Maungdaw/AFP
Al menos 18.500 refugiados de Birmania cruzaron al vecino Bangladés huyendo de los combates que, este miércoles, aún continuaban entre el ejército birmano y los rebeldes musulmanes rohinyás.
En la zona más afectada por la violencia, que dejó al neos 110 muertos en seis días, varias aldeas seguían sumidas en enfrentamientos este miércoles, constató una periodista de la AFP durante una gira organizada por el gobierno.
Los choques empezaron el 25 de agosto, cuando cientos de hombres, que formarían parte del Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA), atacaron varias comisarías de policía del estado de Rakáin, dando lugar a los mayores episodios violentos desde hacía meses.
En la ciudad de Maungdaw, donde en esta jornada se produjeron tiroteos, se respiraba una fuerte tensión: cinco hombres de la etnia rakáin, budistas, fueron apuñalados a muerte, indicaron las autoridades.
Los enfrentamientos llevaron a miles de civiles, principalmente miembros de la minoría rohinyás, perseguida, a abandonar sus hogares.
«Los aldeanos huyen», dijo por teléfono un hombre que reside cerca de esa localidad, que se encuentra en el corazón de los combates. «¿Dónde vamos a vivir ahora?», se preguntaba, asegurando que el ejército había incendiado viviendas.
«En total, 18.500 personas cruzaron [la frontera] desde el 25 de agosto», anunció a la AFP Chris Lom, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La estimación se estableció a partir de una compilación de los datos recabados en la región de Cox Bazar, en Bangladés, por oenegés que auxilian a los refugiados, principalmente rohinyás.
«Sabemos también que hay gente bloqueada en la frontera, pero no sabemos cuánta», subrayó Chris Lom, recalcando cuán difícil es trabajar en la región.
Una parte de los refugiados, principalmente mujeres y niños, no fueron autorizados a entrar en Bangladés en los últimos días.
Los cuerpos de dos mujeres rohinyás y de dos niños fueron hallados este miércoles en la orilla bangladesí de un río que separa ambos países, y que numerosos refugiados tratan de cruzar en embarcaciones improvisadas o a nado, indicó a la AFP un oficial.
Más de 400.000 rohinyás se encuentran en Bangladés, un país que no quiere acoger más y que cerró su frontera con Birmania.
Riesgo de radicalización
Pese a décadas de restricciones y de persecuciones en Birmania, donde su comunidad está marginada y es considerada extranjera, los rohinyás nunca había recurrido a la lucha armada hasta la fecha.
Pero las tornas cambiaron drásticamente el pasado octubre, cuando un grupo de rebeldes rohinyás (desconocido hasta la fecha) y armados con cuchillos, lanzaron ataques sorpresivos contra puestos fronterizos.
El ejército birmano reaccionó violentamente con una campaña de represión que, según la ONU, podría parecerse a una limpieza étnica, una acusación que el ejército birmano rechaza.
Una comisión internacional dirigida por el exsecretario general de la ONU Kofi Annan instó recientemente a Birmania a otorgar más derechos a su minoría musulmana de rohinyás, de alrededor de un millón de personas, sin los cuales podría «radicalizarse».
Pero el ejecutivo birmano, dirigido por la exdisidente Aung San Suu Kyi, ha mantenido hasta ahora una línea dura, así como el ejército.
Y, mientras la presión internacional se cierne cada día más sobre Birmania. El domingo, el papa Francisco mostró su solidaridad y pidió que se respeten los derechos humanos «de nuestros hermanos rohinyás», mientras que la ONU instó a Birmania a proteger a los civiles.