica del FMLN en 1980, fue necesario tensionar toda nuestra fuerza porque el resto de organizaciones hermanas, nos pedían “la cuota de sangre” así convertimos la capital en un escenario de batalla; continuamos después con las preparaciones y participación en las ofensivas militares de 1981 y 1989 todas ellas con un gran esfuerzo de organización, logística, recursos materiales, financieros así como la gran creatividad humana para la conspiración de día y de noche en la clandestinidad, y trabajo abierto en nuestra patria y otros rincones.
Para realizar todo ese trabajo fue necesario altos niveles de organización, movilización de voluntades que se asumieron con mucho heroísmo para el cumplimiento de esas tareas encomendadas.
Por ello es justo dar el testimonio del alto nivel de humanismo de compañeros y compañeras que murieron con dignidad por esos ideales estimulados por la consigna: “Combatir Hasta Vencer por Centroamérica la Liberación y el Socialismo”.
Todo ese esfuerzo de esa naturaleza tiene una dimensión política, ideológica, cultural objetiva y subjetiva de mujeres y hombres que un día decidieron entregar su vida a la causa del pueblo y de la humanidad; debemos indagar como protagonistas de las luchas populares del siglo XX e insumos para las generaciones del siglo XXI.
La tarea para algunos no está concluida porque la lucha por otros estadios de modos de producción superiores al capitalismo, sigue vigente. Por ello debemos de rendir cuentas a una gran parte del pueblo salvadoreño que nos abrió sus corazones en Los Cerros de San Pedro, los Amatitanes y otros lugares de San Vicente; así como del Norte y Sur de Usulután; Suchitoto-Guazapa y porque no decirlo en San Salvador: la Universidad de El Salvador, la Fosa y la Tutu de los años ochenta; así como la comunidad internacional que no solo se limitaron al apoyo político, diplomático, económico y recursos sino hasta internacionalistas que ofrendaron sus vidas por una nueva sociedad.
“No debemos renunciar a que se escriba la historia de los héroes y mártires del PRTC”, dijo el compañero Oscar Miranda de seudónimo Miguel Mendoza Comandante del Destacamento Político-Militar, Luis Díaz (28 de junio de 2015).
Ese recorrido síntesis de la historia del PRTC era necesario porque en vida una madre -Juanita- nos pidió que recordáramos a su hijo, uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos -PRTC- el Dr. Manuel Federico Castillo, hijo del Dr. Fabio Castillo Figueroa quien fuera fundador y Primer Secretario General del PRTC electo en el Primer Congreso fundacional del Partido, realizado en San José, Costa Rica entre los meses de Noviembre de 1975 al 26 de enero de 1976 en estrictas medidas de seguridad y clandestinaje.
La muerte de Manuel Federico Castillo se da en la década de los setenta, que se puede identificar como un periodo de antecedentes inmediatos a la constitución del FMLN, el debate teórico-práctico sobre la vía de la revolución: lucha armada y la lucha electoral periodo de 1969-1970 transición de la izquierda tradicional al nacimiento de la nueva izquierda revolucionaria, que transita de la dispersión a la unidad de la izquierda y liberación de la lucha político-militar, influenciada por su contexto más inmediato el triunfo de la Revolución Sandinista.
Ese periodo de la década de los setenta el compañero Roberto Roca quien fuera el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Liberación Popular FAR-LP, brazo armado del PRTC lo caracterizaría como un periodo en donde se privilegió con énfasis excesivo en el carácter clandestino del quehacer político.
“Eso dio lugar a que el trabajo de organización político se viese constreñido y se pusiera un mayor énfasis al trabajo de formación de cuadros, cuando lo correcto debió ser un equilibrio en ese aspecto, sin perder de vista que en última instancia, la labor de un revolucionario es transformar la realidad, por lo tanto decir revolución es igual que decir transformación práctica, activa, dinámica del contexto social y político en que uno se encuentra”.
En ese periodo destacan compañeros de lucha entre ellos el representante de los sectores juveniles, Francisco Veliz de seudónimo Manuel Hernández y el profesor Mario López fundador y Primer Secretario de ANDES 21 de Junio ambos compañeros se convirtieron en Comandantes guerrilleros y los dos compañeros, ya con responsabilidades políticas en el partido FMLN fueron asesinados (el 25 de octubre de 1993 fue asesinado Francisco Veliz y el 9 de diciembre de 1993, el profesor López es asesinado a pocos días de las elecciones presidenciales de 1994).
En este periodo de la década de los setenta destaca como uno de los máximos dirigentes de las Ligas para la Liberación -LL- Manuel Federico Castillo, que muere en la violenta lucha contra la dictadura de Somoza liderada por el FSLN que triunfa el 19 de Julio de 1979.
El cuerpo del compañero Manuel Federico Castillo de seudónimo (Raúl Antin) reposo en la tierra del General de Hombres Libres, Augusto Cesar Sandino. El compañero Pablito nos dijo que la familia Castillo lo traslado a tierra salvadoreña.
Otro compañero que destaca en ese periodo de lucha es Luis Díaz, quien fuera Secretario General del Movimiento de Liberación Popular -MLP- a finales de los años setenta y principios de los años ochenta, año en que el compañero Luis fue capturado y desaparecido por el régimen un 15 de agosto de 1980.
Hay otros compañeros como Roberto Galeano y Humberto Mendoza que jugaron un papel importantísimo en la formación las estructuras políticas de base agrupadas en las Ligas para la Liberación, formando a su vez importantes círculos de estudio que tenían como propósito fundamental formar cuadros conscientes en un elemental dominio teórico revolucionario.
