Wilfredo Mármol Amaya
Psicólogo y escritor viroleño
En la esquina que ocupan el grupo versado de todas las cosas sucedidas y por suceder en toda virola, conocidos como narradores que tarde a tarde se reúnen en el cabildo abierto en la esquina nororiente del Parque “Peña”; se escucha exclamar a Pedrito, el vendedor de fresco más sabroso de toda la comarca viroleña: cabal tenía razón ya están aquí don Beto Joma, Tito Colindres, Candilacho, él cuenta cuentos de “El negro Toño”, don “Tras Tras” el más grande árbitro de futbol viroleño, “Cusuco” el albañil, César “El Pachuco”, “Chuchunga”, “Gatúbela”, Almiciades, alias “El coco” y el resto de personas que suman diariamente en no menos de quince especímenes a punto de extinción. Justo cuando se abre la sesión del día, fue Candilacho, que acababa de llegar de San Salvador de hacer un viaje de compras de materiales para “Chepeolo”, como es conocido José Alberto Arias, propietario de la Imprenta Arias; cuando les dijo: “este revuelo que acaba de provocar “El loco de Lotín” me ha traído recuerdos de mi infancia, aquellos personajes que vieron crecer la niñez zacatecoluquense y que les apuesto, nadie va escribir sobre ellos”. En esta ocasión “Paca Lara”, que se acomodaba las muletas que le sirven para apoyar el pie izquierdo que se quebró cuando se cayó de un andamio mientras le ayudaba a su hermano, el también albañil conocido como “El seco Falo”, interrumpe y señala, “bueno de que vas a hablar pues Candilacho, comienza de una vez y sin tanto rodeo.” Candilacho encendió un cigarro, inhaló una gran bocanada de humo, y empezó a contar, “permítanme compañeros la palabra, hoy quiero recordar a un gran chero, y como alcohólico que he sido y ahora con cuarenta años de recuperación les voy a recordar algo que es pura realidad y para que su memoria no quede en el olvido de Marroquín les quiero contar: Marroquín era un hombre corpulento, de mediana estatura, mal encarado y de pocas palabras, aunque era amable y de aspecto campesino pues no le faltaba el sombrero y su gran corvo bien afilado en su respectiva y bien adornada vaina. Tenía ya muchos años de haber emigrado del campo y se había instalado en la ciudad de Zacatecoluca. Era el vigilante nocturno y empleado de confianza de los Mineros, cuyo jefe de familia era un abogado conocido con el sobrenombre del Bachiller Limón, por cierto muy querido, que según decía la gente le costó lograr pasar el examen final y graduarse como facultativo del notariado.” Pues bien, prosiguió Candilacho, Marroquín tenía un chajazo que le partía la cara que imponía cierto temor y cuando se había echado “su gerolanazo” tenía la mala y fea costumbre de mostrar el órgano viril. Se sentaba en la esquinas y lo mostraba al público circundante. No era raro que mostrara la mercancía sin pena alguna en plena luz del día. Marroquín, era un exhibicionista. Era frecuente encontrarlo en la esquina “del cuche sin cola” a unos pasos de la cantina de “Chico López” o en la esquina de los Chapines, a la entrada del Barrio “La Bolsa” al final de la Octava Calle Poniente, tocándose lo que consideraba su mayor tesoro.
Marroquín, por años ha sido recordado por los asiduos de la enfermedad del alcoholismo de toda Zacatecoluca. De igual manera un señor que apodaban “Chaqueta” o “Equilibrio” como lo llaman los niños de hoy, el bolo más aguantador de todo el pueblo, pues por diferentes generaciones se le ha observado en una zumba infinita, es más la ciencia médica no tiene explicaciones de cómo un mortal puede sobrevivir con semejante exceso de alcohol en el cuerpo. “Sólo un acto de la divina providencia, interrumpió la conversación de manera contundente “Paca Lara” permitiría que este particular hombre, llamado “Chaqueta”, tenga una vida sin alcohol.”
Pues bien, continúo Candilacho, Marroquín ha sido popular en las pláticas que entre bromas, risas, chascarrillos sin tocarse los hígados, justo cuando uno de los participantes le dice a Almiciades “El Coco”: No te conviene volver a las andanzas, pues en una recaída y hablando en oro, te veo un poco aguado. Almiciades se hizo el loco y no respondió nada.
No era raro, según se dice de Marroquín, verlo pasearse en esos días con su carretilla metálica en las manos al finalizar la fiesta del Platense el 25 de diciembre, en el Baile del Canasto, o cerca de las cantinas y parques, donde quedaban fondeados los cheros, conduciéndolos a lugares oscuros y apartados. Una noche un hombre comento “no les vaya a pasar lo de Maximiliano, que un día de una gran borrachera se despertó y al darse cuenta que iba en la carreta de Marroquín, le dijo: ¿Hey… Marroquín para donde me llevas, hombre? y éste le contestó. ¡Nombre papá, si ya te traigo!
Marroquín, es y ha sido un verdadero elemento de recuerdos para todo aquel cristiano que perdió la capacidad de controlarse frente al alcohol y al echarse el primer trago ya no se detiene de ninguna manera -aunque así deseara hacerlo- una zumba de semanas le espera, o tal vez la última de su vida; vaya usted a saber cuántos bebedores tomaron la decisión de no volver a ingerir alcohol a partir de conocer la mala costumbre de Marroquín. Casi, sin saliva en la boca, “Paca Lara” pide otro refresco de “Chan” a Pedrito, se toma un buen trago, que le permite recuperar el aliento y retoma la conversación, escuchando a candilacho que casi terminaba el cuento: Marroquín, según se dice murió a finales de los años noventa, y es recordado con buen acontecimiento por muchas personas, particularmente por los discípulos del dios Baco, porque el alcoholismo no es un vicio, es una enfermedad mortal, insidiosa, progresiva y de fatales consecuencias, por lo tanto la memoria de Marroquín tiene para largo rato, como ya lo ha dicho Sergio Ramírez, al comentar la carta de Lorena “la huérfana”, “en toda relación de antaño, existe siempre en la memoria una canción, que tiene su letra y su propia música”, selló su conversación y Candilacho fue lo último que dijo esta tarde, de todas maneras tenia días de estar bastante delicado de salud, y si llegaba todas las tardes al parque era solo por estrechar la amistad con los personajes del popular cabido vespertino.
-Carajo dijo “Paca Lara”, hoy si te mandaste recordando a ese gran hombre, llamado Marroquín, expresión genuina del por qué abandonar el vicio.
Toma la palabras -para cerrar la tertulia de este resplandeciente día en Zacatecoluca- don Roberto Contreras Doño indicando, “es por eso y el perenne afecto que llevo en mis entrañas por el evocador terruño, me facilitan las memorias imborrables del legendario ayer”, mientras agarraban cada uno camino a casa, no vaya a ser que la violencia social entristezca este bendito día en nuestra Zacatecoluca querida. Y salieron despacio y serenos rumbo a sus casas, con la esperanza puesta en regresar mañana a la esquina del cabildo popular.
Zacatecoluca, 20 de septiembre de 2009.