ALVARO DARIO LARA
Al joven escritor Víctor Canacas
Diré tu frente -sueño, tierra, espada-,
tu frente inmóvil, recogida en hielo:
Diré también el singular desvelo
que ardía sin cansarse, en tu mirada.
Claudia Lars
La obra y la figura del maestro, pensador y escritor salvadoreño don Alberto Masferrer (1868-1932) sigue apasionando, a más de noventa años de su trascendencia física, a sus lectores y estudiosos del presente, entre los que se destaca, principalmente, la guatemalteca Marta Elena Casaús Arzú (1948), quien preparó un importante estudio sobre el Maestro de Alegría titulado: “El libro de la vida de Alberto Masferrer y otros escritos vitalistas” (Marta Elena Casaús Arzú-con la colaboración de Regina Fuentes Oliva-,F&G Editores, Guatemala, 2012. pp. 387).
Este volumen sobre don Alberto Masferrer (Edición crítica de la obra teosófico-vitalista, 1927-1932) constituye uno de los esfuerzos más singularmente notables en los estudios masferrerianos, no sólo por el rigor científico, académico de la obra, sino por el aprecio y devoción que Marta Elena Casús Arzú, ha volcado por la actividad intelectual, social y humana de nuestro autor.
Fueron largos años de investigación, documentación y análisis de los materiales que luego alimentaron este corpus, donde se nos revela un Masferrer escasamente conocido, el afectísimo autor epistolar, cuya prosa poética manifiesta siempre la gran inquietud nacional que le acompañó hasta el último minuto de su vida.
Leamos un fragmento tomado de la página 43: “A los pocos meses entró en coma de un nuevo infarto cerebral que lo mantuvo inconsciente hasta su muerte el 4 de septiembre de 1932. Si bien en su vida fue muy reconocido, pero a su vez muy atacado y desprestigiado por escritores, políticos y sobre todo por las elites de poder; a su muerte se convirtió en un icono para El Salvador y en una figura emblemática e indiscutida a la que le han dedicado todo tipo de monumentos, bibliotecas, escuelas e incluso centros militares, siendo una figura que ha sido enormemente manipulada tanto por la izquierda como por los militares. Es por ello que consideramos conveniente, a través de la relectura de esta última parte de su obra, volver a poner a Masferrer en su lugar, ahí donde hubiera querido estar siempre y situarlo como un defensor de las clases y de los grupos más desfavorecidos, como un apasionado luchador por la injusticia y los derechos humanos, como un ferviente defensor del unionismo y de la unidad de la América Hispana y también, ¿por qué no? como un amante apasionado y un hombre decepcionado por no haber podido llevar a cabo su proyecto político y su proyecto de vida, pero que encuentra en el sol leit motiv para continuar viviendo…”.
Esta edición crítica de la obra de Masferrer fue presentada en una universidad privada del país, por parte de su autora, el día 15 de noviembre de 2012. Un acto que contó con la presencia de académicos, estudiantes y público en general. Indudablemente esta publicación vino a llenar un vacío en la profundización y revaloración del pensamiento y obra de don Alberto Masferrer.
Y entre nosotros, estudiosos como Carlos Gregorio López Bernal, Víctor Manuel Guerra Reyes, Otto German Mejía Burgos, Luis Alonso Aparicio y Carlos Cañas Dinarte, han investigado y escrito en los últimos tiempos, sobre la figura y el pensamiento de Masferrer desde diferentes perspectivas.
Entonces, cabe la interrogación: ¿Por qué este actual avivamiento por la producción y la vida de don Alberto? Ésta, probablemente, es una buena pregunta que se harán muchos. La respuesta es sencilla: Masferrer, al igual que Gavidia, y otros clásicos emblemáticos de la cultura del país, continúan siendo unos perfectos desconocidos. Se habla mucho de ellos, pero se desconoce enormemente su legado.
En el caso de don Alberto, la historia ha sido muy injusta: sacralizado por la cultura oficial durante décadas, sobre todo por los “militares” a los que líneas antes, alude la doctora Casaús Arzú. Se pretendió, desde este ángulo, “dulcificar” “angelizar” y neutralizar, su palabra de valiente denuncia, su examen exhaustivo de la realidad social, política y económica que vivió, y que aún mantiene vigencia, en muchos apartados. Sólo su planteamiento de la urgente necesidad de garantizar un “mínimum vital” para las grandes mayorías, constituye perfectamente un reto para nuestra contemporaneidad nacional que, lamentablemente, se ha precipitado en el retorno al autoritarismo.
