Isaac Bigio
Politólogo, economista e historiador
Tras el fracaso de la vacancia presidencial en Perú, ahora el plan golpista consiste en suspender a Pedro Castillo de la Presidencia bajo la falsa acusación de «traición a la patria», porque, mucho antes de ocurrírsele candidatear para dicho cargo, él fue Bolivia donde pidió que esta nación recupere su salida al Pacífico. Quienes se oponen a que el Alto Perú vuelva a tener acceso al mar (como antes lo tuvo durante siglos desde las épocas de Tiahuanaco, el Incario, la colonia y el inicio de la república) son quienes traicionan a la «patria grande» y a los miles de peruanos que murieron defendiendo el litoral boliviano en la guerra de 1879-84. Traición a la patria no es eso, sino robar al país e hipotecarlo a corporaciones o bases militares de EEUU.
Pan-peruanismo
Pedir mar a Bolivia no es ser antiperuano, sino, más bien, reiterar una posición pan-peruanista. Mientras Alemania, Vietnam y Yemen se han reunificado, el alto y «bajo» Perú no logran volverse a juntar (como lo estuvieron durante el inicio de su independencia, toda la colonia y gran parte de la época precolombina).
En la época precolombina, lo que hoy es Bolivia siempre estuvo unido a territorios peruanos, ya sea como parte de las culturas tiahuanacota, puquinas, collas o aimaras, o dentro del incario. Perú fue originalmente el nombre que los conquistadores hispanos le dieron a todos sus territorios en Sudamérica (el virreinato más extenso en la historia mundial) y lo que es Bolivia fue denominada como la parte alta del Perú. Todos los libertadores lucharon por la unidad de todas esas tierras en un solo Estado, algunos plantearon que esta tenga un inca a la cabeza.
Los mayores pensadores sociales del siglo XX llamaron a unir al Perú con sus vecinos. víctor Raúl Haya de la Torre propuso un «Estado antiimperialista» desde México a Chile, y José Carlos Mariátegui, una unión socialista de la región.
La peor derrota militar que haya tenido la república es la de la guerra con Chile en 1879-84, cuando se perdieron los departamentos de Tarapacá, Arica y Tacna (esta última retornó al Perú en 1929 tras un referéndum). Dicho conflicto se dio a raíz de que Perú salió en defensa del litoral de Bolivia, amenazado por Chile.
Bolivia antes siempre tuvo mar
Hasta entonces, lo que previamente se había llamado el Alto Perú, poseía la región de Antofagasta, la cual cuenta con unos 126 mil kms 2 (la suma de las 4 regiones del sur peruano: Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna). El Chile de entonces duplicó su territorio al anexarse toda la franja costera de Bolivia y del extremo sur del Perú.
Tras esa guerra se generó un quiebre histórico y geopolítico en Bolivia, quien devino en la única república del hemisferio occidental en la cual ninguna de sus ciudades importantes tenía acceso al mar. El único otro Estado americano mediterráneo es Paraguay, pero este nunca tuvo costa marítima y siempre tuvo acceso al Pacífico a través de ríos navegables que pasan por su capital y otras ciudades y que desembocan en el Atlántico.
Durante siglos todos los territorios que hoy conforman el altiplano, el valle y el trópico de la actual Bolivia estuvieron conectados con el Pacífico. Esto se venía dando durante el primer medio siglo de la fundación de la república, los casi 3 siglos previos en los cuales los españoles la denominaron el Alto Perú, durante el incario en la cual fue el eje del Collasuyo y durante los reinos collas, aimaras y la gran civilización del Tiahuanaco. Todo esto se ve reflejado en los nombres originales (muchos de los cuales aún se siguen usando) de varios cerros, ríos, lagos y pueblos que evidencian un origen puquina (la lengua que se hablaba desde Moquegua hasta gran parte del norte de las actuales Chile y Bolivia).
Todas las antiguas culturas prehispánicas se basaban en archipiélagos ecológicos mediante los cuales se intercambiaban productos marinos, serranos y selváticos. Muchas comunidades tenían tierras en distintos pisos climáticos. Así como los geoglifos de las pampas de Nazca muestran animales amazónicos, los del Amazonas boliviano evidencian elementos de la costa.
Perú perdió 3 departamentos por defender el litoral boliviano y luego, muchos Gobiernos en Lima apoyaron su demanda (así como han apoyado la de Argentina hacia las Malvinas o Sahara Occidental para los saharauis). El propio Alberto Fujimori creó la concesión de «Boliviamar» en Ilo, algo que fue ratificado por los presidentes Alejandro Toledo y Alan García.
Mar para Bolivia
La falta de acceso directo al mar ha mutilado posibilidades de desarrollo para los bolivianos, agravando su pobreza e inestabilidad, algo que repercute en todo el continnete.
