Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
¿A quién no le gustan las flores artificiales? En cuanto a ello la historia de estas, es un fiel testimonio de la creatividad del ser humano y su conexión con la naturaleza. En sus comienzos hasta la actualidad, los arreglos artificiales dejan una marca indeleble en la historia cultural y estética de los pueblos. Hoy en día, estas hermosas creaciones continúan deleitando con su belleza, recordando la importancia de mantener viva la conexión con el mundo natural.
Las flores artificiales se remontan a la antigüedad, donde los seres humanos comenzaron a experimentar con la creación de reproducciones del entorno. En las civilizaciones egipcia y romana, se encontraron evidencias de la creación de plantas y flores fabricadas artesanalmente, utilizando para ello la arcilla, cera y metales preciosos. Estas primeras manifestaciones eran máximamente utilizadas en ceremonias religiosas y rituales funerarios.
En El Salvador la producción de flores artificiales data de 1902, específicamente en el municipio de Quezaltepeque, en el que este hermoso trabajo inició, lo que luego se convertiría en una forma de vida, por lo que el 20 de octubre de 2020, el Ministerio de Cultura de El Salvador lo declaró Bien Cultural junto a las técnicas para su elaboración.
La Ciudad de Las Colinas no es exenta de ello, ya que aún viven artesanos en la elaboración de flores artificiales provenientes del antiguo mercado tecleño, hoy conoceremos la historia de una legendaria productora de tan bello oficio quien continúa en este estético trabajo manual.
María Teresa López mejor conocida como Tere López, nació en el barrio San Antonio de Santa Tecla el 17 de julio de 1941, hija de Cristina López (+) y Raymundo Pérez (+). En cuanto a su formación escolar se vio truncada ya que, a temprana edad comenzó a trabajar junto a su padre en la elaboración de flores artificiales en el antiguo mercado de la localidad.
A sus 18 años obtuvo su propio puesto de flores artificiales hasta 1990 donde es trasladada a los alrededores del arcaico centro de abasto; en 2004 es enviada al Mercado Dueñas. Entre sus anécdotas se recuerda, cuando el exalcalde Alfredo Torres Zelada (+), le premió con un diploma y un escudo tallado en madera, por ser la ganadora de un concurso de altares cívicos al interior del mercado, lo que le permitió ser la decoradora de la fachada de la extinta Casa del Himno Nacional, en el que ubicó las efigies en papel de Juan José Cañas (+), Enrico Giovanni Aberle (+) y Joaquín Javier Guzmán (+).
Por otra parte, fue miembro del Comité de Festejos de la Ciudad en las administraciones de los exalcaldes Ernesto Iraheta Flores (+) y Ovidio Palomo Cristales (+). En la actualidad sigue compartiendo sus enseñanzas a otras usuarias del Mercado Dueñas, así como a cuanta persona se interese por aprender este maravilloso oficio.
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