Tito Alvarado
¿Qué entendemos por normal en un mundo cuyos parámetros de normalidad son la desigualdad, la falta de oportunidades equitativas, la corrupción, tanto económica como ideológica, el fatalismo de priorizar lo que no funciona? Esa “normalidad” es en realidad subnormal.
Si algo positivo podemos sacar de lo vivido desde principios del 2020 hasta el presente, mediados del 2021, es que todos los poderes son frágiles y que los más ricos siguen amasando montañas de dinero, mientras los problemas se acumulan y los pobres seguimos muriendo, antes de tiempo, con una vida mucho más miserable.
A lo entendido por normal no se puede volver, entonces el asunto es, o nos rebelamos o sucumbimos.
Este año hemos visto en todos lados lo desastroso que está resultando el cambio climático. Ahora la desgracia golpea en países ricos. Lo primero a tener en cuenta, es el asunto de tomar conciencia, luego viene el detalle de actuar contra esa normalidad inhumana. Sepamos que todo poder reside en nuestras acciones, ya no podemos seguir viviendo como vivimos, la única normalidad moralmente aceptable puede y debe ser la organización solidaria de la sociedad, prioricemos lo que funciona para todos; el agua, la tierra, la salud, la educación no pueden ser un negocio privado.
Nos quedan algunos años, antes de llegar al punto del no retorno, el asunto es actuar ahora, antes que sea demasiado tarde.
2 Atrevernos a enfrentar lo desconocido
Otras veces hemos preguntado, no con afán morboso de saber los miedos que cada cual tiene, sino con la esperanza de que todos nos respondamos a nosotros mismos esta pregunta y así enmendar ¿a qué le tenemos miedo?
En general le tenemos miedo a lo desconocido y lo asociamos con espacios oscuros. Se trata de miedos individuales y miedos colectivos en tanto somos una persona con certezas e inseguridades que actuamos, a la vez, individualmente y en forma colectiva.
Nadie avanza si no confronta sus fantasmas, o si lo prefieren, como lo dijo Whitman: “Nadie camina una milla sin amor” Recibir amor significa entregarlo. Para entregar amor debemos humanizarnos en el otro. Encerrarnos para impedir el contagio es algo momentáneo, lo natural es la convivencia con el resto de los seres humanos.
Asumamos las dificultades como un tiempo de reflexión, tiempo de análisis, tiempo de lecturas, tiempo de nuevas conclusiones, tiempo de seguir la vida y esta es mucho más que respirar, es creación constante, atender desafíos.
Se trata de continuar la marcha de nuestra superación para lograr una mejor versión de nosotros mismos. En breve, no suplantar lo virtual por lo real, ni encerrarnos en una seguridad de caja fuerte. La vida siempre transcurre ahí afuera, debemos ir hacia ella con la seguridad de que lo que no nos mata, nos fortalece.
3 Varias crisis en marcha
Lo que nos azota, aunque tenga la cara de un problema de salud, es en realidad un problema de la forma en que nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza; se ha priorizado la ganancia por sobre las necesidades humanas en armonía con la naturaleza, todo se ha transformado en una mercancía.
Las leyes de la naturaleza indican que lo que sube, en algún momento baja; que todo es transformación constante; que todo está relacionado; que todo efecto tiene una causa, que el movimiento es eterno.
Nos enfrentamos a nuestro mayor desafío como género humano. Varias crisis dan señales de avanzar hacia un punto de no retorno. En breve, podemos decir algunas palabras malditas; sequías, inundaciones, zonas muertas en los océanos, desertificación de enormes territorios, políticos que por intereses de rédito inmediato no actúan acorde a las necesidades. Los cambios climáticos avanzan en cuanto a dos hechos graves: subida del nivel del mar afectando la vida en ciudades costeras, cambios ya perceptibles en la corriente del golfo, que afectará una gran parte del planeta ¿desaparecerán ciudades? ¿qué efectos catastróficos tendrá la desaparición de la corriente del golfo?
Seguir es de terror. El asunto es que se necesita, ahora, un cambio cultural, una revolución cultural: prioricemos las soluciones, desechemos lo que no funciona para todos, disolver los ejércitos, destinar esos recursos a la investigación científico técnica y a implementar soluciones: plantar árboles, desalinizar agua de mar, depurar el aire, las aguas, desplastificar el intercambio de mercancías, y más.
El asunto es que hacer desde el trabajo cultural. Nos atrevemos a proponer en primer lugar un cambio en las formas de actuar, nada distinto lograremos actuando de la misma forma en que a la fecha actuamos. Veámonos como agentes de cambio, propongamos soluciones, prediquemos con el ejemplo.
4 El arte de salvar la vida
Si el arte ha sido parte esencial de la vida, arte que en muchos casos se ha mercantilizado, ahora podemos asumir el desafío de que sea una palanca de conciencia, para ello, pasemos al arte de salvar la vida.
Si logramos detenernos unos minutos a ver de frente la realidad, bien pudiéramos llegar a la conclusión de que o no hay solución y detenemos toda participación o, ante el peligro inminente, propiciamos una revolución cultural, entendida esta como otra forma de actuar, desde el arte y el trabajo cultural, para concluir en el propósito de vernos como responsables de cuanto acontece y por ende creadores de soluciones, que en lo profundo debieran llegar al desarrollo pleno del potencial creador.
Ya no es solo el atributo de los logros personales, el deslumbre de una obra o lo efímero de algún premio, ni que decir de ser famosos o vivir del arte. Se trata de vernos en el conjunto humano total y propiciar un arte con visión humana y osadía de pasar a otra etapa, la de crear la realidad que queremos.
5 Antes del no retorno
Muchos estudios científicos han coincidido en algunos hechos, estos se han proyectado en fechas. Al ritmo en que se derriten los hielos, tanto en los polos como en las altas montañas, al ritmo en que el capital tiende a concentrar todo, al ritmo en que consumimos recursos fósiles, al ritmo en que aumenta la contaminación y el malgasto del recurso agua, al ritmo en que lo moralmente sano desaparece y se enquista en la realidad la locura de la ganancia inmediata sin ninguna consideración humana, se impone la nefasta verdad: nos quedan pocos años.
¿Sería aventurado pensar que el punto del no retorno se puede producir no más tarde que el 2030? Quizá sí, quizá no. Nadie puede apostar a tener razón en este asunto. Lo urgente y lo importante coinciden, se trata de implementar las soluciones ahora. Tal vez la más difícil sea no elegir a quienes nada aportan con sus políticas de escaso valor humano.
Si cada uno de las y los miembros del movimiento asumiera entregar una noticia positiva al día, otro sería el cantar. ¿Cuáles pueden ser estas noticias? A modo de ejercicio nos atrevemos a proponer diez, genéricamente hablando.