Caralvá
Intimissimun
Hace algunos años la película El dinero nunca duerme, nos mostraba al personaje Gordon Gekko con sus palabras: “La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena, es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amar, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad” …
Así lo proclama el personaje de esa famosa película, pero ¿cuál es lado oculto de la codicia? ese rostro oscuro es la sed de riquezas, poder, posición social y tiene el lado positivo en la realización personal, pero la codicia desarrolla la sed insaciable como Tántalo en el Hades y en el sentido bíblico es un culto satánico al demonio Mammon – “no podéis servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo”- similar a una insatisfacción permanente que genera depresión y adicción.
Es un tema de actualidad en las series de Netflix: Inventando a Anna, El estafador de Tinder, Quién maneja los Hilos: tras la pista de los mayores impostores, nos ilustran ese mundo artificial de riqueza instantánea, la acumulación dineraria fácil y sin esfuerzo, la naturaleza hipnótica de apostar poco para ganar mucho, similar a Jack y los frijoles mágicos o Pinocho con el famoso engaño: “Vamos al campo de los milagros, ahí las siembras y mañana encontrarás un árbol, que a cambio de hojas tendrá monedas de oro – dijo la zorra- ¡vamos!, ese factor común identifica las exitosas series mencionadas, con la diferencia que Netflix asegura en Inventando a Anna “Historias reales excepto las que son inventadas”, en esencia codicia.
En general la inducción de esa codicia es un factor cultural del concepto “éxito”, así estos personajes de telenovelas, películas, leyendas etc. poseen riquezas a cualquier costo, el medio utilizado no tiene límites, de esa condición son los tramposos, estafadores, sicarios, narcotraficantes, dictadores, presidentes, crimen organizado, pandillas, mafias etc. casi parece el alma del capitalismo absoluto, pero esa visión de éxito contrasta con la desigualdad económica de millones de seres humanos abandonados a su suerte en la pobreza, que también tienen ambiciones de salir de ese infierno material.
La codicia en el Siglo XXI es también de grupos, asociaciones, partidos políticos, naciones, si les parece exagerado veamos las guerras de Medio Oriente: Libia, Iraq, Siria, las guerras mundiales, los imperios romanos, otomanos, musulmanes; recuerdo como ilustran las frases conocidas cuando un funcionario llega al cargo político: “ahora me toca a mí” o “a todos los del Consejo de Dirección había que meterlos presos”; la codicia en el Siglo XXI parecen enfermedades mentales que se contagian por las psicosis de los líderes que distorsionan la realidad, inventan mundos etc. los líderes como Hitler no miden las consecuencias de llevar a sus pueblos al desastre, en muchos casos los pueblos también compran esas fantasías y acompañan al precipicio a todos, por ello la lectura de lo posible es la guía racional, esa guía es la historia, la filosofía, la economía, la academia.
Parodiando a Lou Marinoff: Más Platón y menos prozac, nosotros necesitamos: “Más filósofos y menos codiciosos políticos”. amazon.com/author/csarcaralv