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Más allá del raigambre y legado independista

Óscar Sánchez,

Investigador e intelectual

Cerca del bicentenario de la independencia de Centroamérica es necesario hacer unas reflexiones sobre el surgimiento y el legado de estos procesos independentistas. A este conjunto de antecedentes o tradiciones que hacen algo firme y estable en el tiempo es lo que se le conoce como raigambre y lo que se ha dejado o transmitido a cualquier sucesor es lo que denominamos legado.

Ya en otros escritos hemos tratado en este suplemento cultural sobre el proyecto de modernidad y sus invenciones. A la modernidad la hemos diferenciado de otros términos con raíz lingüística, base léxica o morfema radical similar, como lo son modernismo y modernización. El modernismo es un término ligado con el “ámbito cultural”, es decir, al arte, la literatura y otras manifestaciones artísticas. La modernización, por el contrario, lo vinculamos con procesos socio-económicos de industrialización y tecnificación.

A la modernidad la hemos definido como el proyecto espacio temporal en el cual se da o asiste a la configuración de un nuevo patrón de poder mundial, es eurocéntrico y capitalista. Este proyecto de modernidad al cual hacemos alusión trajo consigo una serie de invenciones que le fueron dando legitimidad, como lo son el trabajo, la raza, la idea de progreso, estado nación y todas sus derivaciones como lo son identidad, patria, nacionalismo, entre otras.

Podemos decir, entonces, que modernidad es un término ambiguo, en donde cada época contemporánea pasada es vista como moderna, por ejemplo el renacentista  respecto al escolástico, el escolástico respecto al patrístico… y así sucesivamente. La modernidad también es un proyecto político, económico, social y cultural. Lo que somos como sociedad es resultante de esas manifestaciones propias de este proyecto las cuales riñen y no son coherentes con sus invenciones.

La patria o lo patrio, por ejemplo, haciendo referencia a su etimología u origen de la palabra (perteneciente al padre o que proviene de él) lo equiparamos con la idea de nación, país, cuna, pueblo, tierra, origen, raza, naturaleza, procedencia, linaje, estirpe y otros. Común es escuchar expresiones como “hagamos patria”, pero en la vida cotidiana lo decimos pero no lo profesamos. Pondremos como ejemplo, de manera sinóptica, los resultados de una investigación considerada como literatura gris, no convencional, invisible o semipublicada (la literatura gris es cualquier tipo de documento que no ha sido difundido o publicado por los canales de publicación oficial o comercial y el cual presenta problemas de acceso para los lectores o interesados en el tema-problema). A la temática a la cual nos referiremos es al comportamiento del peatón universitario en la vía pública.

De acuerdo con las autoridades de tránsito, la falta de educación vial en El Salvador y el incumplimiento de las leyes de tránsito son algunas de las principales causas de accidentes vehiculares. Se contabiliza, año tras año, un aumento creciente de fallecidos y lesionados a causa de accidentes vehiculares, siendo uno de los más afectados el peatón. Para el año 2017, según el Viceministerio de Transporte,  El Salvador registraba 21.5 fallecidos por cada 100 mil habitantes a causa de los accidentes viales, muchos de estos son como resultado de la imprudencia del peatón. Autoridades de seguridad y emergencias concuerdan en que la causa central de los accidentes viales podría iniciar en la falta de educación vial y el segundo lugar lo lleva la distracción al volante y peatonal.

Los resultados que nos arrojó esta investigación aplicada en dos centros universitarios de San Salvador son coincidentes, destacándose entre otras cosas las condiciones y el estado de las calles, lo que nos da como una primera lectura es que éstas no han sido diseñadas para las personas, sino para los vehículos. Además, la señalización vial en los alrededores de estas dos universidades no es la adecuada.

El comportamiento de los peatones dentro y en los alrededores de estos centros de educación superior  es el mismo que se tiene a nivel de país, ya que no se practican las normas establecidas por el Ministerio de Transporte. En la mayoría de ocasiones el peatón utiliza la carretera (y no la acera) para circular por algunos lugares. El no uso de las aceras tiene muchas connotaciones como lo son en que están obstruidas por ventas, invadidas por vehículos o motocicletas o por que disponen de otros materiales como de construcción, basura o ripio. Un elemento comportamental, que ha trascendido a lo cultural, es que no siempre se utilizan los pasos peatonales (cebras) debido a que el peatón cruza la calle por donde le sale más recto a su destino.

La noción del tiempo, como otra invención del proyecto de modernidad, es importante  en el comportamiento del peatón universitario en la vía pública. Por la precisión que llevan algunos peatones, estos se cruzan sin esperar que cambie la luz del semáforo o que algún conductor les ceda el paso (cosa poca probable porque éste también tiene el tiempo limitado). Es decir, cuando nos referimos a noción de tiempo enfatizamos en aquellas cogniciones como por ejemplo, salir o llegar tarde de su hogar, llegar o salir tarde a la universidad o aquellos elementos que inciden en el comportamiento y actuar del individuo; elementos como obstáculos transitorios, obstáculos en la vía pública, obstáculos en el tráfico, entre otros, influyen en los paralelismos conductuales del individuo. El desarrollo del pensamiento y la conducta surge a partir de las acciones y el desarrollo del medio que influye en el crecimiento social del ser humano.

Por la misma naturaleza humana y propia de la edad de una persona universitaria, una forma de resistir al estado de cosas es irrespetar las leyes de tránsito o normativas de convivencia, ello se refleja en acciones como la sincronía con el semáforo, el desplazamiento en sentido a la circulación de los vehículos, el  bajar o subir en el autobús lo hacen en media calle o en lugar inadecuado, detenerse a media calle, distraerse con otras personas, hacer uso de su teléfono celular, escuchando música utilizando audífonos, entre otras.

Articulando estas dimensiones del proyecto de modernidad, la independencia patria y el comportamiento del peatón, podemos decir sobre el primero que la modernidad no es un movimiento, es un fenómeno a escala mundial. En sentido filosófico la modernidad es el absoluto, su carácter global conlleva a un pensamiento único; es decir, si el problema del tráfico corresponde a las grandes urbes y esto nos hace parecernos y equipararnos a la metrópoli, entonces hay que seguir ese patrón. Frente a esa racionalidad única, impuesta (absoluta) tenemos que relativizar. La relativización nos llevará a ser sui generis, únicos, singulares, excepcionales y extraños a las imposiciones y vítores que promueven las naciones hegemónicas. En vista que el comportamiento del peatón se deriva de las disposiciones económicas, sociales y culturales a las que está sometido desde el momento que es parte de la vía pública, lo que nos queda es abordar esta problemática desde estas dimensiones o áreas de la realidad.

Dilucidando estos aspectos, estaremos haciendo patria.

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