Iosu Perales
Como muchos jóvenes me inicié en el marxismo de la mano de “los conceptos elementales del materialismo histórico”, que escribió Marta, siendo una chavala de 31 años. Explicar lo complejo de una manera didáctica y sencilla, fue el secreto de una obra en la que nos formamos muchas mujeres y hombres en los años setenta. Por entonces yo no sabía que era el estructuralismo, que analizaba la sociedad como pura lógica de dominación y de contradicciones. Marta se formó en esta escuela de pensamiento liderada por el francés Louis Althusser, en la Escuela Normal Superior de París, fue ella con el éxito de su libro la que consagró a su maestro. Desde aquel su primer libro Marta escribió más de ochenta libros, varios de ellos dedicados a re-pensar el socialismo.
La conocí personalmente en 1987 en el marco de la Feria Internacional del Libro en Managua. Fue entonces que le hice una larga entrevista sobre el Che, que aún hoy sigue rodando por internet. “He vuelto a leer al Che para prepararme para la entrevista”, me dijo. Así era ella, una intelectual de mucho rigor que no dejaba sus respuestas a la improvisación, sino que estudiaba qué decir en cada momento. La volví a ver apenas unos minutos en La Habana, donde ella dirigía el centro de investigaciones Memoria Popular Latinoamericana, que publicaba Cuadernos de Educación Popular dedicados a divulgar la realidad de los movimientos sociales, resaltando sus luchas y logros. A lo largo de los años recibí como muchas de sus amigas y amigos, textos inconclusos o terminados que ella enviaba para recibir aportes, pues desde su modestia sometía sus escritos al examen de lectores antes de publicarlos. Era una manera de significar la importancia del ejercicio del pensamiento colectivo. Y, en particular, transmitía de esta manera su actitud de aprender, ella que sabía tanto.
La lectura de su libro, conceptos elementales, en pleno franquismo, fue un ejercicio clandestino, al igual que en países de América Latina donde mandaban dictaduras. Su libro fue por consiguiente un arma de combate, además de una fuente de conocimiento. Desde 1968 hasta hoy, ha llovido mucho. El 25 de marzo de este 2019, enviaba una carta a sus amigos y amigas, dando cuenta de su enfermedad y de su deseo de terminar un librito sobre la base de siete artículos, que había publicado en Rebelión en octubre y noviembre de 2018. Trabajó hasta el último momento, preocupada pero a la vez optimista. Su ilusión era dejar listo el libro como un nuevo legado a la izquierda.
Pero más revelador fue la larga entrevista que concedió al chileno Rodrigo Ruiz, bajo el titulo Marxismo, Revolución e Izquierda, y envió a sus amigas y amigos el 1 de agosto de 2018. En ella cuenta su vida, apasionante, y desvela su evolución política. Precisamente, en ella destaca como Althusser, señalaba que gran parte del camino estaba por hacerse; que ser marxista no es repetir fórmulas hechas y aplicarlas mecánicamente a realidades históricas concretas, sino extraer de las obras de Marx aquellos instrumentos teóricos que permiten enfrentar en forma creadora nuevas realidades. Esta entrevista será publicada en formato de libro, en el que se recogerán voces del pensamiento político latinoamericano.
Al contrario de lo que mucha gente piensa, Marta no era una intelectual ortodoxa, anclada en la abstracción y en fórmulas historicistas de la revolución social. De hecho dedicó mucho tiempo al estudio de la planificación desde abajo, en oposición al burocratismo y al socialismo desde arriba. En esta línea de recoger experiencias estudió el fenómeno participativo en Kerala (India) y de Porto Alegre.
Ella era dinámica y estaba siempre cerca de las izquierdas, observando sus proyectos, programas y comportamientos. En los últimos tiempos estaba sumamente preocupada por la corrupción, los problemas de la unidad y en general las dificultades electorales para ganar gobiernos. Tuvimos ocasión de compartir inquietudes en los días en que Salvador Sánchez Cerén, fue investido presidente. Compartimos el mismo hotel en San Salvador. Era mucho más que una teórica de la revolución. Ella caminaba junto a los pueblos, cantando sus canciones de dolor y victoria. Maestra de más de una generación, bajó a la tierra de las clases populares mil veces para estudiar sus problemas, sus confrontaciones con las derechas y con el imperialismo. En ese ejercicio que la empapó de pueblo entrevistó a numerosos líderes y guerrilleros
Marta aportó muchas ideas, conceptos, reflexiones y propuestas en orden a construir un socialismo del siglo XXI. Pero más allá de sus aportaciones teóricas, yo destacaría su dimensión revolucionaria, su rebeldía para evitar quedar prisionera de dogmas. Siempre estaba innovando, proponiendo debates. No rehuía ningún terreno de combate. Lo mismo que estuvo apoyando al Movimiento de los Sin Tierra en el Brasil, apoyó a Hugo Chávez como consejera (2002-2006), muchos años antes participó del gobierno de Salvador Allende. En todas partes donde hubiera aspiraciones y luchas por el cambio social ella estaba cómoda, siempre un paso por delante. Por ello fue merecedora del premio Libertador, que en agosto de 2014 le concedió la revolución bolivariana. Marta, ha sido una abridora de caminos.
Actualmente vivía en Canadá, con su marido, el economista Michael Lebowitz, que como ella, ha dedicado su vida a los ideales del socialismo. Ambos creían firmemente en el potencial revolucionario de los pueblos americanos y en su creatividad. Vivían también enamorados de sus nietos.