Para ubicar y contextualizar al compañero Manuel Federico Castillo hagamos otra vez referencia a lo que Roberto Roca relata sobre el periodo de 1972-1973, que es donde surgen los núcleos de la Organización Revolucionaria del Trabajo ORT; donde se encuentran los principios y origen de lo que fue el PRTC.
“La primera decisión que se tomó como ORT fue crear un movimiento no legalizado e ilegal para confrontarse con el orden establecido, así se crea la LL (Liga para la Liberación) concebida como una organización frentista que tenía que integrar a su interior el trabajo de múltiples sectores sociales, que por un periodo se impulsó desde la LL con ese criterio ilegal de masas, multisectorial: campesino, estudiantil de secundaria, universitario, obrero, maestros, comunidades y profesionales”.
Siempre hubo una discusión desde inicios de 1974, y era que si a cada sector se le daba un nombre o no; paralelo a ese esfuerzo de organización abierta, ilegal y masiva se realiza el trabajo de organización de la estructura militar -comandos- y provenientes de estos esfuerzos del trabajo masivo y de comandos, que era más pequeño y compartimentado explica Roca, “se empezó otra discusión, una discusión en donde la gente que estaba a la cabeza del trabajo ilegal de masas, demandaba una participación más dinámica y mayor presencia del trabajo militar vinculado a la actividad de carácter masivo, por otro lado la gente que estaba en el trabajo de los Comandos Armados, se oponía porque en buena medida se tenía una visón bastante elitista y clandestinista del trabajo por crear una organización revolucionaria, y eso dio lugar a una lucha ideológica al interior de la ORT”.
Con relación a la política para formalizar el esfuerzo organizativo también surgieron discusiones, Roca dice que en el transcurso de la discusión de algunos documentos iniciales fue ganando adeptos la tesis, “que construir la revolución en cada uno de los países de Centroamérica para acceder a la construcción de una alternativa socialista se consideraba inviable”, se podía tomar el poder, democratizar el régimen a través de revoluciones parciales, pero que en la realidad en cada uno de estos países por separado era prácticamente un imposible llegar a construir un socialismo, de esos debates surgió la tesis que ya en el Primer Congreso adoptó el término de concepción unitaria y regional de la lucha revolucionaria en Centro América.
Eso también dice Roca “entro a ser una discusión que atravesaba toda la estructura política y de Comando, y como circulaban algunos documentos, una de las primeras tareas que nos forjamos fue la de entablar contactos, al menos inicialmente con grupos de profesionales, estudiantes y docentes salvadoreños que estaban padeciendo el exilio, desde que la dictadura se toma la Universidad de El Salvador en 1972”.
Nosotros asegura Roca buscamos ese contacto, el contacto más lógico era el Dr. Fabio Castillo Figueroa sobre todo porque también en el esfuerzo de darle forma a la ORT y las LL, estaba amplia y directamente comprometido Manuel Federico Castillo (hijo de Fabio Castillo) junto con otros compañeros y compañeras que se habían incorporado al esfuerzo de la ORT.
Era un grupo bastante homogéneo provenientes la mayoría de la Facultad de Medicina, ahí estaba Roberto Galeano que luego fue el responsable de la estructura de Comando Urbano de la ORT y en la segunda mitad de los años setenta llego a ser el segundo responsable del PRTC en El Salvador.
Ese trabajo de discusión ideológica muy intenso que lamentablemente tuvo un desenlace indeseable, pero que normalmente se dan cuando hay lucha ideológica, finalizó con la separación de cuatro integrantes del organismo de dirección: el estudiante de medicina Francisco Montes, el Dr. Chávez Morales, el Moscovito y el poeta Alfonso Hernández que todo el mundo lamento que se salieran; pero eran unas personas que estaban muy metidos en una visión demasiada clandestinista de la lucha, al menos así se valoró en ese momento.
Roca ilustra los hechos así: “en vez de restringir la actividad de las LL se fue dando un desarrollo acelerado, por la misma exigencia, la autodefensa del movimiento de masas ilegal, también se fueron formando grupos de milicianos con la tarea de autodefensa de estas organizaciones, y esto fue sucediendo como resultado lúdico de su desarrollo ante la embestida represiva de la dictadura, de tal manera que los Comandos Armados se estaban quedando como una estructura muy divorciado del quehacer practico dinámico de la organización que demandaba de los Comandos Armados de Liberación CAL.
Una vez que se dio esta separación, el trabajo de dinamismo de la ORT creció y las comunicaciones mejoraron con las personas que estaban en otros países, entre ellos con Fabio Castillo Figueroa, Luisa Castillo, Ricardo Sol y el profesor Mario Castellano.
Todo este esfuerzo de organización y lucha forjaron a estos compañeros en dirigentes indiscutibles de nuestras organizaciones, entre ellos mención especial merece: Manuel Federico Castillo como uno de nuestros dirigentes históricos e internacionalistas centroamericanos, que su convicción revolucionaria lo llevo a combatir a Nicaragua contra la dictadura de Somoza.
Nidia Díaz al referirse a ese periodo de la década de los setenta dice. “Para ese tiempo el PRTC ya tenía su primera estructura: el compañero Manuel Federico Castillo (hijo de Fabio Castillo Figueroa) era el responsable de masas; Mario López (Venancio Salvatierra) era el coordinador del PRTC en El Salvador, Fabio estaba en Costa Rica en el exilio, Francisco Jovel aún estaba en El Salvador, pero tenía era responsable del trabajo en Costa Rica, y para ese tiempo ya teníamos representación en la zona de Honduras.
El que fuera Comisionado Político del PRTC en la década de los ochenta Roberto Gómez nos dijo: “yo me puse el seudónimo de -Raúl- en homenaje a Manuel Federico Castillo que su seudónimo era Raúl Antin”.
En memoria de la madre de Manuel Federico Castillo, Juanita (19 de julio de 2019).
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