En otra dirección, cierta joven intelectualidad de izquierda, específicamente, a partir de los años cincuenta, satanizó al maestro y a su obra, bajo epítetos francamente insultantes, y bajo muy pobres y superficiales argumentos, tal es el caso del poeta Roque Dalton (1935-1975), cuyo famoso texto contra Masferrer, contribuyó a su descalificación a priori, por parte de las siguientes generaciones.
Ninguna de las dos actitudes, propició un estudio riguroso de nuestro autor. Sin embargo, un importantísimo aporte lo encontramos en el libro “Masferrer alto pensador de Centroamérica” (Guatemala, 1954) de la doctora Matilde Elena López, quien es de las primeras intelectuales que publica una aproximación a la obra masferreriana, justipreciándola, especialmente, desde la perspectiva de su aporte social. Ya los luchadores comunistas como el legendario líder obrero Miguel Mármol (1905-1993) e intelectuales marxistas de los años treinta y cuarenta habían demostrado un profundo respeto y admiración por lo que Masferrer significaba en las luchas libertarias nacionales.
El interés por Masferrer acompañará a Matilde Elena, durante toda su trayectoria académica, prueba de esto es la edición crítica de las obras escogidas del maestro, en 1971, acompañadas de un excelente estudio, bajo el sello de la Editorial Universitaria.
Sin embargo, hasta la publicación del libro “Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920)” de la doctora Casaús Arzú, en 2005, la gran mayoría de los comentaristas de Masferrer habían centrado su atención, en la vertiente más evidentemente social, histórica y política de nuestro autor, pasando de largo, o minusvalorando, el mundo de sus ideas, donde el esoterismo, y principalmente la tendencia teosófica, aparece ocupando un lugar central, y direccionando desde ahí, todas sus grandes inquietudes en diversas áreas de su infatigable interés por el mejoramiento humano individual y social.
Quizá de las primeras voces en señalar tempranamente esto, fue una de sus admiradoras más entrañables, la poeta Claudia Lars (1899-1974), quien en el prefacio de la edición de 1972 de “Las siete cuerdas de la lira” (Dirección de Publicaciones, Ministerio de Educación, El Salvador) nos dice: “Se conoce mucho a don Alberto Masferrer como maestro, conductor de multitudes, como escritor empeñado en despertar la embrionaria conciencia de su pueblo; pero se le conoce menos como hombre que busca frente a los grandes misterios de la vida una luz interna y conductora…”.
Y esto es terriblemente cierto, libros como: “Las siete cuerdas de la lira”, “Helios”, “Ensayo sobre el destino”, “La religión universal”, “Estudios y figuraciones sobre la vida de Jesús”, “Caminos de La Paz”, “El Rosal Deshojado” y otras publicaciones dispersas, nos dan cuentan de un Masferrer que busca y expone una concepción unitaria, fraterna y trascendental de la vida y de la existencia más allá de los planos aparentes. Un Masferrer que bebía intensamente de los Grandes Maestros de la Humanidad, como también de los teósofos de su época: H.P. Blavatski, Annie Besant, Krishnamurti, Jinarajadasa y otros.
Pero la huella inspiradora del esoterismo, no sólo debemos buscarla en estos escritos, sino en toda la obra masferreriana, ya que representa la columna vertebral desde donde se articula su pensamiento.
Por ello la realidad social, el problema agrario (tan álgido en las primeras décadas del siglo XX) el drama de miles de salvadoreños que carecen de alimento, agua, educación, vivienda digna, trabajo justamente remunerado, son vistos, por don Alberto, desde todas las fuentes filosóficas y espirituales, antiguas y contemporáneas, que fundamentan su esoterismo.
Comprender el porqué de este arraigo esotérico, contextualizándolo en la época, frente a otros discursos intelectuales, posiblemente, nos permita acceder con mejor provecho personal y académico, al universo de este gran centroamericano, logrando abandonar de una vez por todas, el ignaro e ingrato señalamiento que algunos han hecho sobre su obra y su memoria.
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