Por Miguel Sánchez
Santiago/AFP
Más de 40 personas fueron detenidas como sospechosas de provocar los peores incendios forestales de la historia de Chile, cuya fuerza empezaba a ceder después de haber arrasado con miles de hectáreas.
La Policía detuvo a 43 personas «por su eventual responsabilidad en incendios forestales» que afectan seis regiones del centro y sur de Chile, en la mayor catástrofe forestal de la historia de este país, informó la presidenta Michelle Bachelet.
La mayoría de los sospechosos fueron detenidos en las regiones de O’Higgins (centro), Maule (centro) y Biobío (sur), las más afectadas por el fuego, donde la Fiscalía local ya presentó acusaciones en su contra por provocación de incendios. Las penas por este delito alcanzan a los 20 años de cárcel.
«Estamos seguros de que sí ha habido intencionalidad en algunos de los focos; vamos a seguir las responsabilidades hasta el final», afirmó Bachelet.
Si bien el 90% de los incendios en Chile son causados por el hombre, en la actual emergencia los siniestros también fueron avivados por fuertes vientos, altas temperaturas y una sequía que desde hace 8 años arrecia en las zonas afectadas.
El fuego cede
A nivel nacional aún se mantienen 124 incendios activos, de ellos, 58 están en combate, 55 fueron controlados y 11 extinguidos, según el último informe de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Los siniestros han dejado más de 3.000 damnificados, unos 1.300 albergados, decenas de pueblos arrasados y más de un millar de viviendas destruidas.
Sin embargo, el número de hectáreas afectadas se redujo de 396.000 a 366.000 entre sábado y domingo, lo que según las autoridades indica una disminución de la fuerza del avance del fuego.
«Tenemos una situación que ha ido mejorando producto de las acciones de combate que hemos tenido», explicó Aaron Cavieres, director de Conaf.
En la región de O’Higgins los incendios están controlados luego que el fuego destruyera más de 50.000 hectáreas. En Santiago se mantienen seis incendios sin que revistan mayor peligro, mientras que en la región de Valparaíso (centro) ya no existen siniestros de consideración.
En las regiones de Maule y Biobío se registran 17 focos ígneos con diferentes grados de intensidad.
Unas 537.000 hectáreas han sido destruidas durante la temporada 2016-2017 que comenzó en julio pasado, un 4.776% más que en el periodo comprendido entre 2015 y 2016.
Las principales rutas que conectan el centro con el sur del país se encuentran habilitadas, y los aeropuertos funcionan con normalidad.
Más de 11.000 bomberos voluntarios, brigadistas (bomberos forestales), militares, policías, funcionarios públicos y vecinos combaten las llamas en las zonas afectadas.
También colaboran más de medio millar de brigadistas extranjeros que son parte de lo que ha sido definido por el gobierno como el mayor operativo de emergencia de la historia del país.
Este domingo arribaron 80 brigadistas venezolanos y otros tantos de Argentina, Japón y Panamá, mientras que desde Brasil y Estados Unidos llegaron aviones tanqueros para lanzar agua sobre los incendios.
Ayuda a los damnificados
El gobierno distribuye ayuda económica y material para los cerca de 3.000 damnificados, la mayoría de ellos agricultores y criadores de ganado que perdieron sus hogares, sus animales, y han visto sus tierras totalmente calcinadas por las llamas.
Asimismo se han movilizado empresas privadas y personas de otras regiones de Chile para acudir en ayuda de los afectados.
«Mi mensaje es uno solo: no vamos a bajar los brazos ante esta tragedia», afirmó Bachelet.
Los siniestros han provocado pérdidas económicas incalculables según el gobierno, pero también han puesto en riesgo la flora y fauna silvestre de las regiones afectadas y los especialistas temen un daño considerable.
En los últimos dos años, los incendios en Chile golpearon duramente la región de Valparaíso (centro) donde al menos tres violentos siniestros mataron 16 personas, destruyeron casi 20.000 hectáreas y dañaron 3.000 viviendas.