Oscar A. Fernández O.
La corriente filosófica que nace en Grecia con Heráclito y Epicuro, hace 2500 años, y que sitúa a la materia como elemento principal -y único- en la Naturaleza se llama Materialismo. Esta corriente está más o menos opuesta al Idealismo, que considera a la materia como un simple “reflejo” de la realidad, y tiene su apogeo con Platón (según interpretaciones clásicas) y durante toda la Edad Media.
A principios del s. XIX, el materialismo supone una oposición radical a la teología y la religión, y por tanto una lucha contra las instituciones que detentaban el poder. Ésta corriente es “resucitada” por L. Feuerbach, que critica el idealismo de su colega Hegel. Posteriormente, Marx y Engels toman el materialismo de Feuerbach y aprovechan el razonamiento dialéctico de Hegel, aunque “invertido”, según sus propias palabras, porque rechazan su orientación idealista.
Hegel: el “El pensamiento es el demiurgo de lo real”
Marx: el “El pensamiento no es más que lo material traducido a la mente del hombre”
Demiurgo es un concepto filosófico clásico que significa “ente creador”.
La diferencia es clara y la polémica estaba servida. Hegel opina que el pensamiento es como un sujeto que crea el resto del mundo material, como si tuviera vida propia. Marx responde exactamente lo contrario, que el pensamiento y la conciencia son productos del ser humano, que a su vez, es un producto más de la Naturaleza. Por tanto el pensamiento es algo coherente con el desarrollo de la Naturaleza, y no una especie de presencia supra-natural, exterior y distinta a todos los demás elementos de la misma.
Según Engels, “la unidad del mundo”, lo que le caracteriza y nos permite hablar de “el mundo que nos rodea” sabiendo a qué nos referimos, es su materialidad. Distingue lo material de lo no material mediante el movimiento: “No existe materia sin movimiento ni viceversa”, “Lo no-material no es capaz de sufrir ni provocar movimiento”.
La oposición principal entre Materialismo marxista e Idealismo hegeliano, el núcleo de la discusión, era el orden de la creación del mundo (como el asunto del huevo y la gallina). Según los idealistas las ideas existían anteriormente en otro mundo, que Platón sitúa “más allá del cielo”, y las cosas se crean a partir de esas ideas, que actúan como “moldes” de la realidad. Según los materialistas primero existió la materia y ésta dio origen a las ideas.
De ese modo se creaba una asociación entre idealismo y religión, mientras que los materialistas eran más ateos. Marx criticó también al agnosticismo, criticismo y positivismo. Según él, eran corrientes que aceptaban el materialismo pero se desvinculaban de sus consecuencias revolucionarias progresistas.
Posteriormente se ha atenuado esta asociación entre religión e idealismo, porque la filosofía moderna (así como los progresos en biología, psicología y física) ha venido a demostrar que las ideas, los “conceptos”, se forman a partir de la repetición de estímulos sobre nuestros sentidos.