Nueva York / AFP
Laura Bonilla
La expresidenta de la Asamblea General de la ONU, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, asegura que tras 71 años llegó la hora de que una mujer dirija la Organización de Estados Americanos (OEA).
Y la próxima secretaria general podría ser ella, si decide lanzarse a la carrera antes del 15 de diciembre, cuando vence el plazo para presentar las candidaturas formales.
La dos veces canciller y también exministra de Defensa y de Patrimonio, de 55 años, fue propuesta como candidata a secretaria general de la OEA por Antigua y Barbuda y otros países caribeños que prefiere no identificar.
Pero para ganar las elecciones del 20 de marzo deberá triunfar sobre dos candidatos fuertes: el actual jefe de la OEA, el excanciller uruguayo Luis Almagro, que busca la reelección y cuenta con el fuerte respaldo de Washington y más de una decena de países, y el diplomático peruano Hugo de Zela.
«Luego de 71 años de historia de la OEA, es tiempo de tener una mujer, porque no ha existido ninguna», dijo Espinosa en una entrevista con la AFP en Nueva York, recién llegada de un viaje por el Caribe para explorar apoyos.
Su país, Ecuador, prometió hace tiempo su apoyo a Almagro. Espinosa reconoce que eso «complica» su decisión de presentarse, aunque se dice «optimista» tras el apoyo recibido «de varios países del continente, no solo del Caribe», y destaca que el propio Almagro fue propuesto por Colombia, no por Uruguay.
– «Una creciente polarización» –
Sin criticar directamente la gestión de Almagro, Espinosa estimó que «la OEA no ha sido eficaz» a la hora de resolver los problemas de la región.
A diferencia de anteriores secretarios generales, el polémico Almagro, que asegura que su prioridad es defender la democracia en la región, no tiene pelos en la lengua.
Almagro describe al presidente venezolano Nicolás Maduro como un «dictador con todas las de la ley», dice que el expresidente boliviano Evo Morales dio un «autogolpe» al intentar quedarse en el poder mediante un fraude electoral, llama a elecciones anticipadas en Nicaragua y afirma que Cuba «es la peor dictadura de todas».
«Lo que hemos visto es una creciente polarización, una creciente incapacidad de dialogar, posiciones cada vez más rígidas, y eso no contribuye a resolver situaciones de conflicto», dice Espinosa.
¿Pero cómo manejaría ella la creciente crisis de Venezuela, por ejemplo?
«La herramienta más poderosa que tiene la diplomacia es el diálogo, y tiene que canalizarse con todos los actores», escuchando todas las voces en «un proceso democrático», respondió.
«Un secretario general tiene que ser un puente de diálogo, un facilitador, una persona que procesa los disensos y aprovecha para construir una agenda positiva (…) No precisa tener una opinión sobre todos los temas» ni «hacer de auditor o juez supremo», afirmó.
«Yo probé que era posible hacerlo con 193 Estados en la ONU», dijo Espinosa, presidenta de la Asamblea General hasta septiembre.
Tres veces ministra y exembajadora ante la ONU en Nueva York y Ginebra durante el gobierno del izquierdista Rafael Correa en Ecuador, no le da importancia a quienes la etiquetan como «candidata del ALBA», la Alianza Bolivariana ideada por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
«Poner etiquetas a las personas es la mejor manera de descalificar sin argumentos, a las mujeres en política es mucho más fácil que se nos etiquete de cosas», dijo. «Tengo una demostrada capacidad de gestión, no soy una persona de extremos, soy profundamente respetuosa del derecho internacional y del multilateralismo».
El ganador debe recabar al menos 18 votos de un total de 34 miembros activos de la OEA.
Uno de los temas centrales de la presidencia de Espinosa en la ONU fue la campaña mundial contra los plásticos, y asegura que la lucha contra el cambio climático debe estar «en la parte alta de la agenda de la OEA» porque es «la mayor amenaza al derecho al desarrollo sostenible de los países caribeños».
En momentos en que se lleva a cabo la conferencia anual sobre el clima de la ONU en Madrid, la COP25, advirtió que el planeta «sigue en una trayectoria que pronto será de no retorno».
«Se necesita una responsabilidad con las futuras generaciones, compromisos reales en lo financiero, y más compromisos de los países que emiten más», afirmó.