Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
¿Cuántas familias salvadoreñas, tiene por costumbre deleitarse los fines de semana con unas ricas pupusas de maíz o arroz, acompañadas de una humeante taza con café o chocolate, en algún rincón de El Salvador?
Este platillo típico forma parte de la gastronomía cuscatleca, convertida en uno de muchos alimentos característicos de un abanico de exquisiteces a saborear dentro y fuera del territorio nacional, pero ¿de dónde surge este alimento ancestral?
En torno a este tópico, no existen datos que certifiquen su origen, lo que lleva a este alimento a estar en el debate de los conocedores sobre sus inicios, a fin de explicar su procedencia exacta. De acuerdo con antecedentes de la época precolombina señalan que esta vianda difiere de lo que el imaginario actual define como “pupusa”. En opinión del antropólogo Ramón Rivas quien se refiere a la obra de fray Bernardino de Sahagún de 1585; se menciona la existencia de comidas preparadas por los nativos en ese tiempo, entre ellas una elaborada con masa cocida, mezclada con carne y frijoles; lo que puede ser una descripción primitiva de las pupusas.
Por lo que el origen de este manjar continuara siendo un misterio en nuestro país; lo que se convierte en materia de estudio para los profesionales de la gastronomía local. Prosiguiendo con la crónica anterior sobre mujeres destacadas en el rubro de su elaboración en Santa Tecla, se encuentra Margoth Portillo de Castellanos, quien no solo formó una importante empresa culinaria, sino un legado que se mantiene vigente a través de los años.
Margoth Portillo de Castellanos, oriunda de Santa Rita Chalatenango, de familia humilde y trabajadora, enfrentó a temprana edad el fallecimiento de sus padres, lo que le llevó a asumir responsabilidades familiares, afectando con ello su formación escolar. Sin embargo, su espíritu se forjó con el pasar del tiempo, a los 13 años trabajó de doméstica, lo que le permitió conocer los secretos de la cocina salvadoreña.
En su natal Chalatenango, alquiló un pequeño cuarto en la que instaló una tortillería, con el que inició su sueño; con el pasar del tiempo decide expandir su negocio. En 1961, se traslada a Santa Tecla donde arrendó un cuarto para situar una tortillería que luego se convertiría en un comedor en el antiguo portal de Orozco.
Doña Margoth, tenía por costumbre levantarse a las cuatro de la mañana para viajar hacia Chalatenango, donde tenía su tortillería, luego retornaba a Santa Tecla para administrar el pequeño comedor. En un principio tuvo dificultades, ya que no sabía leer ni escribir, pero su espíritu de superación la impulsó a aprender, lo que le facilitó su habilidad para los negocios.
En 1968, coronó su sueño y bautizó a su negocio como Típicos Margoth, uno de los legados culinarios más importantes del país, en el que inculcó a sus hijos, el respeto al cliente, higiene y agradecimiento a quienes degustan de sus manjares. Doña Margoth Portillo de Castellanos falleció en 2013, dejando un grato recuerdo entre los tecleños ¡Descanse en paz!
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