Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
El empobrecimiento del estado salvadoreño es en este punto de nuestra historia, inmanejable, pues la deuda externa ha alcanzado de acuerdo al BCR, el 87% del PIB.
Buena parte de ese endeudamiento deriva de la prioridad que supuso para la oligarquía y el ejército, someter al END, propósito del que solo cosechó el desastre que le siguió a la firma de los acuerdos de paz, y que fuera además intencionado para así, a pesar de los acuerdos, preservar incólumes sus intereses.
A ello le siguieron el incremento exponencial de la deuda sin propósito, adquirida por las 3 gestiones de derecha que le continuaron al final del conflicto, que enriqueció solo a las élites y a la política criolla, excluyendo a la población, mientras la violencia social aumento exponencialmente en proporción a la reducción del estado, que, incapacitado para cumplir sus obligaciones, solo promovió la violencia que favoreció los intereses de privados.
A estos le siguieron las administraciones de la izquierda política, que organizaron la deuda, pero sin gestionar su saneamiento, solo administrándola, sin hacer nada por lograr la largamente deseada redistribución de la riqueza, acumulando reservas, y sin adelantar reformas.
Tan bien hicieron estas dos gestiones su labor, gestionando la crisis heredada, que incluso recibieron felicitaciones de la banca multilateral, lo que supuso haber favorecido el statu quo.
Y así llegamos al presente, con una gestión que es ilegal desde el momento que se infligió un auto golpe de estado, y que es caracterizada por la improvisando que día a día hace, habiendo por el desorden administrativo que realiza, acabado con aquellas reservas tan duramente acumuladas por las dos gestiones anteriores por primera vez en 40 años, en los primeros cuatro meses luego de iniciada.
Al crudo y evidente desorden debemos sumar la cultura de cleptocracia mitómana y despótica con que esta gestión sustituyó a la institucionalidad, reduciéndose a una autocracia inoperante que, para responder a esa avaricia desmedida del ejecutivo y su entorno, ha tenido que acabar con los recursos de todas las entidades que compusieron al estado, bajo la figura de recomposición que sin ningún propósito administrativo adelanta, lo que impone una mayor contratación de deuda.
Así porque para mantener el respaldo de la oligarquía simplemente se ha negado a promover las reformas fiscales urgidas desde hace décadas, impidiendo que la base tributaria aumente, y cargando solamente a los desheredados.
Entonces la ecuación favorece los intereses estadounidenses, que a pesar de los pobres reparos seudo moralistas expresadas de cara a los crímenes y desmanes cometidos por el régimen, satisface sus intereses de conservar así un gobierno títere que adelanta el fallido proyecto neoliberal, garantizando al país como elemento desestabilizador en el territorio, lo que asegura el intervencionismo estadounidense en el istmo.
Así las cosas, manteniendo al país como cliente consuetudinario de la banca multilateral, asegurado el tránsito de las drogas de sur a norte y de las armas de norte a sur, que conserva bien al negocio, y los créditos también.