Brasilia / AFP
Eugenia Logiuratto
Feminista y revolucionaria: así se define la joven diputada comunista Manuela D’Ávila, candidata a vicepresidenta en la fórmula liderada por Fernando Haddad, escogido porLuiz Inácio Lula da Silva para sustituirlo en las elecciones de octubre.
Graduada en periodismo después de cursar casi completa la carrera de Ciencias Sociales, Manuela D’Avila, de 37 años, se afilió al Partido Comunista do Brasil (PCdoB) en 2001 y tres años después, a sus 23, fue electa concejal de Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul (sur).
A los 25 fue elegida diputada federal, la más votada de su estado, y fue reelegida en 2010 con el mayor número de votos en todo el país.
Durante sus dos legislaturas en Brasilia lideró proyectos de ley enfocados en la juventud, presidió la Comisión de Derechos Humanos y fue líder de la bancada comunista.
Episodios de machismo la embanderaron con el feminismo: referencias a su apariencia física, a sus relaciones afectivas u otras cuestiones personales.
«La sociedad machista valora a las mujeres por su cuerpo. Antes yo era ‘la gorda’ y después me convertí en ‘la musa’. Cuando cuestionaba ese rótulo, era hostilizada. Me decían, ‘qué aburrida eres ¿a quién no le gusta ser bonita?'», relató este año en una entrevista con la revista Marie Claire.
Al principio «quería debatir economía, geopolítica (…) el feminismo era una cuestión menor. Pero cuando entré en el Parlamento, vi cómo era el sistema, vi los prejuicios», añadió.
En 2016 le llovieron críticas por una foto en la que amamantaba a su hija en la Asamblea Legislativa. Ella replicó por Facebook: «¿Qué es lo que llama la atención en esta foto? Mujeres en espacio de poder, niños en espacios de poder. La política es masculina y machista, no tiene espacio para las mujeres».
D’Ávila defiende la legalización del aborto y propone una nueva política de drogas, dos temas generalmente tabú en Brasil.
Está casada con un músico de Porto Alegre, el padre de su hija. En 2014 regresó a su tierra para ser legisladora en la Asamblea estatal.
Este año se lanzó a la carrera por la Presidencia, primero como precandidata del PCdoB, que acabó aliándose al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.
De camiseta blanca con la inscripción «Lula Libre», D’Ávila lloró junto al líder de la izquierda, cuando este se atrincheró en abril en el Sindicato de Metalúrgicos en Sao Bernardo do Campo (Sao Paulo) antes de entregarse a la justicia para cumplir una pena de 12 años de cárcel por corrupción.
«En el último contacto que tuvimos, [Lula] estaba preocupado por saber si yo había almorzado», contó.