Bolivia tiene varias vías para tener acceso al mar. Una, de ellas es reconstruir la Confederación Peruana Boliviana de 1836-39, en la cual este Estado sumaba 3 millones de kms 2, un territorio mayor que el de EEUU de entonces. No obstante, esta superpotencia sudamericana fue saboteada por Chile y sus aliados dentro de la oligarquía peruana. Al desintegrarse este proyecto, tanto Perú como Bolivia perdieron influencia y a gran parte de sus respectivos territorios. Esta oportunidad podría ser revivida hoy debido a que La Paz y Lima tienen Gobiernos afines. Incluso se pudiese integrar a una misma confederación a Chile, aprovechándose que su nuevo mandatario también es izquierdista, con lo que se podría evitar un factor de disgregación y se ayudaría a crear un fuerte nuevo estado plurinacional.
Durante las dictaduras de Augusto Pinochet y Hugo Bánzer, a inicios de los setentas, se aprobó un acuerdo según el cual Chile y Bolivia se concedían territorios. El primero le otorgaba una angosta franja que vaya desde el altiplano boliviano hasta el mar, justo al norte de Arica. La Paz, a cambio, le entregaba zonas mineras en el altiplano. Entonces el Perú lo vetó, pues los tratados internacionales exigían la venia de Lima ante cualquier cambio en el estatus de su exdepartamento de Arica. La junta militar «socialista» no quiso que entre Tacna y Arica hubiese un tercer Estado que afectase ese rico comercio y que se potencien ambas dictaduras anticomunistas rivales.
Ni a Bolivia ni a Perú le conviene una salida diagonal que corte al territorio peruano, pues todo el oeste boliviano limita con Chile y una eventual concesión al sur de Tacna sería lo mismo que pudiese darse con una que Chile hiciese al norte de Arica.
Otra posibilidad consiste en una salida tri-estatal o de soberanía compartida. Chile, Bolivia y Perú pudiesen acordar en Arica un status especial en el cual cualquier producto o persona procedente de Bolivia o Perú pueda circular o establecerse libremente.
Hoy, por ejemplo, Andorra es cogobernada por Madrid y París. Irlanda del Norte, si bien es parte del Reino Unido, a diferencia de la isla gran británica, sigue siendo parte de la unión aduanera y el mercado común europeos, y permite a sus 1,8 millones de habitantes la doble ciudadanía automática y votar tanto en las elecciones británicas como irlandesas. No existe ningún control de personas o mercaderías entre las dos Irlandas, pero sí entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido.
Chile, igualmente, pudiese entregar un enclave en alguna parte de su costa de norte. Por ejemplo, Kalingrado es un enclave ruso separado del resto de Rusia mediante 2 repúblicas intermedias.
Finalmente, Bolivia pudiese tener acceso al mar de la misma manera en la que hoy lo tienen las mediterráneas repúblicas checa, eslovaca, austriaca o húngara (todas las cuales hasta hace 104 años tenían acceso soberano al Adriático cuando conformaban el imperio austro-húngaro) quienes, como parte de la Unión Europea ahora disponen de libre tránsito en cualquier puerto de dicho bloque.
Antipatria
Como epílogo podemos decir que toda esa andanada de acusaciones de traición a la patria por un planteo que muchos peruanos compartimos, es una muestra del antipatriotismo de la derecha criolla. Tras su desprecio al antiguo Alto Perú se esconde cierto racismo contra los andinos, quechuas y aimaras, y un apego a la herencia colonial y eurocéntrica.
Es esta derecha la que quiere cortar las históricas relaciones pan-peruanas. Al igual que los antiguos oligarcas de Lima, se vuelven a oponer a cualquier proyecto de integración con Bolivia (como en 1836-39) o cualquier vecino (como lo que planteó Simón Bolívar). Gran parte de esta sigue reivindicando la gran traición a la patria que cometió la fuji-dictadura al haber rematado nuestros recursos y empresas públicas; destruido nuestro medio ambiente; matado, desaparecido y torturado a millares de inocentes; y esterilizando a cientos de miles de mujeres.
Los que acusan a Castillo de «traición a la patria» son los mismos que votaron por el fujimorismo, cuyo líder huyó con maletines repletos de dineros robados para adoptar la ciudadanía japonesa y quien hoy puede morir bajo rejas por corrupción y terrorismo de Estado. Son quienes avalaron a Fujimori y al actual Presidente del TC Augusto Ferrero en las negociaciones para ceder Tiwintza al Ecuador, y que luego se callaron cuando el Presidente ecuatoriano Lenín Moreno se atrevió a entrometerse en nuestros asuntos internos, terrurqueando a Castillo. Son también quienes se hicieron los de la vista gorda cuando la Repsol produjo el mayor ecocidio en nuestras costas, pese a que dentro de ellos hay 2 congresistas de la marina y varios que representan al Callao.
Todos esos sectores jamás han cuestionado la existencia de 10 bases de EEUU en nuestra patria y siempre han avalado el hecho de que decenas de miles de efectivos norteamericanos hayan realizado actividades militares en el país en la última década.