Rolando Alvarenga
@DiarioCoLatino
Dramático y para la meditación es el calvario que durante los últimos años y meses ha venido transitando el ex boxeador profesional salvadoreño, Mario Méndez, quien una vez, a principios de los ochentas, fuera el octavo hombre del mundo en el ranking del Consejo Mundial de Boxeo, en las 112 libras peso mosca.
Durante su trayectoria profesional de varios años, aquí y en el extranjero, Méndez, conocido boxísticamente, como “El Tanquecito o Acorazado de Bolsillo”, puso la cara en defensa de los colores patrios ante varios rivales de mucho colmillo y jerarquía universal. En su carrera enfrentó a tres primeros retadores al título mundial y estuvo muy cerca de viajar a Japón a pelear por el cinturón de los moscas, pero se dio cuenta que querían estafarlo con el pago y mejor declinó.
El caso es que en la misma proporción que pegó, también recibió golpes de todo calibre, como la vez que en febrero de 1975 en Caracas, el venezolano, Betulio González casi le saca un ojo al puyarle arteramente un ojo con el pulgar suelto del guante. Puyón que le ocasionó el cierre y hematoma del ojo por un par de semanas. Por lo tanto y aunque me quieran hacer creer lo contrario, para mí, que muchos de estos golpes le pasaron factura y tienen que ver con sus cataratas y desprendimiento de retina.
En consecuencia, INDES debe apoyar su petición de mediación ante la ASABOX en sus aspiraciones de ser operado con prontitud, antes que su calvario se extienda a la ceguera total. En este aspecto y desde esta columna, gracias al Presidente de la FEDEKICK, Carlos Betancourt, por poner a las órdenes de este infortunado púgil, a un especialista para que evalúe su crítica situación visual y haga llegar el reporte del caso al INDES.