Gloria Silvia Orellana
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El sacerdote jesuita, José Domingo Cuestas, provincial de Centroamérica de la Compañía de Jesús, ofició la santa misa en Cripta de Catedral metropolitana, para honrar la memoria de los mártires salvadoreños, que consideró deben convertirse en una guía de vida al seguir su camino.
El provincial señaló que San Oscar Romero se distinguió por su vinculación al Evangelio y su amor a su pueblo, al que defendió de las injusticias de los poderes económicos, políticos y militares que lo reprimía sin consideraciones.
“Monseñor Romero dijo sobre los mártires que eran sangre y dolor que regará y fecundará nuevas y más numerosas semillas de salvadoreños que tomarán conciencia de la responsabilidad de construir una sociedad más justa y más humana, semilla que dará fruto y que sigue dando frutos si todos y todas seguimos trabajando por el amor y la justicia”, manifestó.
En el marco del Trigésimo Segundo Aniversario Martirial de los sacerdotes Jesuitas, junto a Elba y Celina, acaecido el 16 de noviembre de 1989, la Comunidad de la Cripta de Catedral, junto a la Comunidad Jesuita, honró la vida de estos hombres y mujeres que trabajaron por los más vulnerables, llegando a entregar sus propias vidas.
Citando las sagradas escrituras sobre el futuro de los cristianos en un mundo plagado de tribulaciones y pérdida de valores, el Provincial Cuestas reiteró que el mensaje de Jesús no era asustar porque se oscurezca el sol y la luna, o que caigan estrellas, sino la preparación personal ante la venida del hijo de Dios.
“Jesús anuncia el proceso de liberación de la historia humana y por eso el Evangelio, habla del tiempo en donde prevalece la incertidumbre, pero esto quiere decir, -con esas imágenes-, que los falsos valores de esos falsos dioses de este mundo no van a prevalecer al final, porque siempre será el valor del amor y la vida que hace prevalecer Dios”, dijo el sacerdote.
“A nuestros mártires van estas escrituras, hoy que finaliza el tiempo ordinario de la liturgia. Como saben ustedes, la iglesia nos invita a celebrar cada momento, poniendo nuestra vida en ello. Las lecturas lejos de asustarnos porque hablan del tiempo futuro tenemos que ir al centro de la lectura, que es la esperanza de nuestras vidas”, dijo Cuestas.
Sobre la palabra de San Oscar Romero, consideró que era bueno recordar siempre a los mártires por su palabra de esperanza cristiana, que era al unísono el tiempo de la promesa, quehacer y espera.
“Monseñor Romero, sobre la promesa, resuena su palabra cuando dijo: el pueblo cristiano camina animado por una esperanza hacia el Reino de Dios, y eso es cierto, siempre vamos por el camino hacia adelante”.
“Cuando Monseñor Romero habló del quehacer que iba junto a la esperanza, porque despierta el anhelo de colaborar con Dios, con la seguridad de que si pongo de mi parte Dios hará su parte y salvaremos a este país”, indicó Cuestas.
En cuanto a la “espera”, el provincial jesuita mencionó a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, citando sus palabras sobre el convencimiento y empeño del cristiano por generar una nueva realidad.
“San Ignacio de Loyola decía: hagan las cosas como si dependieran de ustedes, sabiendo que en definitiva, dependen de Dios, pero hay que hacer las cosas y sabiendo que él trabaja y actúa”, manifestó.
“De la espera, Monseñor Romero, decía: las horas de Dios, también hay que observarlas, hay que esperar cuando pasa el Señor, para colaborar con él -la pregunta es- ¿Estamos preparados para cuándo Dios pase por nuestra vida?, ¿Cómo nos agarrará dormidos, distraídos?, hay que estar atentos porque Dios pasa y se hace presente en cada vida de nosotros”, manifestó el provincial jesuita.